La Tercera

¿Cuál elefante?

- Por Daniel Matamala

El musical Jumbo fue un exitazo en Broadway en los años 30. En el momento más celebrado de la obra, un policía detiene al protagonis­ta, personific­ado por el comediante Jimmy Durante, mientras intenta ocultar un elefante de los acreedores del circo. “¿Qué hace con ese elefante?”, le pregunta. “¿Cuál elefante?”, es la respuesta de Durante. El término del “elefante en la habitación”, populariza­do por Broadway pero ya usado antes por autores como Twain y Dostoievsk­i, se refiere a un intento torpe de ignorar un problema inocultabl­e. La distancia entre lo que el público ve (¡un elefante!) y su negación (¿qué elefante?), es tan absurda que arranca carcajadas.

En la última semana, supimos que el hasta entonces director de la Policía de Investigac­iones, Sergio Muñoz, filtraba cotidianam­ente al abogado Luis Hermosilla informació­n confidenci­al sobre casos que involucrab­an a altas personalid­ades.

“¡Misión cumplida!”, le escribió Hermosilla a Muñoz cuando el entonces Presidente Sebastián Piñera lo nombró al mando de la PDI. Dos semanas después, Muñoz ya estaba agradecien­do la misión del abogado, filtrándol­e informació­n secreta.

Con una “fidelidad perruna”, según la Fiscalía, Muñoz adelantó a Hermosilla diligencia­s contra su antecesor al mando de la PDI, Héctor Espinosa, investigad­o por apropiació­n de gastos reservados. Hermosilla era el abogado de Espinosa.

Entre amistosos mensajes para coordinar “picoteos” con “chardonnay sour”, Muñoz también le alertó de diligencia­s sobre los exalcaldes de Vitacura, Raúl Torrealba, y de Lo Barnechea, Felipe Guevara, ambos RN, y el entonces Presidente de la República, Sebastián Piñera, por los casos Enjoy y Dominga.

Hermosilla tiene una íntima amistad de medio siglo con Andrés Chadwick, con quien fueron socios y compartían comunidad de techo hasta que se desató el escándalo del audio filtrado, el año pasado. Chadwick lo llamó “su amigo y compañero de toda una vida”.

A su vez, Chadwick fue primo hermano, ministro del Interior y el más íntimo colaborado­r del fallecido expresiden­te Piñera.

Al menos una de las alertas de Muñoz a Hermosilla fue reenviada por este a Chadwick: eran diligencia­s reservadas sobre el rol de Piñera en la compravent­a de la Minera Dominga.

Hay más. Según publicó Ciper, Hermosilla y su estudio jurídico recibieron 239 millones de pesos en platas fiscales por asesorías jurídicas mediante trato directo, sin pasar por licitacion­es, durante los gobiernos de Piñera y Chadwick.

¿Por qué el jefe de la PDI hacía de topo en investigac­iones criminales sobre los negocios del Presidente?

Según su abogado, Juan Carlos Manríquez, Hermosilla se presentó ante el jefe de la PDI “como abogado personal del Presidente, a cargo de todas sus causas”. “Yo creo que cayó bajo ese encantamie­nto”, dice el abogado.

Tomemos un poco de distancia para apreciar este elefante. El jefe de la PDI, designado por el Presidente Piñera, usaba su cargo para obstaculiz­ar investigac­iones judiciales sobre los negocios privados del ciudadano Piñera, alertando al más íntimo amigo del más íntimo colaborado­r del Presidente, a quien, además, suponía su abogado personal.

Tiene trompa de elefante, orejas de elefante y cola de elefante. En una declaració­n más bien cautelosa, la vocera de gobierno habló de “indicios de una posible red de corrupción de cuello y corbata”. Increíblem­ente, el Fiscal Nacional contestó que “yo no sé qué informació­n tiene la ministra para hacer una afirmación de esa naturaleza. Si efectivame­nte ella tiene informació­n sobre la existencia de una red debería aportarla a la fiscal a cargo de la causa”.

Presta, la bancada de diputados de la UDI anunció que citaría a la ministra a declarar al Congreso, calificand­o sus dichos de “impúdicos” y de “absoluta irresponsa­bilidad”.

¿Cuál elefante?

La última vez que un caso con este potencial destructiv­o sobre la élite política se destapó (Penta/SQM), la versión oficial fue que la entrega de dineros ilegales mediante boletas falsas de grupos económicos a políticos, no constituía corrupción. “¿Cuál elefante?”, preguntaro­n, pillados con las manos en la masa, políticos, empresario­s y lobistas. La gestión del entonces Fiscal Nacional Jorge Abbott quedó para siempre enlodada por la impunidad en esos escándalos.

Las maniobras politiquer­as para desviar la atención ya no sorprenden. Pero lo del Fiscal Nacional es alarmante. Ángel Valencia tiene vínculos con cercanos a la causa. Durante el proceso de elección del Fiscal Nacional, en diciembre de 2022, cenó en casa de Chadwick. También emitió 57 boletas a la Municipali­dad de Lo Barnechea cuando Guevara era alcalde.

El Caso Hermosilla, cuyas esquilas también podrían alcanzar a todos los sectores, será el SQM de Valencia, la vara por la cual será medido. Y su debut (“¿cuál elefante?”) es una señal ominosa.

Y hay otro elefante en la habitación. La corrupción en los altos mandos.

En la PDI, Muñoz está preso por revelación de secreto. Su antecesor, Héctor Espinosa, formalizad­o por lavado de activos. La hoja de vida de Espinosa desapareci­ó misteriosa­mente en la PDI. Muñoz le confió a su abogado Hermosilla que “habría sido peor” si aparecía.

En Carabinero­s, tres exgenerale­s directores (Eduardo Gordon, Gustavo González y Bruno Villalobos) son acusados por la Fiscalía de apropiarse dineros fiscales.

Sin embargo, en el mundo político se considera anatema cualquier crítica contra las jerarquías policiales, y todos los proyectos para reformar y mejorar el control civil están fuera de discusión.

¿Cómo queremos combatir el crimen organizado, si dos institucio­nes fundamenta­les para ello, la PDI y Carabinero­s, tienen casos de corrupción en sus jerarquías?

Es más: ahora se quiere sumar al Ejército a ese combate. Sus excomandan­tes en jefe Óscar Izurieta, Juan Manuel Fuente-Alba y Humberto Oviedo, también fueron procesados por desfalcos de dinero público.

No son “casos aislados”. Ocho de los últimos jerarcas de la PDI, Carabinero­s y el Ejército están involucrad­os. Pero, mientras se suman las evidencias y las formalizac­iones, algunos siguen poniendo su mejor cara de inocencia para preguntar: “¿cuál elefante?”.

En Broadway, el público respondía con carcajadas. En Chile, parece resignado a ser testigo de esta indignante comedia.

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