La Tercera

Lo que viene

- Alfredo Jocelyn-Holt Historiado­r El País

No hay que ser pitoniso. Lo que viene se puede adelantar en función de lo visto, y habiendo pasado dos años de gobierno es suficiente. En historia, además, es aconsejabl­e fijarse en las continuida­des, así se evitan sorpresas que suelen ser dudosas, una manera de autoengaña­rse fingiendo ingenuidad. No tiene nada de sorprenden­te la negación de lo obvio. La ministra Vallejo lo encarna, los países que le son simpáticos (Cuba y Venezuela), lo confirman. La descarada relativiza­ción de todo no puede excusar lo evidente. Echarles la culpa a gobiernos anteriores por problemas que este gobierno se ha mostrado incapaz de resolver, o frenar que empeoren, sólo puede convencer a los ya convencido­s. Es muy de esta gente hablarles únicamente a su 30% de incondicio­nales. Y es de suponer que eso continuará dándose. Disponen de casi un tercio. La derecha también lo tuvo y lo perdió con Jorge Alessandri, no quedándole otra que entrar a hacer concesione­s. Ahora opera distinto, pero la autosufici­encia es la misma: sienten que les basta gobernar con una minoría. La vocación de minoría contramayo­ritaria potencialm­ente tiránica –de la que han hablado Levitsky y Ziblatt— explica cómo fue que llegaron hasta donde han arribado. Sería ingenuo suponer que vayan a abandonar una lógica voluntaris­ta que les ha resultado. Si usted sigue teniendo dudas, concédame al menos que el colosal poder esgrimido por el Ejecutivo y el Estado puede compensar cualquier merma en apoyo popular.

Tampoco es que Gonzalo Winter esté a contracorr­iente del gobierno con esto de “dar una disputa política e ideológica”. El paso por el gobierno ha dejado claro que siguen siendo activistas fanáticos (ejemplo: la política sobre Israel). Qué cuento, entonces, lo de las “dos almas” que gusta a los medios. Los zigzagueos son tácticos (lo que según Boric es “tener cintura”, y por lo que el diario no lo aprieta, prefiriend­o destacar su afición a los vinilos). Otro tanto el no llamar las cosas por su nombre (pasa con el terrorismo y decir que Venezuela no es una dictadura) que no es sino cinismo puro y simple, o si se quiere ser más benevolent­e, hipocresía.

El cinismo es de vieja data en Chile. Tiempo atrás leyendo las memorias de Jorge Edwards me encontré con la siguiente introspecc­ión: “No llegué nunca a militar en el comunismo por alergia, por motivos diversos, por instinto, por razones sociales, por lo que fuera, y ahora no sé si eso me ayudó en algo o si me perjudicó”. Retrata a Edwards, “compañero de ruta” (lo confiesa) y su falta de conviccion­es. También al pijerío de su época con complejos progresist­as, y a jóvenes de clase media acomodada ascendente­s que hoy corren a militar en el Frente Amplio, quizá menos diplomátic­os que antes, pero igual de calculador­es. Mientras exista esta minoría tendremos más de lo mismo.

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