La Tercera

Fuente Mardoqueo: ¿El rey desnudo?

- Por Álvaro Peralta Sáinz Cronista gastronómi­co

Los locales especializ­ados en sandwichs y sobre todo en lomitos, suelen tener una buena cantidad de fieles parroquian­os que los visitan constantem­ente y que de paso aseguran que en “su boliche” se prepara el mejor lomito de Santiago. Más que comer, muchos hambriento­s clientes peregrinan con regularida­d a estos templos para disfrutar de su sándwich favorito.

La Fuente Mardoqueo calza perfecto con esta descripció­n. Partieron hace más de 15 años en el Barrio Yungay con un éxito casi inmediato y en la actualidad cuentan además con concurrida­s sucursales en las calles Roger de Flor y Bilbao. Justamente esta última fue la que visité a comienzos de semana.

El sistema de atención en este lugar exige pedir y pagar antes de sentarse, así que revisé la carta y opté por un lomo italiano ($11.250). Quise pedir también un fanschop, para ecualizar un poco, pero me dijeron que tenía que comprar el schop más una Fanta por separado. Al final, solo pedí la bebida ($2.100). Luego me instalé en una de sus largas mesas, que se comparten con más gente pero que en ese momento estaban prácticame­nte vacías, y esperé hasta que me llamaron por mi sándwich.

De vuelta en mi mesa pude contemplar este lomo, grande y alto, con una buena cantidad de cada ingredient­e. El pan era una frica normal, pero al menos resistía bien la humedad del sándwich. Partí probando la carne, de buen sabor pero un poco dura. El tomate cortado en rodajas muy gruesas, no sé si por descuido o para darle altura al sándwich. La palta generosa, aunque tan suave y sin ningún trocito de palta más entero, que me quedó la duda si no tenía algo más. La mayonesa, también generosa, estaba bien. Después busqué una botella con mostaza para agregarle al sándwich. Había cinco o seis envases con salsas de ají, otra llamada salsa criolla, BBQ y hasta una bajo el nombre de criolla. Pero solo una mostaza que, la verdad, estaba algo ácida. Por lo mismo, terminé agregándol­e una de las salsas de ají al sándwich.

Al final el lomo italiano se dejaba comer. Es decir, no estaba del todo mal, pero lleno de detalles: carne dura, rodajas de tomates gruesas, palta muy licuada… fueron demasiadas cosas. Muchas para un sándwich que supera largamente los diez mil pesos y sobre todo para un local con tanta fama como Fuente Mardoqueo. Así las cosas, tras probar este lomo, me parece que -al menos por ahoraestán muy lejos de otros “templos” sanguchero­s santiaguin­os.

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