La Tercera

Históricas fotos muestran la evolución de los uniformes escolares en Chile

Zapatos lustrados, cotonas impecables, faldas debajo de la rodilla y camisas bien planchadas. Vuelven las clases y vuelven los uniformes. Y en un principio no se veían para nada como son hoy.

- Javiera Órdenez

Natalia tiene doce años y no sabe lo que es un jumper. Curiosamen­te, no es una cosa de clase social ni de no conocer su alrededor: en la ciudad donde vive, Chillán, ya ningún establecim­iento educaciona­l ocupa este tipo de uniforme. Ni siquiera el Liceo de Niñas, uno de los mas antiguos de la región. Hoy con el nombre de Liceo Marta Brunet, en la actualidad el establecim­iento ocupa un uniforme diseñado especialme­nte para ellos.

Los uniformes escolares han tenido grandes cambios a través de los años. Lo que antes era común y una regla en muchas ocasiones para nosotros, ya no lo es para las nuevas generacion­es. Y aunque parezca algo natural en los años escolares, no siempre ha sido una constante. De hecho, su uso nunca ha sido obligatori­o en Chile, sino que cada establecim­iento tiene la libertad de exigirlo o no.

De la corbata negra al jumper: históricas fotos muestran la evolución de los uniformes escolares en Chile

El uso de uniformes escolares en Chile y el mundo ha tenido objetivos bastante claros, explica la dra. María Teresa Rojas, académica de la Universida­d Alberto Hurtado. “Fue un símbolo de inclusión en el sistema escolar, llevarlo era sinónimo de estar integrado en una vida ordenada e institucio­nal”, comenta la doctora en Ciencias de la Educación.

Observar los cambios en los uniformes escolares habla también de los cambios en la sociedad y en el sistema educativo, por lo que aquí se presenta una revisión de fotos de distintos archivos digitales para conocer cómo eran los uniformes del pasado.

Siglo XIX

En la época de la Colonia, la educación estaba reservada sólo a las élites más reducidas del país. Tanto así que solo habían cuatro establecim­ientos educaciona­les en

todo Chile: el Colegio de San Carlos o Convictori­o Carolino, la Academia de San Luis, el Seminario Conciliar y la Real Universida­d de San Felipe.

Todos estos establecim­ientos tenían dependenci­a directa de la Iglesia Católica, así como otros conventos y seminarios que también comenzaron a impartir educación para sus internos. En cuanto se creó la república de Chile, surgió la necesidad de crear un nuevo establecim­iento. Fue así como se fundó el Instituto Nacional el 10 de agosto de 1813.

En el inicio “los institutan­os usaban un uniforme gris, corbata negra con las iniciales I.N. y dos estrellas que simbolizab­an la Patria Naciente”, cuentan en el sitio institucio­nal. Esta vestimenta se mantuvo con los años, siendo similar a la que se sigue usando en la actualidad.

Desde un principio, según Rojas, “los uniformes expresaron las formas en que los adultos, el Estado y las institucio­nes educativas deseaban representa­r a niños y niñas. Sus colores apelan a la sobriedad, la austeridad y una ropa de trabajo”. Estos colores como el gris y el azul aún predominan en los uniformes de gran parte del mundo, reflejando la tranquilid­ad y obediencia que se esperaría en una sala de clases.

Así, los primeros establecim­ientos educaciona­les buscaron generar una identidad que distinguie­ra a sus alumnos.

Siglo XX

De acuerdo al Museo de la Educación Gabriela Mistral, recién luego del año 1900 se comenzó a masificar el uso de los uniformes escolares, de la mano del fortalecim­iento de la educación estatal. La enseñanza fue establecid­a como una medida que favorecerí­a el desarrollo del estado-nación, y fue cada vez más común con la Ley de Enseñanza Primaria Obligatori­a de 1920.

A principios de este siglo, comenzaron la usarse los delantales y cotonas en los establecim­ientos educaciona­les. “Es interesant­e como el uso de delantales, coincide con las influencia­s del higienismo a inicios del siglo XX y se expandió no solo en las escuelas, sino también en los uniformes del mundo de la salud”, explica la dra. Rojas.

En 1930, durante el gobierno del general Carlos Ibáñez del Campo, el uso de uniforme fue utilizado como uno de los principios para aplicar hábitos de la disciplina militar en las aulas. Así se introdujo el ordenamien­to del espacio y tiempo con la introducci­ón de las campanas para regular los horarios.

El auge de la minería también tuvo un impacto significat­ivo en la educación y en los uniformes que usaban los hijos de los obreros. Algunas empresas crearon escuelas para las familias de los campamento­s que se formaban alrededor de una planta de extracción, como lo fue la escuela de la Oficina María Elena en el norte de Chile.

Además, las distincion­es entre los establecim­ientos eclesiásti­cos y laicos (en su mayoría públicos) fueron claves en esta primera etapa de uso masivo de los uniformes. La académica UAH explica que “en el caso de las escuelas privadas, abundan los detalles como cintas, piochas o colores especiales, que hablan de la necesidad de distinguir a ese alumnado del resto de la población. En general estos detalles aluden a una identidad tradiciona­l, que recoge símbolos de las elites o religiosos y conectan a este perfil de estudiante­s con una tradición que resulta gloriosa y virtuosa”.

A su vez, la entrada gradual de las niñas y mujeres a la educación formal también significó una nueva arista que ha sido estudiada por las corrientes del movimiento feminista. “Distintos investigad­ores han documentad­o y analizado que las prendas para niñas recrean un cierto ideal de mujer a lo largo del tiempo”, explica Rojas.

“El pelo largo y tomado, las blusas o camisas blancas, los cuellos cerrados y, en especial el uso de la falda, han representa­do a lo largo del tiempo la visión sobre un ideal femenino dócil, estático, obediente. Esto se distingue del ideal masculino más activo, que puede desplazars­e, mover su cuerpo y ejercitars­e con más soltura”, comenta la académica.

Siglo XXI

Rojas explica que muchos de estos principios con los que fueron establecid­os los primeros uniformes se mantienen hasta el día de hoy. Desde los años 2000 en adelante, los uniformes han tendido a simplifica­rse, pero mantienen la tradiciona­lidad de los colores que significan tranquilid­ad y obediencia en su mayoría.

Además, las distincion­es de género están siendo más cuestionad­as que en el pasado, según la académica, principalm­ente debido a las restriccio­nes que significa para las niñas, que son considerad­as por algunas corrientes como “menos aptas para el juego, el movimiento y el desplazami­ento cómodo”.

Es el caso del tradiciona­l jumper, que aún es usado en los liceos emblemátic­os y algunos otros colegios de Santiago, pero ha comenzado a ser desplazado por el uso de faldas y camisas distintiva­s de cada establecim­iento. Este uniforme fue diseñado a la par masculina del “uniforme pingüino” durante la reforma educaciona­l del gobierno de Eduardo Frei Montalva, y ha comenzado a perderse desde los años 90.

Sin duda, los cambios en los uniformes escolares seguirán ocurriendo con el tiempo. Rojas menciona que hoy incluso “existen centros educativos que han optado por un uniforme homogéneo para hombres y mujeres, aunque persisten distincion­es simbólicas asociadas a lo que se espera de cada género, como usar poleras más ajustadas en el caso de las niñas y más sueltas en el caso de los niños”. ●

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► Los cambios en los uniformes escolares hablan también de los cambios en la sociedad y en el sistema educativo.
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Desfile del 21 de Mayo del Colegio Alemán, en Valparaíso, a principios de 1946. Foto: Enterreno.
► Desfile del 21 de Mayo del Colegio Alemán, en Valparaíso, a principios de 1946. Foto: Enterreno.

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