Niñas y niños chilenos son los más obesos de Latinoamérica
El estudio, publicado en la revista The Lancet, reúne datos desde 1990 y muestra las alarmantes cifras de obesidad infantil en el país.
En las últimas décadas, los hábitos alimenticios han experimentado cambios significativos, impulsados en gran medida por el fácil acceso a la “comida chatarra”, que generalmente es más económica y requiere menos tiempo de preparación que opciones más saludables. Este fenómeno se ve exacerbado en los niños, quienes son expuestos a grandes cantidades de dulces y alimentos no saludables en eventos como cumpleaños, Navidad y el Día del Niño, contribuyendo así a la obesidad infantil con graves consecuencias en la vida adulta.
Según un estudio internacional, liderado por universidades e instituciones de EE.UU., Australia, Irlanda y Francia, que registró el peso y estatura de más de 220 millones de personas de 190 países, y publicado por la revista médica The Lancet, más de 1.000 millones de personas fueron clasificadas como obesas en 2022, y descubrieron que las tasas de obesidad se han cuadruplicado entre los niños y adolescentes.
Prevalencia
Según la investigación, y en el contexto latinoamericano, Chile también mostró altos índices de obesidad. Para el año 2022, la prevalencia de la obesidad en niñas alcanzó un alarmante 20%, posicionando al país como único en la región con cifras sobre el 20%. Igualmente preocupante, los niños chilenos experimentan una tasa de obesidad del 30%, también situándose como la más alta en Latinoamérica.
Samuel Durán, doctor en Nutrición y Alimentació y, director del Magíster en Salud Pública de la U. San Sebastián, señala que estas cifras se condicen con los datos más actuales que existen de la población chilena en el Mapa Nutricional Junaeb 2021, donde la obesidad en niños y adolescentes es de 25,4% y el bajo peso sólo representa un 1,3%. “Los datos muestran un alto nivel de obesidad en este rango de la población”, agrega el también miembro del Comité Científico de Lácteos del Consorcio Lechero.
¿Qué factores contribuyen a la aparición de esta enfermedad?
El auge de las pantallas, con series en diversas plataformas y videojuegos, ha fomentado el sedentarismo, un factor determinante en el aumento de la obesidad, lo que contribuye a la falta de actividad física en la sociedad moderna.
En cuanto a los factores genéticos o ambientales, algunos pacientes mencionan predisposición familiar a la obesidad, que se evidencia a menudo con la transmisión de malos hábitos alimenticios a lo largo de las generaciones, más que con factores genéticos específicos.
En adultos que experimentaron obesidad en su niñez, se observa una predisposición a mantener esta condi ción a lo largo de la vida. Además, se ha identificado el papel de fármacos y enfermedades que pueden contribuir al desarrollo de la obesidad. Entre estos, se destaca el hiperinsulinismo y la re
sistencia a la insulina, problemas hormonales que, si bien pueden diagnosticarse en personas obesas, a menudo son consecuencia de la propia obesidad.
La enfermedad metabólica que representa la obesidad altera el funcionamiento del organismo, afectando los receptores de insulina y generando un círculo vicioso de aumento de apetito y peso que requiere un enfoque multidisciplinario para su tratamiento.
¿Cómo impacta a largo plazo?
Los factores determinantes que podrían explicar el marcado aumento en la prevalencia de obesidad en niños y niñas chilenas son diversos y complejos. En primer lugar, se destaca el desequilibrio entre la ingesta energética y el gasto calórico. La población infantil tiende a consumir alimentos con alto contenido calórico, grasas, azúcar y sal, lo que contribuye al problema.
Además, se observa un cambio en los patrones de actividad física, con un aumento en el tiempo dedicado a las pantallas y una disminución significativa en la actividad física, incluso después de la pandemia. La carga laboral de los padres y las responsabilidades domésticas también influyen, limitando el tiempo disponible para actividades físicas en familia.
Otro factor relevante es la percepción distorsionada de los padres sobre el estado nutricional de sus hijos, lo que dificulta la identificación y abordaje de la obesidad infantil como un problema de salud. Estos factores combinados constituyen un desafío importante que requiere acciones integrales y coordinadas para revertir la tendencia y promover hábitos de vida más saludables en la población infantil chilena, explica Claudia Bugueño, nutricionista y académica Universidad Católica del Norte, e integrante del Comité Científico de Lácteos del Consorcio Lechero.
La obesidad no solo afecta la salud física, sino que también conlleva graves consecuencias a largo plazo, incluyendo enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Este problema crea un ciclo negativo, donde el aumento de peso puede reducir la actividad física debido a la vergüenza social, contribuyendo a problemas de salud mental como ansiedad y depresión en el corto plazo.
A largo plazo, la obesidad puede provocar complicaciones graves como esteatosis hepática y problemas osteoarticulares, afectando la calidad de vida y aumentando la vulnerabilidad a enfermedades crónicas en la edad adulta.
¿Cuál es el papel de los adultos?
Muchos de los hábitos alimenticios y conductas de salud de los niños están influenciados directamente por los adultos a su alrededor. Los niños no tienen una libre elección en términos de su alimentación o actividad física, sino que tienden a seguir el ejemplo de sus padres y adultos cuidadores.
Asimismo, vivir en áreas urbanas con escasas áreas verdes y limitado acceso a servicios dificulta adoptar hábitos saludables. Además, persisten creencias culturales que minimizan la importancia del peso en la infancia, con la falsa idea de que los adolescentes perderán peso naturalmente durante el estirón, lo cual es poco probable que suceda en realidad.
“Un niño con sobrepeso en la niñez y en la primera infancia, es un niño que tiene muchas más probabilidades de mantenerse con esos problemas en la adolescencia y luego, durante su trayectoria de vida”, señala Manuel Ortiz, psicólogo y director del Doctorado en Psicología de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la Universidad de la Frontera (VRIP UFRO).
Los niños con problemas de peso suelen tener un rendimiento menor en clases de educación física, lo que puede afectar su bienestar escolar y su popularidad entre sus compañeros. Además, es común observar que pueden experimentar retraimiento social y falta de motivación para participar en actividades sociales, lo que contribuye a un círculo vicioso de aumento de peso y aislamiento social.
Estudios muestran que existe una correlación entre el peso de los padres y el peso de sus hijos, principalmente debido a la influencia de los estilos de vida familiares en las actividades diarias y el uso del tiempo libre de los niños. Además, se observa una relación entre el nivel socioeconómico de la familia y los hábitos alimenticios, lo que indica que las familias con menores ingresos tienden a consumir alimentos menos saludables.
“Sin embargo, a diferencia de los adultos, el peso de los niños está fuertemente influenciado por los hábitos y prácticas diarias de la familia”, añade el especialista.
Principales cambiaos de hábitos en niños y niñas
Promover el consumo de lácteos debido a su riqueza en nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo infantil, como proteínas de alto valor biológico, calcio, fósforo y vitamina D.
Reconocer el papel fundamental de los padres en la prevención y tratamiento de la obesidad infantil, enfatizando la importancia de crear conciencia sobre hábitos saludables y la disponibilidad de tiempo para actividades familiares al aire libre.
Implementar polít icas públicas que fomenten la vida al aire libre y la participación en actividades familiares, incluyendo la posibilidad de cerrar temporalmente los comercios para facilitar estas prácticas.
Priorizar el aumento de la actividad física como parte del tratamiento para la obesidad infantil, promoviendo la vida activa tanto en entornos naturales como en actividades recreativas al aire libre.
Limitar el uso de pantallas, tanto en el hogar como en entornos escolares, para fomentar la interacción social, la comunicación y el desarrollo de habilidades sociales entre los niños, especialmente durante el recreo.
Estas recomendaciones apuntan a abordar los factores de estilo de vida que contribuyen a la obesidad infantil, promoviendo hábitos saludables desde una edad temprana y fomentando un entorno propicio para el crecimiento y desarrollo saludable de los niños.
Se considera fundamental la presencia de nutricionistas en espacios vitales como las escuelas para llevar a cabo intervenciones efectivas con los niños. Dado que los padres a menudo no están conscientes del riesgo y pueden no ser capaces de inculcar hábitos alimentarios y de actividad física saludables, su intervención es clave. “Para hacer intervenciones educativas directas con ellos” enfatiza la nutricionista.
Otros factores y recomendaciones son:
Priorizar el tiempo de sueño adecuado, con una recomendación de dormir más de 8 horas para reducir el riesgo de obesidad.
Educar sobre la calidad y cantidad de alimentos consumidos, destacando la importancia de incluir frutas, verduras, legumbres, pescados y lácteos en la dieta.
Desmitificar mitos sobre ciertos alimentos, como los lácteos, y promover su inclusión en una alimentación equilibrada.
Enseñar a los niños a cocinar y hacerlos parte del proceso de preparación de alimentos, fomentando el consumo de comida casera y saludable.
Limitar el tiempo de pantalla durante las comidas, promoviendo el compartir en familia y actividades al aire libre tanto en interiores como en exteriores.
Utilizar las pantallas de manera positiva, aprovechando su potencial educativo cuando sea necesario.
“Los últimos estudios muestran que los lácteos se asocian de manera inversa con la obesidad infantil, así también como con las caries dentales y que, De hecho, lo que hacen el consumir lácteos es aumentar un poco el tema del contenido mineral óseo la masa magra. Que es mas libre de grasa en verdad. Y favorecen lo que es el crecimiento de los niños, por tanto, yo creo que es fundamenta” concluye Bugueño.b
Los avances tecnológicos de las últimas décadas han obviado la necesidad y el deseo de los humanos de moverse. Gran parte de la población mundial permanece sentada durante largos períodos a lo largo del día, ya sea frente a un computador en el trabajo o frente a un televisor en casa. Dado que el cuerpo humano está hecho para moverse, estar sentado es claramente malo para nuestra salud. Un nuevo estudio de la Universidad de California en San Diego (UCSD) confirmó esto, y algo más.
Al inicio del estudio, se pidió a un total de 5.856 participantes femeninas de entre 63 y 99 años que usaran un monitor de actividad en la cadera durante siete días. Luego, los investigadores los siguieron durante una década, durante la cual murieron 1.733 participantes.
Monitor de actividad
Los investigadores utilizaron inteligencia artificial para calcular a partir del monitor de actividad cuánto tiempo estuvieron sentados los participantes y luego vincularon esto con su riesgo de muerte. Los datos mostraron que los participantes que se sentaban más de 11 horas al día tenían un riesgo 57% mayor de morir durante el período del estudio que aquellos que se sentaban menos de nueve horas y media al día.
Pero el ejercicio regular anulará los riesgos para la salud de estar demasiado tiempo sentado, ¿verdad? No según el estudio de la UCSD. El riesgo de muerte prematura seguía existiendo incluso con mayores cantidades de ejercicio de moderado a vigoroso. Un estudio de 2019 también encontró que una mayor cantidad de ejercicio no anula el riesgo de enfermedades como diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares que conlleva estar demasiado tiempo sentado.
Sin embargo, un estudio de Australia encontró que hacer entre 9.000 y 10.500 pasos cada día reducía el riesgo de muerte prematura, incluso en personas que se sentaban mucho.
Los hallazgos contradictorios podrían explicarse por los monitores de actividad que se usan en la cadera en el estudio de la UCSD y en la muñeca en el estudio australiano, lo que podría conducir a diferentes estimaciones del tiempo sentado.
El estudio australiano tampoco utilizó ningún software especial en los datos del monitor de actividad para determinar cuándo los participantes estaban sentados o de pie, lo que significa que estar de pie se habría considerado incorrectamente como sentado. Por ejemplo, si un participante permaneció quieto durante media hora, esto se consideraría media hora de estar sentado. Esto podría significar que el estudio australiano sobreestimó el tiempo que los participantes pasaron sentados.
La evidencia del estudio de la UCSD parece ser mejor y destaca la necesidad de sentarse menos. Las directrices actuales de la Organización Mundial de la Salud respaldan esto y recomiendan que los adultos limiten la cantidad de tiempo que pasan sentados y interrumpan los períodos prolongados de estar sentados.
¿Cuánto tiempo sentado es demasiado?
Entonces, ¿cuánto tiempo sentado es demasiado? El estudio de la UCSD dice 11 horas por día. Otra investigación dice que sólo siete horas al día podría ser demasiado. También hay muchas investigaciones que demuestran que no debe sentarse durante más de 30 minutos seguidos, ya que esto puede aumentar sus niveles de azúcar en sangre y tu presión arterial.
Entonces, ¿qué puede hacer para evitar estar sentado durante largos periodos de tiempo?
Un escritorio para sentarse y pararse podría ser útil si trabaja en una oficina. O puede levantarse y moverse entre tareas laborales o mientras atiende una llamada. En casa, puede ponerse de pie durante las pausas de los anuncios de televisión o mientras la tetera está hirviendo. Algunos dispositivos inteligentes y wearables también zumban si has estado sentado durante demasiado tiempo.
Pero ¿qué pasa si no puede pararse ni caminar? Un estudio de 2020 encontró que pequeñas ráfagas de ejercicio de brazos (por ejemplo, dos minutos cada 20 minutos) reducían los niveles de azúcar en sangre en usuarios de sillas de ruedas. Siempre que esté haciendo algo que signifique no quedarse quieto, se pueden obtener beneficios para la salud.b