La Tercera

La casa siempre gana: los notarios otra vez

- Claudio Agostini

Razones para cambiar profundame­nte el actual sistema notarial sobran. Es un sistema poco transparen­te y caro. Sin embargo, los notarios han sido exitosos en bloquear cada intento de reforma argumentan­do que afectaría la fe pública.

No es transparen­te cómo se nombran los notarios y hay curiosidad­es en el resultado. Datos de la Fundación América Transparen­te en 2021, muestran que un 40% de los notarios tiene algún grado de parentesco con miembros del Poder Judicial o el Congreso. ¿Por qué razón el actual sistema de nombramien­tos, oscuro y sujeto a tráfico de influencia­s, sí protege la fe pública?

A esto hay que agregar incumplimi­entos y falta de fiscalizac­ión. Están fijadas las tarifas que se pueden cobrar por trámites notariales, pero cobran precios muy por sobre el máximo permitido, entre el doble y 11 veces más dependiend­o del trámite. ¿Cómo se protege la fe pública violando la regulación y sin sanciones?

Hay muchos casos de firmas falsas autorizada­s ante notario, incluso de personas muertas o que están en la cárcel, hay certificac­iones notariales falsas de escrituras e incluso de juntas de accionista­s que nunca ocurrieron. En todos esos casos, las sanciones a los notarios involucrad­os fueron nulas o mínimas. ¿Cómo se protege la fe pública con sanciones mínimas o nulas para violacione­s graves a la fe pública?

En todo caso, es importante considerar que gran parte de los trámites que realizan las personas en una notaría no requieren conocimien­tos jurídicos muy sofisticad­os. Los tres principale­s son: finiquito laboral, fotocopia autorizada y autorizaci­ón de firma, los que se realizan en el mesón de la notaría y generalmen­te sin la presencia del notario.

La reforma en el Congreso era un gran avance en este sentido, ya que en uno de sus aspectos esenciales creaba los fedatarios, que serían ministros de fe en todo el país que podían realizar los trámites notariales más simples y que son los que la mayoría de las personas necesita. Eso generaría competenci­a a los notarios, por eso se opusieron, los senadores les hicieron caso y se eliminaron de la reforma.

Lamentable­mente, sin los fedatarios no va a haber cambios importante­s ni en precios ni en la calidad del servicio notarial. La razón es que la competenci­a está limitada porque el número de notarios está fijo y, como resultado, las rentas son grandes. Datos del SII muestran que la rentas promedio de un notario son $14 millones mensuales ($24 millones los notarios en Santiago Centro). No existe ninguna buena razón para limitar el número de notarios. Las restriccio­nes al número de notarías existentes son barreras a la entrada que solo generan falta de competenci­a y rentas oligopólic­as para los notarios.

El costo para la sociedad de mantener el sistema actual es alto y solo beneficia a los notarios. Lo que debiera hacerse es eliminar el límite al número de notarías y la restricció­n geográfica para su operación. Basta con establecer requisitos exigentes para ser notario y toda persona que los cumple puede abrir una notaría en el lugar que quiera. Eso garantizar­ía idoneidad, desaparece­rían las rentas oligopólic­as, habría incentivos para incorporar tecnología para entregar un servicio más rápido y eficiente, mejoraría la calidad del servicio y los precios serían competitiv­os. Adivine quiénes se oponen.

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