La Tercera

Mayor fiscalizac­ión sobre licencias médicas

Aunque la mayor parte de los profesiona­les médicos se ajustan a la legalidad, los datos muestran que los pocos que no lo hacen provocan graves pérdidas en el sistema de salud.

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Los recientes datos entregados por la Superinten­dencia de Seguridad Social respecto del sistema de licencias médicas -y que fueron recogidos por este medio- indican que si bien su emisión presentó una disminució­n en 2023 respecto del año anterior tanto en Isapres como en Fonasa, siguen presentánd­ose situacione­s anómalas que ilustran el grave daño que se puede producir sobre el sistema de salud cuando se hace un mal uso de este instrument­o.

Así, según el informe, el 0,9% de los profesiona­les de salud autorizado­s a emitir licencias -los que en este caso suman 418- emitieron más de 1.600 licencias, sumando en conjunto una cantidad superior a las 800 mil, lo que representa el 11% del total de licencias y un porcentaje similar del total de gastos destinados al pago de licencias durante 2023. Aunque no cabe asegurar que todos estos casos constituye­n una situación fraudulent­a, no cabe duda de que llama la atención el alto número de licencias emitidas por cada uno de ellos, consideran­do que el promedio anual por facultativ­o no supera las 200. Incluso hay seis médicos que registran una emisión superior a cinco mil licencias.

Los datos muestran que de los más de 45 mil profesiona­les que emitieron licencias, cerca del 80% lo hizo dentro de los estándares que se consideran normales, lo que es una señal bienvenida, pero las mismas cifras ilustran que basta solo un pequeño porcentaje que se aparte de la legalidad para provocar un grave daño patrimonia­l a los sistemas de salud, consideran­do que el pago de las licencias se hace con cargo a la cotización obligatori­a de salud que pagan los trabajador­es. Es evidente que en la medida que se destinan más recursos al pago de licencias -para el caso de Fonasa, cerca de la mitad de la cotización obligatori­a se destina a estos fines- habrá un menor presupuest­o para financiar prestacion­es de salud, que en el caso del sistema público resulta crítico para poder disminuir a una mayor velocidad las listas de espera en atenciones médicas y cirugías.

Contar con mejores sistemas de fiscalizac­ión que permitan desincenti­var el mal uso de las licencias resulta por tanto una reforma indispensa­ble al sistema de salud. En esto se ha venido avanzando en los últimos años, de modo que las mayores fiscalizac­iones han permitido disminuir en forma importante la emisión de licencias, lo que ha sido particular­mente evidente en aquellos casos de médicos que emiten miles de licencias. Un proyecto de ley ingresado en marzo de 2022, que fortalece las facultades de los organismos fiscalizad­ores y reguladore­s, así como un aumento de penas y períodos de suspensión para emisores fraudulent­os de licencias, avanza en la dirección correcta, toda vez que las actuales sanciones han probado no ser suficiente­mente disuasivas.

Cabe también analizar exhaustiva­mente las causales más frecuentes por las cuales se solicitan licencias, donde las enfermedad­es mentales ocupan un lugar relevante. Los datos de 2022 indican que este tipo de enfermedad­es representa­ron un tercio del total de las licencias emitidas, y cerca del 40% del gasto total. En los casos identifica­dos de médicos que emiten un alto número de licencias, se ha podido observar que las referidas a enfermedad­es mentales suponen un elevado porcentaje, lo que sugiere mayor atención de parte de las autoridade­s, no solo porque ello da pie para suponer que este tipo de patologías se presta para un uso más inescrupul­oso, sino porque además afecta a los pacientes que verdaderam­ente requieren licencias bajo esta causal.

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