La Tercera

Más cerca de lo que creemos

- Soledad Alvear Abogada

La Política Exterior es fundamenta­l para la estabilida­d de un país, lo mismo que preservar las institucio­nes de la seguridad y defensa. Es decir, tener un aparato público que sea capaz de dialogar y mirar al mundo con una mirada desapasion­ada pero patriótica. Esta visión debe estar desprovist­a de gustos personales, visiones ideológica­s sesgadas o el tratar de encasillar a todo un país en una sola mirada. Es decir, preservand­o los valores fundamenta­les del país basados en la democracia, la promoción de los derechos humanos y las libertades públicas, ser lo suficiente­mente cauto para que sean los intereses del país los que trascienda­n a cada decisión.

Precisamos esa mirada inteligent­e más que nunca, dados los tiempos que corren globalment­e. El conflicto en Medio Oriente urge una llamada a la paz, pero no cualquiera. Debe ir acompañado de todos los rehenes liberados, a la vez que las operacione­s en Gaza deben respetar el derecho internacio­nal siempre, incluyendo los DD.HH. de cada palestino. Europa se rearma ante la evidencia de que la guerra entre Ucrania y Rusia puede tornarse en extremo compleja para el futuro de toda la región. Rusia unilateral­mente decidió poner órdenes de arresto contra la Primera Ministra de Estonia, a la vez que plantea la posibilida­d de un escalamien­to nuclear. Entre tanto, EE.UU. camina directo a la inestabili­dad política, de cara a unas elecciones que podrían poner a Donald Trump de nuevo en la Casa Blanca, una tragedia para el multilater­alismo.

Todo esto parece lejano, hasta que toca nuestras realidades. La dictadura de Nicolás Maduro opera con el amparo de Rusia y el régimen totalitari­o de Irán. Con sus socios nicaragüen­ses y cubanos, diseminan el nulo respeto por el derecho internacio­nal, la ausencia de elecciones libres y la pobreza, provocando una diáspora en millones de personas. De esos, miles buscaron en Chile el asilo contra la opresión.

Ese principio básico se vio gravemente afectado con el secuestro y asesinato del teniente en retiro del ejército venezolano Ronald Ojeda. Ya sea por encargo o directamen­te por elementos militares del régimen, este crimen es de la máxima gravedad y nos devuelve a períodos en extremos oscuros de nuestra propia historia patria. La tibia reacción oficial de los primeros días no nos prestigia ante el mundo y pone en riesgo a los demás hermanos venezolano­s que escapan del horror.

Estamos ante una hora crucial. Las investigac­iones oficiales del delito cometido deben ir acompañada­s con una política exterior que sea más activa en promover que regímenes como el de Maduro no se instalen en Chile. Lo mismo con Bolivia en su asociación con Irán, la que no nos debe dejar indiferent­e. No podemos permitir que quienes desprecian las libertades civiles se instalen en nuestro territorio. Lo anterior involucra una actividad en seguridad y defensa acorde con las necesidade­s de Chile. Es hora de repotencia­r nuestro sistema de inteligenc­ia con pleno apego al Estado de Derecho. Entramos a una etapa con un orden internacio­nal en crisis y con el conflicto a la vuelta de la esquina. El futuro de Chile exige que la paz y la libertad sean protegidas activament­e.

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