Un año más, que más da
Si bien hoy se cumplirán dos años del gobierno del Presidente Boric, la verdad es que la primera mitad ya ocurrió el 4 de septiembre del 2022, aquella noche de la victoria contundente del Rechazo; pese a las expectativas de varios que se habían ilusionado con la grandiosa manifestación de cierre del Apruebo, y alguna encuesta que circuló de la que sabremos el 12 de marzo de 2026.
Hasta ese momento, una nueva constitución era lo que permitía los cambios profundos que proponía el Frente Amplio y, por tanto, había que esperar para ello. Ese error grueso de apreciación, junto con la llamada teoría de los anillos, donde el Socialismo Democrático quedaba en un segundo plano, conformó la primera etapa del gobierno. Los efectos de ese primer tiempo fatídico no han logrado apagarse, pese a los cambios profundos que hizo el Presidente en la semana siguiente a la derrota del plebiscito.
Atarse a la suerte de la Convención, que vivía entonces una especie de delirio, sirvió como un regalo para la derecha, que rápidamente se recuperó de la derrota electoral inesperada y se preparó para lo obvio: el triunfo del Rechazo era la derrota del gobierno y, por tanto, la oportunidad de apoderarse de la agenda y así evitar la serie de reformas profundas que se veían como una amenaza. Por otro lado, el intento paralelo de tirar a la mesa del pellejo a los aliados socialdemócratas debilitó también las lealtades necesarias en el Congreso. Una prueba de ello fue la conformación de los gobiernos regionales, realizados en esos primeros tiempos de frenesí, y que no consideraron los necesarios equilibrios con las realidades políticas regionales. Pese a que ha cambiado la configuración, los resentimientos contra los arquitectos originarios siguen estando presentes.
La semana siguiente, con el profundo cambio de gabinete empieza el verdadero segundo tiempo del gobierno. Hasta ahora, salvo cambios asociados a temas coyunturales, ese diseño ha resistido, y ha implicado un retroceso en el rol que tenía el FA. Una prueba de ello es que RD, un partido clave en el diseño original, salió del comité político. En paralelo la dosis de pragmatismo necesario ha configurado la acción del propio Presidente, el que debe enfrentar en cada acción que hace, un tuit que le recuerda su época contestaria, donde se contradice a sí mismo. Lo decía Mirabeau en la época de la Revolución Francesa, que los jacobinos cuando se convertían en ministros dejaban de ser jacobinos. A diferencia de ese tiempo, ahora existen las redes sociales para recordar aquello.
El pragmatismo del segundo tiempo ha demostrado funcionar mejor que el diseño revolucionario del primer semestre. Pese a las claras minorías que tiene la coalición oficialista, y la dificultad de enfrentar elecciones en todos los años, ha logrado tener un desempeño aceptable. El gobierno tiene buen pie para aprobar una reforma de pensiones, a diferencia de sus dos antecesores. En los indicadores económicos, pese a los temores de varios, el país está indudablemente mejor. La inflación ha bajado y se están recuperando los ritmos de inversión extranjera anteriores a la pandemia. La sensación de inmovilismo creada por la no existencia de mayorías, los problemas de seguridad ciudadana que no encuentran solución, el estancamiento en las reformas hace pensar que lo que viene está más dado por la letanía de la cumbia, donde un año más da lo mismo y lo que queda es sólo esperar el cambio de giro que puedan dar las elecciones.