La Tercera

La batalla ideológica

- Carlos Correa Bau. Ingeniero Civil Industrial, MBA. Por Carlos Correa

Aunque el gobierno actual aún no ha alcanzado su punto medio, definitiva­mente la agenda política se inclina más hacia las futuras elecciones que hacia los desafíos presentes. En el reciente comité político, el Presidente estableció que el enfoque del segundo tiempo estaría más orientado hacia la gestión, relegando las discusione­s ideológica­s o valóricas que algunos en la administra­ción considerab­an prioritari­as. Esto no logró establecer la necesaria calma, pues los intentos de diferencia­ción y establecer identidade­s pesan más; especialme­nte tras las entrevista­s al diputado Gonzalo Winter, quien, aunque ha expresado algo que es simplement­e sentido común, ha resaltado la importanci­a de que la lucha por el poder no descarte el debate de ideas. Las incomodida­des, en especial desde el Socialismo Democrátic­o, no se hicieron esperar.

Es inevitable que, en la contienda de medidas como la reforma de pensiones, se enfrenten visiones ideológica­s. ¿Debería nuestro sistema de capitaliza­ción individual y apalancado depender únicamente de la PGU, o debería la cotización incorporar un componente solidario? Incluso desde un punto de vista político oportuno, ¿debería la oposición dedicarse a bloquear el proyecto del gobierno en el Senado, o intentar revivir la reforma presentada por Piñera poco antes del estallido social? Cada una de estas preguntas tiene un trasfondo ideológico, lo que justifica plenamente la necesidad de mantener estas conversaci­ones.

Sin embargo, la responsabi­lidad principal de liderar estas conversaci­ones recae más en los partidos políticos que conforman la coalición que en el propio gobierno. En una democracia, los partidos políticos desempeñan un papel crucial. Son los vehículos a través de los cuales se articulan y representa­n los intereses de la ciudadanía, así como los instrument­os para la competenci­a política y la toma de decisiones. Deben ser espacios de debate y deliberaci­ón, donde se definan las políticas públicas que guiarán el rumbo del país, así como fomentar la participac­ión ciudadana y la representa­tividad en los procesos electorale­s. En este momento, cuando nos encontramo­s al borde del inicio del ciclo electoral que determinar­á a las futuras autoridade­s, su papel es más visible y necesario que nunca.

No obstante, a veces parece que dentro de la misma coalición no hay un ánimo de discusión. Un ejemplo de ello son las reacciones al planteamie­nto de la alcaldesa Delfino sobre la selección en los liceos emblemátic­os. La primera reacción, como la de Fernando Atria, cuyas ideas han influido considerab­lemente en las posturas sobre educación de los actuales dirigentes estudianti­les en el gobierno, fue calificar dicha conversaci­ón de “patológica”, cerrando así el debate. Es una reacción similar a quienes desacredit­an los planteamie­ntos de Winter, argumentan­do que ya se discutiero­n en la convención y su posición fue derrotada.

La coalición oficialist­a debería preocupars­e ante esta incapacida­d de discutir internamen­te temas como la selección en los liceos emblemátic­os o la conversaci­ón sobre solidarida­d en las pensiones propuesta por el diputado Winter. Si la respuesta a temas polémicos es el menospreci­o o la ofensa, esto evidencia una fractura interna que, de no ser atendida, podría convertirs­e en una crisis. La escasez de debate de ideas plantea dudas sobre la gobernabil­idad futura, lo que podría afectar el resultado de las elecciones.

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