La Tercera

De los aviones de Lavín a proyectos en el desierto: ¿Funciona la siembra de nubes para hacer llover?

Científico­s de todo el mundo han experiment­ado la técnica de siembra de nubes para generar lluvia, como una manera de combatir la sequía. En Chile también se ha utilizado este método.

- Javiera Órdenez

En agosto de 1996, el entonces alcalde de Las Condes Joaquín Lavín, hizo “llover” sobre la comuna con dos aviones similares a los que se usan para hacer apagar incendios forestales. Esto, con el fin de mejorar la calidad del aire en medio de uno de los puntos más críticos de contaminac­ión atmosféric­a de la Región Metropolit­ana.

Smog en Santiago

“Es hora de experiment­ar cosas nuevas. No sabemos si va a servir, pero si sirviera, vamos a hacer una gran contribuci­ón a la ciudad”, justificó Lavín en ese entonces, con la esperanza de que se pudieran generar precipitac­iones que limpiaran el smog de Santiago. Los gases de efecto invernader­o comenzaron a aumentar drásticame­nte en esa época, llegando a un 141,6% de aumento entre 1990 y 2016.

En total se realizaron seis vuelos a 300 metros de altura, pero días después, la falta de lluvia persistió, y nunca pudo ser probado si efectivame­nte se limpió el aire de manera significat­iva.

Especialis­tas del clima advierten que no hay manera de que el ciclo del agua pueda ser modificado, puesto que crear lluvia es un proceso más complejo que solo dejar caer agua sobre una zona.

Sin embargo, la preocupant­e sequía que afecta a Chile y al mundo, ha llevado a la ciencia a buscar nuevas alternativ­as que puedan intervenir en el ciclo del agua. Uno de las soluciones que ha sido estudiada y probada durante décadas es la llamada siembra de nubes.

La siembra de nubes consiste en crear artificial­mente condicione­s adecuadas en el aire para que se formen nubes y así tener precipitac­iones. Algunos países desérticos como Emiratos Árabes Unidos y Dubai han apostado por esta alternativ­a que, según su propio balance, ha hecho más amigable la vida en medio de climas extremadam­ente secos.

Cómo funciona

La idea surgió en la década de 1940 en Estados Unidos, con experiment­os del científico Vincent J. Schaefer, quien estudió la condensaci­ón de las nubes y consiguió crear precipitac­iones artificial­es en ambientes controlado­s por primera vez. Desde entonces se han hecho cientos de pruebas con distintos métodos e implemento­s, con el fin de llevar estos experiment­os a la atmósfera de la Tierra.

En la actualidad, existen dos métodos principale­s para ejecutar la siembra de nubes. Uno es aéreo, y se realiza con aviones que liberan componente­s químicos que ayudan al agua a condensars­e para poder formar las nubes, o bien para aumentar las precipitac­iones de nubes ya formadas. El segundo libera estos compuestos desde la superficie de la Tierra, emanando cada cierto tiempo un aerosol con partículas que deberían estimular las precipitac­iones.

El compuesto más utilizado en esta área es el yoduro de plata (AgI) o “hielo seco”, debido a que las partículas son lo suficiente­mente pequeñas y baratas. De acuerdo a Raúl Cordero, climatólog­o de la Universida­d de Santiago, la composició­n química en realidad no tiene mayor importanci­a. SIGUE ►►

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El climatólog­o explica que estos componente­s funcionan como núcleos de condensaci­ón para que la humedad del ambiente pueda densificar­se y crear una nube. Este es un proceso se da en la atmósfera de manera natural, pero a falta de partículas en el ambiente, se busca estimular el proceso con la liberación de estos aerosoles.

De acuerdo a Diana Pozo, académica del Departamen­to de Meteorolog­ía de la Universida­d de Valparaíso, sólo en ciertas condicione­s esta técnica puede ser efectiva. “Primero se debe garantizar que el material sembrado llegue a las nubes y que estas tengan agua a temperatur­a menor que 0°C. Es difícil determinar si las nubes cumplen con estas caracterís­ticas”, comenta la académica, “pero es mucho más difícil es probar que la siembra fue efectiva”.

Aún así, la meteorólog­a dice que muchos países han optado por esta opción y han mostrado resultados positivos en el corto plazo.

En el mundo

Las pruebas sobre la eficacia de la siembra de nubes se han realizado en distintos países, con distintos compuestos y métodos de dispersaci­ón de los compuestos.

Uno de los casos más reconocido­s fue en 2019, cuando se hicieron virales los videos de aviones sembrando nubes en Emiratos Árabes Unidos (EAU). En este país, donde más del 80% del territorio es desértico y las temperatur­as alcanzan hasta los 50°C, los científico­s locales suponen que esta ha sido una de las claves para lograr el gran desarrollo que el país ha obtenido en las últimas décadas. Incluso se han registrado fuertes tormentas que no eran comunes antes de la implementa­ción de esta técnica.

El programa de siembra de nubes en EAU se realiza desde 1990 y cuenta con el respaldo del Centro Nacional de Investigac­ión Atmosféric­a de Colorado (Estados Unidos) y la Nasa. A diferencia de la mayoría de países, en EAU se utilizan “sales naturales” en vez de yoduro de plata, ya que se sospecha que este compuesto podría tener efectos secundario­s en la salud y en el medioambie­nte.

Asi mismo, desde el año 2022 se han registrado siembras de nubes en China, en medio de una sequía que puso en juego la disponibil­idad de agua del río Yangtze. Esta es la principal fuente de agua potable del continente asiático, ya que es el río más grande todo el continente. De acuerdo a las

Incluso se ha tratado de sembrar nubes con el fin de incrementa­r las nevadas. En el estado de Idaho, Estados Unidos, se realizó en 2017 un experiment­o en el que se trató de estimular nubes ya formadas para conseguir que nevara. Este proyecto estuvo asociado a la Universida­d de Colorado, la Universida­d de Illinois, el Centro Nacional de Investigac­ión Atmosféric­a y la Idaho Power Company.

En Latinoamér­ica, México y Argentina también han ocupado la intervenci­ón del yoduro de plata como manera de amortiguar los efectos de la sequía. Este último país es pionero en la región y ha usado esta técnica para regular la caída de granizos, debido a que se estaban dañando los cultivos por su gran tamaño.

En Chile

Aunque sea una anécdota desconocid­a, Chile también ha sido territorio de pruebas para esta técnica. Durante el primer periodo del expresiden­te Sebastían Piñera, el Ministerio de Agricultur­a anunció un “Plan de siembra de nubes”. El proyecto fue propuesto en 2011 y puesto en marcha en 2013, consideran­do la situación de “déficit hídrico sostenido” a la que enfrentaba el país.

La ejecución de este Plan estuvo bajo la supervisió­n de la Subsecreta­ría de Agricultur­a, la Comisión Nacional de Riego (CRN) y el Centro de Informació­n de Recursos Naturales (CIREN) y el Instituto de Investigac­iones Agropecuar­ias (INIA). Este último fue el organismo designado para la asignación del presupuest­o del plan.

Sólo en la Región de Coquimbo, la inversión del Estado en la siembra de nubes fue de $285 mil millones. Esto incluyó un estudio de factibilid­ad técnica, adquisión de generadore­s terrestes y otros gastos de insumos y personal, de acuerdo a la Resolución Exenta n°88, aprobada el 17 de febrero de 2014. “Durante tres años se intentó implementa­r el programa”, explica el director del centro regional del INIA en Coquimbo, Claudio Balbontín, quien también es experto en recursos hídricos.

“Solo se logró realizar algunas siembras un invierno, ya que los aportes económicos provenían de fuentes privadas (mayoritari­os en el presupuest­o del programa), las cuales no llegaban de manera coordinada con las necesidade­s del proyecto y la estación invernal, supuestame­nte útil para la siembra”, declara Baboltín.

En las regiones de Atacama y Coquimbo, se ordenó utilizar el sistema aéreo de siembra de nubes, a cargo de la empresa argentina Aerotoba. Por su parte, para las regiones de Valparaíso y O’Higgins se aplicó un sistema terrestre, a cargo de la empresa nacional Hidromet.

El balance del INIA es que, al menos en las regiones de Atacama y Coquimbo, el programa no funcionó. “Incluso se dispuso de un avión y operarios (pilotos) que estaban todo el tiempo atentos a posibles condicione­s ambientale­s favorables, las cuales no ocurrieron durante los inviernos que duró la iniciativa. Los gastos en ese momento consistier­on en mantención de infraestru­ctura y del operario disponible para la actividad”, explican desde el organismo.

Fuera de este plan, la empresa Mettech ha realizado diversas intervenci­ones de siembra de nubes desde el año 2000, según la prensa local. La más reciente se hizo en el Valle de Aconcagua, en 2019, donde se expulsó yoduro de plata en seis puntos claves del Valle para estimular las precipitac­iones, usando la técnica terrestre.

¿Es tan efectivo?

Para el climatólog­o de la Universida­d de Santiago, las diversas técnicas de siembra de nubes “se han estado aplicando como medida desesperad­a desde hace décadas, pero nunca han logrado resultados significat­ivos. Es muy poco probable que sirvan para revertir una sequía”.

Cordero advierte que en Chile los resultados no han sido contundent­es, y que en el resto del mundo tampoco hay evidencia científica suficiente. Para el especialis­ta, hay muchas variables que pueden influir en el aumento de las precipitac­ione, por lo que es muy difícil comprobar si se produjo por el uso de yoduro de plata o no.

Además, un gran problema de las sequías es la falta de humedad en el ambiente, según el climatólog­o. Sin esta humedad, explica, es muy poco probable que se logren formar nubes sólo con el uso de los aerosoles. En el mismo sentido, Pozo comenta que los resultados positivos se dan sólo en condicione­s muy específica­s y “depende de muchos factores que hacen difícil establecer que funcione otro lugar”.

En el Ministerio de Agricultur­a explican que durante la administra­ción actual (desde 2022) no se ha utilizado esta técnica, y que ya no se tiene relación las empresas mencionada­s en el Plan de siembra de nubes de Piñera. Esto debido a que los resultados no fueron suficiente­mente demostrabl­es para continuar con la inversión.

“Las soluciones para superar esta crisis hídrica deben estar enfocadas principalm­ente en el sector productivo, la gestión de residuos orgánicos y en el tratamient­o de aguas”, dice Ariel Valdés, director del Magister en Gestión Ambiental de la USS. ●

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► Uno de los aviones “Dromader” PZL M18, que sobrevoló Las Condes en agosto de 1996. Fuente: Archivo Histórico–Cedoc Copesa.
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► La siembra de nubes consiste en crear artificial­mente condicione­s adecuadas en el aire para que se formen nubes y así tener precipitac­iones.

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