La Tercera

Taquería El Socio: Buen partner

- Por Álvaro Peralta Sáinz Cronista gastronómi­co

Ainicios de los años noventa hubo una especie de moda mexicana que hizo florecer varios boliches de comida de ese país en Santiago. Sin embargo, a poco andar muchos desapareci­eron y varios otros derivaron en una onda media TexMex. Afortunada­mente el panorama ha cambiado durante más o menos el último lustro, por lo que ahora es común toparnos con restaurant­es mexicanos y sobre todo taquerías en distintos puntos de la ciudad. Por lo mismo no me sorprendí tanto cuando me encontré con esta taquería en plena Avenida Larraín casi esquina Tobalaba y decidí pasar a conocerla.

Aunque era ya hora de almuerzo no había absolutame­nte nadie en el restaurant­e, por lo que elegí libremente una mesa en la terraza. La mesera me llevó inmediatam­ente la carta y de paso encendió un ventilador gigante a mi lado, haciendo el ambiente mucho más agradable. Me decidí por una quesadilla vegetarian­a ($6.200) más unos tacos al pastor ($8.200) y un agua de Jamaica ($1.900), tan de moda por estos días, y que llegó rápidament­e. Muy fría y con el toque justo de ácido y dulzor, aunque algo pequeña.

Luego vendría una espera de unos 15 minutos, durante la cual el restaurant­e comenzó a llenarse e incluso a una mesa le llegó la comida antes que a mí. Pero bueno, finalmente tenía los platos en mi mesa y partí por la quesadilla, correctame­nte cortada en cuatro y con una buena cantidad de un queso bien suave que combinaba perfecto con champiñone­s, cebolla y pimientos cortados bien gruesos y bien tostados en la plancha, lo que les daba un sabor levemente dulce y ahumado muy rico. Excelente la quesadilla, y mucho mejor quedó con una salsa de ají amarillo que me llevaron a la mesa.

Luego vinieron los tacos, que eran tres y venían -como debe ser- con tortillas de maíz, al igual que la quesadilla. La carne, coloradita y bien condimenta­da, venía cortada en trozos pequeños y con un trozo de piña al natural encima. Aparte venía un poco de cebolla y cilantro picados más el clásico trozo de limón. Así que no quedaba otra que armar el taco con todo lo anterior y… para adentro. La verdad es que salvo el detalle que les faltaba un poquito de temperatur­a, lo cierto es que estaban bien buenos. Probé también agregándol­es la salsa de ají amarillo y otra de jalapeño, pero al final la mejor combinació­n fue con la de chile de árbol, bien picante pero muy sabrosa.

Raya para la suma: buena taquería al paso. Bien atendida y con buenos sabores. Solo hay que tener ojo con la temperatur­a de la carne, agrandar un poco el agua de Jamaica y apurar la cocina. Y claro, imposible no pensar en Jenaro Prieto con el nombre del boliche.

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