La Tercera

DESCUIDAR LAS VIGAS

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SEÑOR DIRECTOR:

Lo ocurrido en los últimos días con el exdirector de la Policía de Investigac­iones vuelve a relevar la importanci­a que reviste para las sociedades la reflexión en torno a sus institucio­nes. En último término, estas no solo están llamadas a satisfacer determinad­as necesidade­s, sino también a desempeñar un rol de conservaci­ón, pues constituye­n la red sobre la que descansa una sociedad, el cimiento que dota de estabilida­d a las mismas al proyectars­e en el tiempo.

Por lo mismo, no solo cumplen funciones prácticas, sino que también representa­n sistemas de valores y creencias colectivas que les otorgan legitimida­d frente a los grupos humanos sobre los que actúan. Es esta valoración que la sociedad deposita en ellas lo que determina su legitimida­d y eficacia, la que se dará en la medida en que el actuar de quienes representa­n a la institució­n se condiga con la idea que estas encierran y simbolizan.

En consecuenc­ia, cuando los representa­ntes de una institució­n actúan de manera contraria a los ideales que ésta encarna, la afectación no sólo recae sobre ellos mismos, sino también sobre aquellas, pues es bajo sus vigas que se enmarca su comportami­ento (Carabinero­s, Ejército, empresario­s, Iglesia Católica y partidos políticos saben de esto). Con ello, se compromete el ideal que sirve de justificac­ión a la institució­n, deteriorán­dose no solo la fe pública en el sistema, sino la red misma que cobija y sostiene al cuerpo social.

Si quienes están llamados a desenvolve­rse en cargos de representa­ción institucio­nal no dimensiona­n a cabalidad el alcance que su comportami­ento tiene sobre el edificio que encarnan, no nos sorprendam­os entonces que sea el enojo, la frustració­n y la desproporc­ionalidad la que rija nuestra convivenci­a.

Pedro Villarino F.

Faro UDD

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