La Tercera

Pesar en el fútbol: a los 86 años fallece extécnico de Chile, Orlando Aravena

- Pablo Retamal V.

El DT dirigió a la selección nacional durante la final de la Copa América de 1987 y fue el encargado de llevar el proceso eliminator­io para Italia 1990. Su recuerdo quedó marcado por el partido que condujo en el Maracaná, que trajo graves castigos para Chile.

El fútbol chileno está de luto. El extécnico de la Selección, Orlando Aravena, falleció a los 86 años. El DT fue el encargado de llevar a la Roja hasta la final de la Copa América de 1987, consiguien­do en el camino golear a la selección de Brasil por 4-0 con dobletes de Ivo Basay y Juan Carlos Letelier, cayendo en la final frente a Uruguay, además de guiar el camino eliminator­io hacia el Mundial de 1990. En este periodo, el estratega enfrentó el golpe más duro que marcó su carrera: el Maracanazo.

El hecho fue informado a través del Colegio Profesiona­l de Entrenador­es de Fútbol en un comunicado. “Aravena, tuvo una dilatada trayectori­a en el balompié criollo, primero como futbolista en clubes como Magallanes, La Serena, Palestino, Colo Colo y Ñublense, para luego dedicarse a su labor como DT”, resaltaron.

“Como entrenador destacó en distintos clubes y alcanzó el mando de la Selección Chilena entre 1987 y 1989, después de haber dirigido a Colo Colo, Audax, O’Higgins, Unión Española, Rangers, Everton y Palestino, último club que lideró antes de saltar a la Roja”, agregan.

“Desde el gremio de los entrenador­es se envía las condolenci­as a toda su familia, amigos y cercanos en este difícil momento”, continuaro­n.

El DT del Maracanazo

Uno de los momentos más complicado­s que debió enfrentar el entrenador en su carrera fue el llamado Maracanazo ocurrido en el duelo entre Brasil y Chile por las Eliminator­ias para el Mundial de Italia 1990.

Allí, ante lo complicado que estaba la Roja para acceder a la Copa del Mundo, el portero Roberto Rojas aprovechó la caída de una bengala para cortarse la frente, situación que en su momento significó la salida de los futbolista­s chilenos de la cancha.

Una vez que se supo que el fuego artificial no había golpeado al portero, la FIFA castigó a la Federación de Chile, dejándola fuera de competir en el siguiente proceso eliminator­io para el Mundial de Estados Unidos 1994.

Uno de los futbolista­s más cercanos al fallecido DT era Fernando Astengo. Se estaba preparando para ir a la clínica en la que estaba internado Orlando Aravena cuando recibe la llamada de El Deportivo. A través de ella, se entera de la noticia que no quería escuchar: que el extécnico de Palestino y la Selección, entre otros equipos, había fallecido. Al escucharla, naturalmen­te se sorprende y se paraliza por unos segundos. “No te puedo creer. Iba a ir ahora a la clínica. Justo ayer había hablado con un familiar. Sabía que estaba en la clínica Cordillera y me contaron. Dejé las cosas que tenía que hacer de lado. Mi relación con él fue durante el tiempo que convivimos fue casi de padre a hijo. Eran mi mamá, mi papá y don Or

lando. A ese nivel. Es súper doloroso. Desde ayer sabía que estaba internado. Hacía un tiempo que no sabía de él. Traté de comunicarm­e con él. Me quería como a un hijo”, resume, una vez que reacciona.

La relación entre ambos excedió por mucho el vínculo profesiona­l. “Seguimos siendo amigos fuera del fútbol. Y luego la distancia, los hijos, otras preocupaci­ones pesan mucho. Siempre pensaba en él, tengo fotos suyas en mi casa, que cada cierto tiempo las miraba. Ayer le comentaba a mi señora que había sido súper importante para mí en el fútbol. Me provocaba las mismas sensacione­s y sentimient­os que mi papá. ‘Es tu papi’, me decían mis compañeros. Y la verdad es que sí. Lo fue”, insiste, para graficarla.

La ligazón entre Astengo y Aravena nació temprano. “Vivía muy cerca de mi casa. En mis comienzos me llevaba a los entrenamie­ntos. Lo esperaba en Exequiel Fernández con Grecia y nos íbamos en su auto. Lo conocía al revés y al derecho. Me contó cosas que no le contó a nadie. Lo mismo yo. Le pedía consejos. Fueron claves para mi carrera y para mi vida” rememora.

Es en ese momento en que se anima a valorar una trayectori­a que lo destacó en clubes como Colo Colo, Audax, O’Higgins, Unión Española, Rangers, Everton y Palestino y que lo catapultó a la Selección, en la que se inscribió con varios hitos. Los más favorables, el subcampeon­ato de América en 1987 y el 4-0 sobre Brasil en esa Copa América. El más duro: el Maracanazo del 3 de septiembre de 1989, que le costó una sanción de cinco años fuera de las bancas. “Es complejo valorar su carrera. El final no fue lo que correspond­ía. Pagó una situación que no debiera haber pagado nunca. Eso marcó su carrera. Era el técnico de la Selección. Pudo haber dirigido afuera. Había jugado una final con Palestino frente a Colo Colo, fuimos subcampeon­es de América, tuvimos una selección competitiv­a que la truncó un sicópata. Yo me quedo con lo mejor: era súper astuto. Tenía una forma muy particular de trabajar. Le teníamos mucho cariño. Tenía su carácter, pero siempre era cariñoso. Me secaba la frente con una toalla. Eso no lo hacía con nadie. Por eso decían que era su hijo. Fue injusto lo que le pasó. Súper injusto. Porque se esmeró. Viene de una camada de técnicos que no tuvo la tecnología ni los sistemas. Llegaba con mucha sensibilid­ad, paraba bien sus equipos. Como Santibáñez. Había que jugar de atrás hacia adelante, como pasa ahora también. Al final logramos resultados importantí­simos, como el 4-0 contra Brasil. Contra Colombia salimos de igual a igual. Había que estar metido ahí, jugando contra Romario, Careca, Bebeto o Zico”, destaca Astengo, en un decidido intento de rescatar el legado de Aravena. El aludido en el término más duro es Roberto Rojas. Astengo no lo nombra.

De la victoria sobre el Scratch, por ejemplo, resalta cualidades que hoy se le alabarían a cualquier entrenador. “Chile nunca le había ganado por 4-0 a Brasil y le ganó con un técnico como Orlando, que nos leyó el partido antes. Estaban Josimar, Dunga, Silas, Bebeto. Entonces, nos dijo que había que aguantar los primeros minutos. Nos defendimos, bloqueamos las bandas. Los balones detenidos los trabajamos muchos. Y sabíamos que si podíamos contragolp­ear les podíamos causar daño. Y eso pasó en el segundo gol, en el que salí con la pelota y se la di a Letelier. Eso es una muestra de la confianza que me daba. Sabía que yo iba a ir igual, independie­ntemente de que me lo dijera. Era súper inteligent­e, astuto, usaba palabras pintoresca­s. Nos tiraba muchas tallas”, repasa.

Otro partido emblemátic­o le sirve a Astengo para profundiza­r en la herencia futbolísti­ca del Cabezón. “En el partido con Inglaterra puso tres centrales y dos jugadores por fuera. En la charla, nombró a 10 jugadores y colocaba las canilleras para mostrar el sistema. Yo no aparecía ni en las cómicas. Todos me miraban. Y la última canillera era yo. La tira. Dice: ‘el León, allá atrás, detrás de todos’. Todo el mundo se puso a reír. Yo sabía que iba a ir atrás. La línea de cinco, ahora, es normal. Nosotros contaminam­os el partido, está claro, pero nos enfrentamo­s a un equipo al que no podíamos ver jugar, porque no había cable, como hoy. Me enfrenté a un delantero que medía dos metros, que era más grande que una casa. Había que tomar precaucion­es. Que nos nos ganara Inglaterra tenía mucho valor. Hoy en el Monumental les piden a los peloteros que no tiren los balones de vuelta tan rápido. Si un inglés te pegaba, no te ibas a parar a los dos segundos, porque te dolía, las diferencia­s se notaban. Pero no es ningún pecado. Si Chile cuando le ganó con Salas, también jugó metido atrás. El pelotazo del Coto sale desde la mitad propia”, sostiene.

La despedida pendiente

Astengo se reserva para el final palabras sentidas. “Tuve la gran posibilida­d de toparme con una persona extraordin­aria. Solo tengo palabras de agradecimi­ento, de cariño. Ahora estaba pensando, porque sabía que ya no podría conversar con él, qué decirle, si podría entrar a verlo. Me conoció a los 15 años. Vivimos tantas cosas juntos. Durante el castigo, por ejemplo, me llevó a Palestino a entrenar. De esas cosas, y de muchas otras, estaré eternament­e agradecido”, manifiesta.

Luego insiste en que la carrera de Aravena debió tener otro desarrollo y, consecuent­emente, un final distinto. “Fue súper injusto ese momento que le marcó. Lo tengo súper claro. Nunca tuvo nada que ver en ninguna cosa. Él quería jugar. Que por una locura, por una esquizofre­nia, una locura de un sicópata, haya pagado lo que pagó, me duele mucho más ahora. En este momento. No merecía ese estigma. Ayer me preguntaba por qué tuvimos que pagar por eso, si no tuvimos nada que ver. Era una persona bonachona, buena onda, que subía cabros chicos a los primeros equipos. Fue amigo de toda mi familia. Si hay algo que tengo que destacar son las fotos de mi familia. La foto de don Orlando siempre estará en mi casa. En un lugar destacado”, remata. ●

 ?? ?? ► El fallecido entrenador chileno Orlando Aravena dirigió a Chile entre 1987 y 1989.
► El fallecido entrenador chileno Orlando Aravena dirigió a Chile entre 1987 y 1989.
 ?? ?? ► La carrera de DT de Orlando Aravena comenzó en 1975 cuando dirigió a la Roja Sub 20 y terminó en 2006 con Santiago Morning.
► La carrera de DT de Orlando Aravena comenzó en 1975 cuando dirigió a la Roja Sub 20 y terminó en 2006 con Santiago Morning.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile