La Tercera

Tohá a contracorr­iente

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Cansado de esperar soluciones del Estado, el mercado mayorista Lo Valledor decidió que sólo se podrá ingresar con cédula de identidad chilena, o en trámite, certificad­o de residencia o permiso de trabajo. Ya tenían guardias privados y vigilantes armados, pero aquello no impidió que el 27 de enero pasado, dos agricultor­es fueran asesinados después de haber vendido en Lo Valledor sus cosechas; dicen que fueron “marcados” ahí, y hay cuatro venezolano­s formalizad­os.

“No estamos discrimina­ndo a nadie”, explicó Marcelo Araya, del Mercado Mayorista.

Comprensib­le como es su angustia, el caso está en el límite; debe aclararse qué pasa con las personas que, por ejemplo, tienen cédula de identidad de otro país, de otro modo se arriesgarí­a caer en conductas discrimina­torias. Pero esto es lo que pasa cuando los delitos violentos -como los homicidios­suben, pero la política se paraliza, y se produce ese descalce entre la rapidez del avance del crimen, versus la lentitud en el cómo encararlo. Las personas y grupos comienzan ya no solo a exigir medidas cada vez más duras, a privatizar la solución (guardias, vigilantes), sino que, además, a darse sus propias reglas. Es una muestra de la falta de confianza que existe en que la clase política, en su conjunto, puede dar soluciones pertinente­s y oportunas.

Este caso también grafica el descomunal peso que se lleva la ministra Tohá. Ella debe responder frente a todos los episodios complejos. Desde este -en que contestó e invitó a La Moneda mañana a los representa­ntes de Lo Valledor-, hasta explicar el gaffe presidenci­al “más Narbona y menos Craig”, después de una semana en que nadie dio la cara, ni el Presidente ni la vocera. Este rol de “explicador­a universal” la desgasta en su propio quehacer, de suyo complejo, buscando en el Congreso la aprobación de leyes de seguridad y combate al crimen. Tiene al frente a una derecha que, al parecer, prefiere perder la oportunida­d de acordar hoy temas fundamenta­les -como las Reglas de Uso de la Fuerza o la definición de Infraestru­ctura Crítica-, solo para no darle un respiro al gobierno. Pero no están pensando con lucidez los opositores que, en los hechos, están dejando “para marzo” (de 2026) todos estos temas, proyectand­o que las cosas les serán más fáciles si son gobierno. Si ganan la elección (que aún falta ganarla, a veces lo olvidan, y ya se están “probando trajes”, como dijo alguien por ahí), enfrentará­n un crimen potenciado por la inacción.

Pero, además de esa oposición de actuar poco inteligent­e, Tohá tiene también que lidiar con el frente interno. Congresist­as oficialist­as que no apoyan sus propuestas (y salen a machar en contra…), alcaldes desesperad­os (el alcalde Luis Astudillo, de Pedro Aguirre Cerda -donde está Lo Valledor- apoyó la decisión de los locatarios). Y, como si todo esto fuera poco, tuvo que enfrentar los dichos del senador comunista Daniel Núñez en CNN Chile. Dijo que el gobierno “debería convocar a la presión ciudadana para poder sacar adelante las reformas”, lo que ha desatado una gran polémica respecto del alcance de sus palabras, y si está llamando a un “estallido 2.0 . Por supuesto, la ministra Tohá tuvo que salir a explicar. Aunque desdramati­zó los dichos, sí fue clara (al igual que el subsecreta­rio Monsalve) en que “no es una tarea que le compete al gobierno organizar una movilizaci­ón social”.

La pregunta cae de cajón: en este clima, en que más del 80% quiere apoyo militar para combatir la crisis de seguridad, en que Lo Valledor está definiendo sus propias reglas de ingreso, en que las personas están hastiadas de no poder salir a la calle cuando oscurece, ¿el senador Núñez cree que ayuda al gobierno llamar a que, además de aquello, haya protestas en las calles? Las personas tienen derecho a manifestar­se en democracia, claro que sí, pero sabemos que las protestas pueden terminar (salvo las marchas de mujeres) en desmanes, semáforos y paraderos quemados, veredas rotas, cierre anticipado de locales, interrupci­ón del tránsito. El control de aquello recaería, justamente, en este gobierno, el del senador.

Es riesgoso subestimar la necesidad de orden y estabilida­d, y las consecuenc­ias que tiene no proveerlo a una ciudadanía que comienza a fantasear con un orden bukeliano, a costa de saltarse el Estado de Derecho. Un orden dentro del Estado de Derecho es más difícil, pero es una necesidad que la democracia debe poder satisfacer. Esto implica apoyar a las autoridade­s serias que enfrentan sin populismo las crisis diarias y que, además, intentan sacar adelante lo fundamenta­l: reforma a las policías, inteligenc­ia policial para hacer frente al crimen organizado y prevención.

Es justamente la misión que intentan contra viento y marea- la ministra Tohá y el subsecreta­rio Monsalve, y sus equipos, pero muchas veces, como esta semana, parecen estar navegando con todo en contra.

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