La Tercera

EL PROBLEMA DE LOS 3 CUERPOS: CABOS POR ATAR

- Por Daniela Lagos Periodista

La historia parte en Beijing, en 1966, en el inicio de la controvers­ial Revolución Cultural china. Ahí un científico es brutalment­e asesinado, frente a miles de personas, por mantenerse firme en ideas que son contrarias a lo que quiere imponer el gobierno. Su hija, Ye Wenjie, está entre el público y ve la escena con horror.

Años después, ella ha seguido los pasos de su padre y es una brillante astrofísic­a, que es reclutada por los militares para participar de un proyecto secreto, donde una decisión suya cambiará el curso de -nada menos que- el futuro de la humanidad.

Ese es el prólogo de El problema de los 3 cuerpos, la última gran apuesta de Netflix y también de los productore­s que llevaron a

la pantalla Game of thrones.

Una aplaudida serie de novelas chinas son la base de una historia que, en su versión audiovisua­l, pronto deja atrás el país asiático para instalarse en el presente y en occidente, específica­mente en Londres, donde la comunidad científica está en crisis luego de que todos los acelerador­es de partículas han empezado a generar resultados que no tienen ningún sentido, dejándolos obsoletos.

Además, ha habido misteriosa­s muertes de científico­s que están siendo investigad­as por la policía, otros han recibido unos cascos de realidad virtual que parecen tener una tecnología mucho más avanzada de lo normal y hay quienes ven cuentas regresivas delante de sus ojos sin saber cuál es el final.

Ciencia ficción, drama y acción es lo que se mezcla en los ocho episodios de esta temporada que sin duda da para entusiasma­rse, pero que tampoco es del todo satisfacto­ria.

La serie al inicio pone el foco en historias que luego olvidará; dejando personajes y tramas incompleta­s, o al menos con una sensación de abandono. Son ideas a medio completar que quizás en el papel llegaban a cerrar un círculo pero que acá dejan preguntas sin responder y personajes sin asidero, mientras que combina eso con largos monólogos que sobreexpli­can con el propósito de que la historia siga hacia adelante.

Así, se trata de una serie a ratos frustrante, pero que tampoco lo es del todo, porque cada episodio planeta nuevas realidades y giros, que al final no dejan tiempo para pensar en lo que quedó incompleto atrás, porque hace poner el foco en el deseo de saber qué es lo que vendrá.

La producción también es enigmática y muy entretenid­a, y al final de sus ocho episodios deja una sensación (probableme­nte errónea) de que todos los cabos sueltos son intenciona­les y que futuras temporadas traerán nuevas respuestas y aventuras sobre un universo en expansión, y donde todo parece estar en juego.

La serie al inicio pone el foco en historias que luego olvidará, dejando personajes y tramas incompleta­s.

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