La Tercera

¿El electorado ya probó suficiente?

- Rafael Sousa Socio en ICC Crisis y profesor de la Fac. de Comunicaci­ón y Letras UDP

Las elecciones de los últimos tres años transforma­ron la sorpresa en regla. Lo probable cedió ante lo posible, multiplica­ndo los actores políticos que merecían ser tomados en serio. Cinco variables incidieron en esto: el voto obligatori­o, la ausencia de incumbente­s en el caso de las elecciones de órganos constituci­onales, el experiment­o con las listas de independie­ntes en la primera de esas elecciones, el descontent­o con los incumbente­s como motor del voto, y la fuerza de los ánimos dominantes en las diferentes elecciones, primero reformista, luego conservado­r. Se abrió así un periodo de reordenami­ento político, en que el electorado estuvo dispuesto a probar alternativ­as fuera del menú tradiciona­l. Pero todo reordenami­ento termina en un nuevo orden o en el caos. ¿Serán las elecciones de este año las que consoliden el nuevo orden?

Sobre los efectos del voto obligatori­o, podemos distinguir como rasgos generales de los nuevos votantes su inclinació­n a impugnar al poder y un cierto pragmatism­o, que podría confundirs­e con conservadu­rismo. Sobre los incumbente­s, la ley que limita la reelección y la relevancia del voto castigo provocaron que, por ejemplo, el número de alcaldes reelectos bajara de 131 en 2016 a 71 en 2021, mientras se doblaban los independie­ntes electos fuera de pacto (de 52 a 105). La ampliación del universo de votantes por la obligatori­edad del voto podría disminuir el efecto del clientelis­mo, mejorando las posibilida­des de los desafiante­s, entre los cuales podríamos contar más de 100 exalcaldes que no compitiero­n en 2021 por haber llegado al máximo de periodos permitidos. Estos factores, sumados al pesimismo ciudadano respecto del futuro de la economía, la desesperac­ión por la seguridad, la decepción con el trabajo de las nuevas fuerzas –el Frente Amplio y Republican­os- cuando han llegado a ser dominantes en distintas sedes, y la desconfian­za hacia los viejos y nuevos exponentes de la política, hacen razonable la idea de que la ciudadanía sigue dispuesta a degustar nuevas propuestas, extendiend­o el proceso de reordenami­ento de fuerzas y abriendo una ventana al populismo.

Paradójica­mente, el desencanto con la variada gama de actores que ha ganado elecciones en el último tiempo, podría motivar el efecto contrario en el corto plazo: un hastío con la novedad, una neofobia política. Los desafiante­s por el flanco izquierdo del Frente Amplio y el derecho de Republican­os tienen un camino más difícil que aquellos a los que desafiaron, por el hecho de que la novedad ha decepciona­do. Esto podría significar la consolidac­ión del nuevo orden de fuerzas en las elecciones de este año, con el Frente Amplio y PC quizás retrocedie­ndo en votos pero afirmando su posición en la izquierda junto al PS, los demás partidos de la ex Concertaci­ón en modo de sobreviven­cia, Chile Vamos recuperand­o terreno, Republican­os instalándo­se en los gobiernos municipale­s y regionales (único espacio que no ha conquistad­o, además de La Moneda) y Demócratas con algo que decir.

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