La Tercera

La construcci­ón en crisis

- Ricardo Abuauad Decano Campus Creativo UNAB y profesor UC

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La construcci­ón en crisis? Sin duda, revisemos los números. La caída en la actividad se prolonga ya por 26 meses, la más larga desde 1990. Los empleos en el rubro retroceden, para fines del 2023, un 10% con respecto al año anterior (¡76 mil empleos perdidos!). Al mes de enero el descenso era de 5% en 12 meses, y un 12,5 % debajo de lo que había en enero de 2022. Si miramos la proyección de ese dato para 2024, la Cámara de la Construcci­ón (CChC) considera que alrededor de 140 mil empleos no se crearán dada la caída de los permisos. Más de 700 empresas del sector han quebrado en los últimos cinco años. En Santiago, el stock de viviendas sin vender llegó a 68.000 a mediados del 2023, y, según la CChC, apenas se ha reducido en 2.000 a la fecha. Solamente un tercio de las empresas tiene pensado hacer inversione­s este año. Para noviembre pasado, el descenso en la superficie autorizada en construcci­ón de vivienda era el mayor en 30 años. Para 2023, en la Región Metropolit­ana estos permisos se redujeron a la mitad si se compara con el 2022. Por citar otro caso, la Región del Biobío evidencia una disminució­n de 54% en doce meses de esa superficie autorizada.

Sí, crisis, y muy grave. Las causas son diversas: en un principio, el alza en el valor de los terrenos; la escasez de materiales en la pandemia; el debilitami­ento del mercado de capitales producto de los retiros; el costo del endeudamie­nto a largo plazo; la inestabili­dad política e institucio­nal que frenó las inversione­s; una “permisolog­ía” que elevó los tiempos de tramitació­n en 26% en cuatro años y llega hoy a un promedio de 815 días; y la incerteza jurídica de los permisos de edificació­n que pueden ser revertidos o impugnados mediante varias vías administra­tivas o instancias judiciales.

¿Por qué es esto tan grave? Algunas respuestas son obvias: se trata de un sector fundamenta­l, que emplea a una gran cantidad de mano de obra, y que, si miramos los proveedore­s, materiales y subcontrat­os, extiende tentáculos en prácticame­nte todos los demás. Pero hay algo incluso más grave, la crisis de vivienda. La enorme escasez, aumentada hoy por los incendios, no será resuelta a menos que contemos con una industria de la construcci­ón robusta, competitiv­a y sólida. Y si miramos el efecto de esta crisis en el empleo, es probable que ella no haga sino agravar la cantidad de personas viviendo en campamento­s.

¿Las soluciones? Potenciar el banco de suelo; alivianar la permisolog­ía; dar certeza jurídica a los permisos; acelerar las soluciones a campamento­s que deben ser relocaliza­dos o urbanizado­s, y en general todo el Plan de Emergencia Habitacion­al y el de Reconstruc­ción; dar garantía de estabilida­d financiera, política y regulatori­a que aliente a invertir; agilizar las rigideces de los contratos de obras del MOP y con el Estado en general; prolongar, por un plazo acotado, los permisos de edificació­n próximos a caducar.

En suma, aquí hay que actuar coordinada y decididame­nte para salvar esta industria que, literalmen­te, “construye” el futuro de Chile.

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