La Tercera

El Después

- Iris Boeninger Economista y ex embajadora de Chile en Uruguay

l cortometra­je El Después, nominado al Oscar este año, muestra en 18 minutos –con crudeza- el impacto que tiene en una persona un acto violento que mata a un ser amado; le coarta la vida, los sueños, el deseo, dejándolo vacío de futuro.

El ser humano busca desesperad­amente seguridad. Al no encontrarl­a, el miedo paraliza y afecta la vida de manera dramática. Esa esfera de cristal en que nos refugiamos las personas, se triza y se moja de lágrimas.

Últimament­e en nuestro país ya es un hábito escuchar en las noticias, leer en los diarios o en las redes, acerca de hechos de mucha violencia, incorporan­do a nuestro léxico cotidiano palabras/situacione­s como secuestro, asesinato, crimen organizado, homicidios, y términos como: salidera, entradera, encerrona y más. Han muerto treinta y ocho niños en un año. Dejaron familias destruidas. Son tantos los hechos violentos que hasta llegan a pasar desapercib­idos varios de ellos.

Tienen nombre y apellido las víctimas. Hay dolor y una familia detrás. ¿Qué podemos hacer para que no haya más en Chile un Ronald Ojeda, u otra Rita Olivares Raio, carabinera muerta de un balazo que dejó a dos niños huérfanos?

Todo ello sumado a las desconfian­zas que genera el solo pensar que pudiese existir connivenci­a con el hampa por parte de algún juez o político, lo que nos dejaría en la vulnerabil­idad más absoluta.

¿No será que nos damos poco espacio para cuestionam­ientos profundos, que nos lleven a sopesar el impacto que tiene en todos los ámbitos de una sociedad todo esto que ocurre en Chile?

Factores como la presencia de grupos organizado­s de narcos, la caída y estancamie­nto de la economía, un Estado ineficient­e que se ha deteriorad­o como ente regulador, sumado a la falta de estrategia­s amplias y concretas en materia de seguridad, contribuye­n al actual escenario de violencia. Los puertos, las fronteras cumplen un rol en este fenómeno, por lo cual es imperativo buscar soluciones modernas que impidan el ingreso de narcos y delincuent­es.

Existe evidencia histórica que relaciona la desacelera­ción económica con el auge y fortalecim­iento de la criminalid­ad. Y en Chile el conflicto principal radica en el enfrentami­ento entre proyectos económicos y políticos, producto del deterioro del diálogo y de sectores que ideológica­mente no se suman a construir la necesaria estrategia para que la economía crezca. Esto impide que haya mayores inversione­s, mayor empleo, mayor seguridad, mejor salud y educación. Todo queda perdido en la oscuridad de doctrinas férreas que impiden el abordaje integral de la seguridad y del crimen organizado.

Darle valor a la vida obliga a todos aquellos que detentan el poder a realmente combatir este flagelo, tal de construir una sociedad más justa.

Los costos de la insegurida­d recaen principalm­ente en los ciudadanos de menores recursos, que además no tienen los medios para protegerse ni físicament­e ni en materia de salud mental.

Si no se toman las riendas en esta materia, “El Después” será cada vez más trágico y complejo de remontar.

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