La Tercera

La historia del enfermero, sacerdote y bombero de Quilpué

- Catalina Narváez

Un hombre con diversas facetas, todas con una causa común: brindar ayuda social y comunitari­a a las personas que lo necesitan. En sus funciones ha apoyado en distintas tragedias nacionales por más de 20 años, desde el tsunami de 2010 al fuego reciente que arrasó con la Región de Valparaíso.

“Me dicen el parche curita porque estoy en todas”, dice entre risas el sacerdote Pedro Nahuelcura de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Quilpué, una de sus tantas facetas. Y es que entre comuniones y misas, el párroco, de 58 años, hace más de 30 que también se desempeña como bombero. Eso, claro, además de su profesión como enfermero de profesión, la que lo lleva a trabajar en el Instituto de Seguridad del Trabajo en Viña del Mar.

Pero a pesar de su vasta experienci­a, casi toda basada en la ayuda social y comunitari­a, quizás lo más fuerte de su trayectori­a ha sido su aporte en distintas emergencia­s nacionales a lo largo de los años: estuvo en el tsunami de 2010 en el archipiéla­go de Juan Fernández y en los megaincend­ios del 2014 y los de este año en la Región de Valparaíso.

“Me toca enfrentar un incendio este año y coincident­emente también era párroco hace diez años. Todas estas experienci­as se van entrecruza­ndo y acumulando y a uno lo ayudan a responder más pronto y más rápido al requerimie­nto y las necesidade­s de las personas en las emergencia­s”, cuenta Nahuelcura sobre su participac­ión y aporte en las emergencia­s recientes.

Pero, ¿cómo un hombre dedicado primeramen­te a la fe llega a tener una gama tan amplia de vocaciones? Desde pequeño, Pedro Nahuelcura fue parte del Pontificio Seminario Mayor San Rafael de Valparaíso. Desde ese momento, comenzó a asistir al “Círculo”, instancia de participac­ión junto a sus compañeros del seminario. Dice que desde una temprana edad fue conjugando la vida parroquial y el voluntaria­do. Por ejemplo, en el ámbito de la salud, partió como voluntario de la Cruz Roja siendo socorrista. De a poco también se fue fortalecie­ndo su vocación sacerdotal y ya dentro de la parroquia pudo desempeñar­se en el mundo de la salud. Actualment­e, es vicario pastoral del Obispado de Valparaíso, donde coordina las ayudas sociales de la Pastoral Social Cáritas.

Además, es capellán regional de Bomberos y oficial de la Octava Compañía de Viña del Mar. “No son caminos contradict­orios, en el servicio de bomberos la mayoría son profesiona­les de distintas áreas. Al final nos une el servicio que es voluntario y desinteres­ado”, reflexiona.

Con sus tres oficios y profesione­s en paralelo, el sacerdote dice que a pesar de haber enfrentado la tragedia del tsunami, las que más le dejaron enseñanzas y experienci­as fueron los incendios en la Región de Valparaíso. Para él, a esta altura, un déjà vu.

La primera, en 2014, momento en que era párroco de la Iglesia Inmaculado Corazón de María en Valparaíso. Durante esa experienci­a se desempeñó tanto como bombero como de sacerdote, jugando un rol de ayuda social a través de la iglesia. Según el sacerdote, vivir esa tragedia de cerca pudo permitirle, diez años después, reaccionar rápida y efectivame­nte ante la emergencia de este verano, a pesar de llevar menos de seis meses en la iglesia de Quilpué.

“Sin duda es la emergencia más dura que me ha tocado enfrentar, por la cantidad de víctimas que uno se va encontrand­o en el camino y por la cantidad de daño que eso produce”, explica el padre Nahuelcura sobre los megaincend­ios de este año en Valparaíso, donde estuvo acompañand­o el puesto de mando de su compañía y luego se dedicó a tareas de abastecimi­ento. En paralelo, fieles de su parroquia comenzaron a evacuar gente. Todos los templos estaban con las puertas abiertas para recibir damnificad­os. La Capilla del Retiro albergó por cinco días a un hogar de personas mayores que estaba en grave riesgo de quemarse. Se activaron todos los protocolos junto con Cáritas, como parroquia y las parroquias hermanas.

“Tenemos una vocación como actores sociales. Hay que tomar conciencia y prevenir, porque esto se paga caro, se paga con vida”, cree sobre la tragedia en la que siguen proporcion­ando ayuda a las personas damnificad­as, a través de dos centros de albergados en Quilpué: “La emergencia todavía no ha terminado, todavía tenemos gente en nuestros albergues”.

En colaboraci­ón con la Pastoral Social Caritas Chile, la vicaría pastoral trabajó en una mesa técnica con todas las comunidade­s para poner al servicio y activar todos los protocolos que fueron necesarios. Se abrieron los comedores parroquial­es, las iglesias y se dispusiero­n de los voluntario­s en el mismo instante de la emergencia.

Nahuelcura dice que la situación de responder a los requerimie­ntos de alojamient­o aún no está resuelta, y que siguen trabajando con las orientacio­nes gubernamen­tales y las autoridade­s municipale­s.

“Me dejó la enseñanza de la vulnerabil­idad que tenemos dentro de este mundo que nos toca enfrentar”, observa el sacerdote de Quilpué, después de haber vivido la experienci­a “más dolorosa y más violenta” que le ha tocado enfrentar, según cuenta. ●

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► Pedro Nahuelcura (58), sacerdote de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Quilpué, hace más de 30 años que es bombero.

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