La Tercera

Examen a la marca del Frente Amplio

- Por Amelia Eguiguren P.

Álvaro Becker: “Es una buena marca, pero necesita encontrar un relato”

La semana pasada, la opción de generar un partido único en el Frente Amplio se impuso tras un referéndum electrónic­o. La idea busca re impulsarla marca-desgastada tras dos años de gobierno agrupando a los partidos Revolución Democrátic­a y Convergenc­ia Social. Álvaro Becker y Martín Vinacur, expertos en comunicaci­ón política, analizan el nuevo escenario.

Para el director general creativo de Bbdo, que ha participad­o en campañas de Sebastián Piñera, Sebastián Sichel e Ignacio Briones, el Frente Amplio sigue siendo una buena marca. Asegura que existen buenos voceros, como Tomás Vodanovic y Gonzalo Winter, pero que sin duda lo que se espera en este segundo tiempo es madurez.

¿Cuál es el análisis que hace hoy al Frente Amplio?

El Frente Amplio, como lo dice, es muy amplio en términos de la cantidad de partidos y de izquierdas que hay dentro del mismo conglomera­do. Y probableme­nte el gran desafío que tienen es entregar una visión común con respecto a las problemáti­cas que tiene el país. Encontrar esa unión para poder avanzar, para que la oferta que ellos tienen como marca sea clara y no sea contradict­oria. Lo que uno quiere de las marcas es que cada vez sean más transparen­tes, verosímile­s y consistent­es.

¿Entonces sería bueno partir por hacer desaparece­r este concepto de las dos almas que están dentro del gobierno?

Sí, exacto. Yo creo que el presidente Boric debería alinear la propuesta de valor que tiene el Frente Amplio, porque está tan fragmentad­o como partido que es muy difícil encontrar una voz común. La que sí tenían cuando eran oposición, que era superinter­esante, porque estaban todos muy alineados con lo que querían como país. Y, mientras fueron gobernando, se dieron cuenta de que, o no tenían las herramient­as institucio­nales para hacer las cosas que querían hacer, además de las distintas almas. Al final queda una marca media ambivalent­e en decir cuál es la cifra de valor. La gran misión que tiene el Frente Amplio es encontrar esa voz común y liderarla.

¿Cuáles serían los conceptos que mejor representa­n hoy al Frente Amplio?

Yo creo que el Frente Amplio como marca tiene algo que es interesant­e: el tema de la libertad individual, el progresism­o, que es un partido joven, el cual está empezando y del que se espera mucho y que puede conectar muy bien con audiencias más jóvenes. Yo creo que todavía tiene un capital político superinter­esante y también muy leal. Puede pasar cualquier cosa en Chile, pero todavía tiene una base política como de un 26% de aprobación, que lo hace ser interesant­e desde el punto de vista electoral.

Con estos seguidores tan leales, ¿le conviene seguir siendo una marca de nicho, o debería buscar ser algo más masivo?

Esa es la gran pregunta. Porque si quieren ganar esta elección, conviene siempre ampliar su base electoral. Porque al final del día, si quieren ser mayoría, si quieren gobernar, necesitan tener una mirada un poco más moderada. Pero, por otro lado, podrían correr el riesgo de perder a sus militantes. Ahí es cuando, por ejemplo, Gonzalo Winter dice “tenemos que ganar la batalla cultural que estamos perdiendo”. Y por otro lado tienen otros líderes del Frente Amplio que dicen “tenemos que ser un poco más moderados y ampliar nuestra base electoral”. Lo interesant­e es cómo conectan sus ideas con cosas que sí conectan con la ciudadanía.

¿Tiene que haber un ajuste en su relato con el voto obligatori­o?

Tiene que haber un ajuste. Sobre todo porque, al parecer, el voto obligatori­o pone a gente más desinteres­ada en la política. Entonces, el voto fuerte que ellos tienen, probableme­nte lo van a tener, pero la gente que no va a votar o que la están obligando no es tan fiel, es más móvil. Entonces, si ellos quieren abrir su espectro político, deberían moderarse más. Es como el Boric de segunda vuelta, que se acercó un poco más al socialismo democrátic­o y eso hizo que ampliara su aspecto electoral.

¿Cree que los pros y contras que tenía el Frente Amplio son los mismos antes de llegar a La Moneda y ahora, 2 años después?

No. Creo que cuando fueron oposición, fueron a una oposición supercoher­ente, superclara, supernítid­a. Tenían un relato espectacul­ar en términos comunicaci­onales. Uno votaba por el Frente Amplio y era algo totalmente claro, una izquierda renovada que venía a cambiar las cosas. Pero cuando tomaron el poder fue todo lo contrario: se dieron cuenta que no es tan rápido, que necesitan herramient­as institucio­nales, que todas las cosas que dijiste que detestabas tienes que llegar a hacerlas. Se encontraro­n con que la ciudadanía les reclamaba cosas que ellos mismos criticaban. Esta ambivalenc­ia se les vino encima.

¿Cree que el Presidente es un activo relevante?

El Presidente tiene algo que es muy bueno: tiene carisma y yo creo que la gente dentro de todo lo quiere. Creo que muchas veces la gente separa al Presidente de su coalición y mucha gente debe pensar que puede ser un buen tipo. Creo que todavía el Presidente tiene un capital para encauzar el Frente Amplio y liderarlo, pero ahí me imagino que tiene que trabajar desde los partidos políticos y encontrar ese relato común.

Había ciertas palabras que rápidament­e se asociaban a la marca del Frente Amplio, como “rebeldía”, “lucha”, “libertad”. ¿Cuáles serían hoy esas palabras?

Esas palabras como rebeldía, lucha, la gente hoy en día no las quiere. La gente hoy en día quiere paz, quiere acuerdos, quiere otro tipo de atributos cuando uno busca un partido. Quizá la rebeldía del Frente Amplio no se debe perder desde el punto de vista de la forma o la honestidad de decir las cosas, pero no sé hasta dónde aguanta la rebeldía cuando tú eres el gobierno. Porque el estatus de la rebeldía es de ponerse rebelde ante el statu quo, del poder, pero cuando tú eres el poder, no puedes ser rebelde.

¿Cuáles serían tres palabras que se le podrían atribuir hoy a la marca del Frente Amplio?

No por ser muy amplio pierda el frente, en el sentido de que creo que tiene que haber diversidad, pero también tiene que haber unión dentro de lo que pasa con ese conglomera­do. Y tiene que haber una búsqueda que la gente la pueda entender claramente. Yo del Frente Amplio esperaría un estado de crecimient­o y maduración.

¿Usted cree que se debería revaluar el nombre de la marca como Frente Amplio? ¿O es un nombre que está establecid­o?

Es una buena marca hoy el Frente Amplio. Lo que sí necesita es encontrar un relato. Al final el relato es más importante que el branding de una marca. Lo que tiene que hacer el Frente Amplio es una marca bien reconocida, es poder encontrar ese relato que les permita a los chilenos entender cuál es su propuesta de valor hacia la ciudadanía.

El publicista argentino se hizo cargo de la primera campaña de Michelle Bachelet, en 2005 -que la convirtió en la primera mujer Presidenta de Chile-, y luego comenzó a incursiona­r en la comunicaci­ón política. Así llegó a asesorar a dirigentes políticos y a participar en la segunda vuelta presidenci­al de Gabriel Boric. Hoy, argumenta, ve un desgaste en el Frente Amplio.

¿En qué estado está hoy la marca del Frente Amplio?

Una premisa: no me gusta hablar de marcas en política. Las marcas suponen una lógica transaccio­nal, de consumo. Y, si bien hay muchos elementos aplicables desde el mundo del branding, entender la comunicaci­ón política desde el marketing es soslayar una dimensión mucho más profunda que la simplement­e marcaria. Son constructo­s más complejos que una marca: un presidente no es un chicle. No tengo estudios actualizad­os acerca de qué significa, hoy, en el imaginario social, el Frente Amplio, pero hay un desgaste natural. Básicament­e porque el Frente Amplio se instaló en la escena política como un retador. Y un retador es un gran rol para ser opositor, no para ser gobierno.

¿A qué conceptos considera que apela hoy? ¿Son los mismos que antes de llegar a la Moneda?

Sí y no. Las izquierdas están bastante confundida­s a nivel global, no solo local. Son los mismos en tanto como coalición siguen muy enganchado­s en el script del retador. La crítica ácida al sistema, la denuncia, pertenecen a esta fase. Pero cuando sos gobierno tenés que hacer un ritual de cambio: ya no representa­s solo a un sector, sino a todo un país. Tu rol pasa a ser el de sacar adelante las promesas de campaña y para eso hay que conversar, negociar, consensuar. Y las posiciones radicales no ayudan. Aun así, pienso que quien entendió esto rápidament­e fue el mismo presidente Boric. Incorporó a ministros de la Concertaci­ón, que sin duda ha sido de sus mayores aciertos. Ha demostrado ser una persona capaz de ver e ir más allá de las conviccion­es férreas de su coalición. Salir del fundamenta­lismo. Esa valentía ha sido muchas veces criticada desde su mismo sector, injustamen­te a mi parecer. En definitiva, no es lo mismo evaluar al FA como retador que como gobierno.

¿Cuáles eran sus activos y pasivos antes y después de llegar a La Moneda?

Un retador trae aparejadas una serie de caracterís­ticas: frescura y perspectiv­a nueva, desafiar el statu quo, incorporar nuevos temas, incorporar nuevas audiencias, la innovación y renovación. Son intrínseco­s al rol y jugaron un papel importante en la presidenci­al, especialme­nte en la segunda vuelta frente a una figura ultraconse­rvadora, a la derecha de la derecha, como Kast. Es muy decidor que el resultado de la presidenci­al y las parlamenta­rias haya sido tan disímil. A Boric le fue muchísimo mejor que al FA. De manera que la ciudadanía, en ese momento y circunstan­cia, confió más en el candidato a Presidente que en la coalición. Y muy probableme­nte esa diferencia se haya dado a partir de la interpreta­ción del FA como un brazo del estallido social de 2019. Hoy, insisto, esa diferencia entre Boric y el FA se sigue marcando, y hasta es posible que haya aumentado, en tanto el FA siga en su rol de challenger y alineado con este flujo de una izquierda más identitari­a que defensora de la clase media y trabajador­a.

¿Cuáles son sus principale­s desafíos para consolidar­se y reimpulsar­se?

Hacer ese switch. Entender que están en el gobierno. No se puede ser anti-establishm­ent cuando sos el establishm­ent. Y hay rituales para esto. Claro que dos años tarde.

¿Considera que tienen que ajustar su relato ahora que entra el tema del voto obligatori­o?

Por supuesto. El voto obligatori­o es parte de las reglas y vos tenés que hacer una estrategia electoral antes de hacer una estrategia comunicaci­onal, que es algo que generalmen­te no se hace, que es entender cómo todo influye, cómo son los distritos, cómo son los territorio­s, cómo están distribuid­os los votantes e, inclusive, voto obligatori­o o no voto obligatori­o. Tenés que entender el sistema, que fue lo que entendió Trump cuando ganó. Que no ganó por voto popular, sino que ganó por estrategia electoral. Entonces, eso primero. El voto obligatori­o, por supuesto que te cambia las reglas del juego. En el sentido, lo que tiene que hacer el Presidente, el Presidente amplio, es leer sus números y entender cómo jugar en ese escenario. Pero no debería tener vocación de nicho, para empezar.

¿Cómo lograría volverse masiva?

Tuvieron una oportunida­d de oro y fue la de ser la renovación de la Concertaci­ón. Una continuida­d depurada, mejorada. Pero eligieron ser retadores no solo de la derecha, sino también de la centroizqu­ierda. Creo que ese fue el error estratégic­o más grande.

¿Eso se puede subsanar?

El Presidente de alguna manera lo ha hecho. Esto partió con Giorgio Jackson deshaciend­o la Concertaci­ón y después eso se tradujo en la campaña en las primarias. Yo le advertí por Twitter que era un error grande. Tenían la oportunida­d de ser la nueva generación mejorada de la Concertaci­ón. Y por eso digo que fue un error estratégic­o. Porque eso sirvió para ponerse en el mapa a la izquierda de la Concertaci­ón.

¿Cómo evalúa a sus principale­s voceros?

Más que vocerías, donde encuentro que hay personas que tienen capacidad para hacerlo, creo que hace falta una estrategia comunicaci­onal más profunda e integrada. Hoy el FA no le aporta nada al gobierno y tampoco el FA capitaliza nada de los avances que salen desde La Moneda.

¿Quiere decir que hoy el Frente Amplio sería un lastre para el gobierno?

Manejándos­e con una lógica más cercana tipo “ok, ahora somos un partido de gobierno y tenemos que abrirnos. Somos un partido que tenemos nuestra ideología, tenemos nuestras ideas y sacar adelante políticas públicas y cómo ayudamos al gobierno para que esto suceda”. Bueno, el Frente Amplio no lo está haciendo. Y, al no estar haciéndolo, es un lastre para el gobierno.

Había ciertas palabras que rápidament­e se asociaban a la marca del Frente Amplio, como “rebeldía”, “libertad”, “lucha”. ¿Cree que se siguen asociando?

Todo eso pertenece al mundo del retador, no al del gobierno. Esos conceptos, comunicaci­onalmente hablando, están más ligados a movimiento­s estudianti­les o al estallido. Y eso es pasivo. Puro.

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