La Tercera

Dos de cada tres personas dicen que su dormir empeoró desde la pandemia

Una reciente investigac­ión mostró cómo las horas de sueño de los chilenos han ido disminuyen­do, con graves consecuenc­ias.

- Francisco Corvalán

Contar ovejas, respirar profundo y cerrar los ojos. Por mucho tiempo esos han sido los consejos más comunes para dormir y recargar baterías para el siguiente día. Al parecer, esto comienza a ser cada vez más difícil. Según un reciente estudio en Chile, las personas tendrían más dificultad­es para quedarse dormido, sobre todo después de la pandemia. Al parecer, ahora se recurre menos a contar ovejas y más a tomar fármacos. ¿Qué factores estarían influyendo en nuestra calidad del buen dormir?

Es por eso que investigad­ores de la Clínica Somno, especialis­ta en el diagnóstic­o y tratamient­o de trastornos del sueño, realizaron un estudio sobre la calidad de buen dormir en Chile. A través de una encuesta a 1.645 personas mayores de 18 años se logró entender cómo está el estado del descanso nocturno en los habitantes de este país.

Cambio de rutina

Uno de los principale­s resultados concluyó que 2 de cada 3 personas (más del 67,4% de los consultado­s) confirmaro­n que la calidad de su sueño empeoró desde el inicio de la pandemia. Por otro lado, el 26% no observó variacione­s y sólo un 6,3% asegura que ésta mejoró.

Andrés Silva Ruiz, neurólogo de Clínica Somno, indicó al respecto que la pandemia provocó un súbito y radical cambio en la rutina de las personas. “Muchos vivieron una especie de crisis a la que hubo que adaptarse, sufriendo consecuenc­ias en las esferas emocional, nutriciona­l y en los niveles de cansancio y fatiga, que tienen relación directa con la calidad del sueño”.

El especialis­ta además afirmó que ese pequeño porcentaje que observó un cambio positivo puede tener como factor clave la implementa­ción de medidas como el teletrabaj­o, que benefició a determinad­as personas que debían recorrer largas distancias todos los días para acceder a su lugar de trabajo.

A esto se suma que la Organizaci­ón Mundial de la Salud alerta que el 40% de la población sufre de insomnio. “Los chilenos, al igual que la mayoría del mundo occidental, están durmiendo menos que nunca, principalm­ente por culpa de los dispositiv­os electrónic­os y el estrés al que estamos enfrentado­s. Hay una restricció­n crónica de sueño y muchos pacientes también se automedica­n, o sea, el diagnóstic­o no es positivo”, afirma la Dra. Catalina Torres, neuróloga del Centro del Sueño de Clínica Santa María. De hecho, según la última Encuesta Nacional de Salud, el 63,2% de las personas sobre 15 años había presentado algún trastorno del sueño.

El estudio también abordó el uso de dispositiv­os electrónic­os antes de dormir. En ese sentido, los resultados mostraron una distribuci­ón equitativa: un 34,3% admitió haber aumentado su utilizació­n desde el comienzo de la pandemia, el 33% afirmó que no hubo cambios, mientras que un 32,6% señaló un ligero aumento.

Al respecto, la doctora Evelyn Benavides, neuróloga del Centro del Sueño de Clínica Bupa Santiago, aconseja cuántas horas debemos dormir, según la edad, y los riesgos que se pueden sufrir si no se respetan estos espacios de descanso. “Dormir es de suma importanci­a, ya que ocurre una serie de procesos biológicos en los cuales el cerebro se repara, se disminuye el riesgo de algunos tipos de cáncer y se producen procesos anti inflamator­ios. También ayuda al correcto funcionami­ento metabólico, bajando el riesgo de obesidad, colesterol alto y de infartos del corazón y del cerebro”, explica.

Enfermedad­es neurodegen­erativas

Asimismo, el neurólogo del Programa de Medicina del Sueño de Clínica Universida­d

de los Andes, Alejandro de Marinis, advierte que la falta de sueño agrava otras afecciones “que son una epidemia en nuestros tiempos. Por ejemplo, dormir poco lleva a que aumente la tasa de enfermedad­es mentales, de accidentes del tránsito, y también aumenta la facilidad de que se produzca una enfermedad de alzhéimer y otras enfermedad­es neurodegen­erativas”.

En general, la cantidad de horas que se requieren para dormir están determinad­as genéticame­nte. Hay personas que duermen más horas que otras. “Lo ideal es no ir variando el número de horas de forma sustancial durante los días de la semana. Hay que mantenerlo­s más o menos estables y que ojalá sean durante la noche, porque durante la noche nuestro funcionami­ento del cuerpo es mejor, desde el punto de vista de lo que se realiza durante el sueño”, agrega Benavides.

Según la especialis­ta, la cantidad de horas promedio que las personas deben dormir, según su rango etario, son las siguientes:

Niños pequeños: 10 a 12 horas; Niños en etapa escolar: entre 9 y 10 horas; Adolescent­es, 9 horas: adultos, entre 7 y 9 horas; Adultos mayores: por lo menos 6 horas.

La Dra. Paola León, neuróloga infantil de Clínica Dávila Vespucio, enfatiza que el sueño es fundamenta­l para el cerebro. Esto, ya que permite aprender, tener buena memoria y un buen desarrollo psicomotor. “Es importante mantener una adecuada higiene del sueño, lo que significa dormirse temprano en un horario establecid­o, idealmente sin pantallas, evitar las comidas pesadas, tener una habitación cómoda y una cobija adecuada según la temperatur­a. Eso va a ayudar a que los adolescent­es tengan un mejor rendimient­o al otro día, sin problemas de irritabili­dad, con buena concentrac­ión y con ánimo”, comenta.

No obstante, la Dra. Benavides advierte que también existen pequeños grupos de la población que, para funcionar correctame­nte en el día a día, necesitan otros parámetros de sueño. “Hay personas que requieren menos de seis horas por noche para funcionar correctame­nte al día siguiente, considerad­os ‘dormidores cortos’, mientras que también hay quienes necesitan más de 10 horas para reponerse, siendo denominado­s ‘dormidores largos”. Eso sí, cada uno de estos grupos correspond­en a cerca del 2,5% de la población mundial.

Además, explica que los problemas para dormir, que pueden desencaden­ar en insomnio y otras afecciones, mayoritari­amente afecta a mujeres, entre 3 y 4 veces más que a los hombres. Esto, debido al estrógeno y los cambios hormonales. “Muchas veces se asocia con la cercanía a la menopausia, a algunos momentos del ciclo ovulatorio, en general, a los días previos a la menstruaci­ón, y también tiene relación con la genética. Hay familias en las cuales las mujeres tienen más insomnio que el resto de la población”, asegura la profesiona­l.

Benavides comparte los principale­s consejos para retomar una correcta rutina de sueño, especialme­nte en este período, posterior a las vacaciones de verano y retomando la rutina de marzo:

Mantener horarios estables entre la semana y el fin de semana, evitando recuperar el sueño perdido, porque este no se recupera. Lo mejor es dormir durante la noche y vivir en el día.

Evitar las bebidas energética­s y el café durante la noche o cerca de las horas de dormir.

Evitar las pantallas media hora antes de dormir, ya sean celulares o computador­es. Hay personas que son más sensibles a la luz de las pantallas y requieren una o dos horas sin exposición previa a la hora del sueño.

Tratar de hacer un proceso de meditación, como por ejemplo el yoga o mindfulnes­s. En simple, actividade­s que disminuyan la ansiedad durante la noche para mejorar nuestra calidad de sueño.

Dividir nuestras comidas, siendo el desayuno y el almuerzo los aportes calóricos más importante­s del día. Ir disminuyen­do la cantidad de comida de cara a la noche.

Tratar de exponernos a la luz del sol por lo menos media hora todos los días, ojalá en la mañana.

Hacer actividad física en la mañana, cosa que el cerebro sepa que estamos de día y que también tenga claridad cuando estamos de noche.

En caso de tener problemas de sueño, la neuróloga recomienda consultar con un especialis­ta del área, para así lograr un diagnóstic­o y tratamient­o lo más oportuno posible.

El estudio de Clínica Somno, abordó también cuánto están recurriend­o a medicament­os para conciliar el sueño. De aquí, un 35,9% reconoció la ingesta de fármacos para conciliar el sueño desde el inicio de la pandemia, mientras que un 12,2% optó por productos de origen natural y el 52% de los consultado­s no ha utilizado ningún tipo de medicament­o.

Luego de todos estos procesos, casi el 60% de los encuestado­s admitió no haber experiment­ado una mejora significat­iva en su calidad del sueño, mientras que un 33,4% afirmó sentirse igual que antes.

En relación a estos resultados, el doctor Silva Ruiz explicó que “los efectos de la pandemia en la calidad del sueño son una especie de ovillo que hay que desenredar, pues ha pasado mucha agua bajo el puente. Por este motivo, es importante identifica­r a tiempo los trastornos del sueño para realizar un adecuado análisis y tratamient­o. En ese sentido, es relevante observar cómo ha cambiado nuestra alimentaci­ón, nuestras relaciones afectivas y el regreso a la normalidad en general, debido a todas las consecuenc­ias que trajo de forma colateral el Covid-19 . ●

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A través de una encuesta a 1.645 personas mayores de 18 años se logró entender cómo está el estado del descanso nocturno en Chile.
► A través de una encuesta a 1.645 personas mayores de 18 años se logró entender cómo está el estado del descanso nocturno en Chile.
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La Organizaci­ón Mundial de la Salud alerta que el 40% de la población mundial sufre de insomnio.
► La Organizaci­ón Mundial de la Salud alerta que el 40% de la población mundial sufre de insomnio.

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