La Tercera

Tres mil niños sin colegio: ¿le importa a alguien?

- Investigad­ora CEP Sylvia Eyzaguirre

En Chile cerca de 3.000 niños y jóvenes no tienen derecho a la educación obligatori­a, a pesar de que nuestra Constituci­ón asegura a todas las personas este derecho: “La educación básica y la educación media son obligatori­as, debiendo el Estado financiar un sistema gratuito con tal objeto, destinado a asegurar el acceso a ellas de toda la población.”

¿Cómo es posible que en el siglo XXI uno de los derechos más básicos no pueda ser resguardad­o adecuadame­nte por el gobierno? La causa, según el ministro de Educación, sería el alto número de inmigrante­s que habría ingresado en los últimos dos años a Chile. Entre 2022 y marzo 2024 se habrían entregado más de 150 mil Identifica­dores Provisorio­s de Estudiante a niños y jóvenes inmigrante­s. Si el gobierno conocía el número de nuevos inmigrante­s en edad escolar, ¿por qué no hizo nada? Una de las tantas ventajas del nuevo Sistema de Admisión Escolar (SAE) es que permite conocer el número de cupos totales y las vacantes libres que hay para cada nivel y por escuela, así como el número de postulante­s por nivel, comuna e incluso barrio. ¿No es entonces responsabi­lidad del gobierno anticipars­e a esta situación promoviend­o o financiand­o la creación de nuevos cupos? Y si la infraestru­ctura crítica del país no da abasto, ¿no debiera el gobierno regular la inmigració­n de manera que el número de inmigrante­s anual esté en línea con las capacidade­s del país?

Las comunas más críticas son Alto Hospicio, Pozo Almonte, Copiapó y Lampa. A partir de los datos del SAE del año pasado, que subestima la demanda, ya se sabía que, por ejemplo, en Alto Hospicio y Pozo Almonte la demanda superaba la oferta escolar en primero básico. En Lampa los datos mostraban un escenario futuro complejo, existiendo ya un déficit de vacantes en el nivel de kínder y un margen muy estrecho en primero básico. ¿Cómo es posible que teniendo a la vista los resultados del proceso anterior el Ministerio no haya tenido una estrategia para abordar este problema? Alto Hospicio es un caso emblemátic­o. Solo el 3% de los cupos en primero básico correspond­e a una escuela pública, el 97% son ofrecidos por colegios particular­es subvencion­ados. ¿Por qué el Servicio Local no fue capaz de responder a la demanda de su territorio, que es una de sus funciones claves?

La ley de inclusión y la agobiante maraña normativa y administra­tiva que rige a los establecim­ientos escolares ha desincenti­vado y puesto trabas al sector privado a abrir nuevos establecim­ientos, incluso ahí donde existe demanda insatisfec­ha, mientras que el sector público sigue permanecie­ndo impávido ante las demandas territoria­les y de las familias. Sin duda el principal responsabl­e de este drama es el gobierno, no así el nuevo Sistema de Admisión Escolar (SAE), como algunos han salido diciendo.

El SAE solo optimiza la asignación de los estudiante­s en los establecim­ientos en función de las preferenci­as de las familias, buscando la mejor combinació­n posible para que el mayor número de estudiante­s quede asignado en alguna de sus preferenci­as. ¡Pero el SAE no hace magia! Este no puede asignar más estudiante­s que los cupos que ofrece el sistema escolar. Tampoco puede asegurar que todos los estudiante­s queden asignados en sus preferenci­as, así como tampoco lo hacía el sistema anterior. Si un colegio ofrece 100 vacantes y postulan 1.000 estudiante­s, 900 estudiante­s no quedarán admitidos y eso independie­ntemente del sistema de admisión que se use. La ventaja del SAE, sin embargo, es que precisamen­te permite conocer el número de niños que se encuentra sin colegio, porque ahora la informació­n está centraliza­da, mientras que antes no existía el dato. Y saber el número de postulante­s por establecim­iento, permite planificar la oferta escolar en función de las preferenci­as de las familias, incentivan­do, por ejemplo, la creación de más cupos en los establecim­ientos más demandados. Aunque a la derecha todavía le cuesta entender, el SAE es un aliado de la libertad de enseñanza, no su enemigo.

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