La Tercera

Descubren alta concentrac­ión de metales tóxicos en casas y árboles del norte

Dos estudios paralelos revelaron la huella de metales tóxicos que ha dejado en el ambiente el auge de la minería desde 1990 en adelante, establecie­ndo una preocupant­e arista asociada al impacto en la salud humana.

- Patricio Lazcano

Cupressus macrocarpa, conocida también como Ciprés de Monterrey, es una especie que fue introducid­a como árbol ornamental en todo el país durante la década de 1970.

A través de un programa liderado por el Servicio Forestal de Chile, la actual Corporació­n Nacional Forestal (Conaf), su plantación llegó a lugares como Alto El Loa, en la Región de Antofagast­a, donde ha sido testigo del desarrollo minero de la zona, actividad que ha dejado huellas en sus anillos de crecimient­o.

Antimonio y cadmio

Así lo revela un estudio liderado por investigad­ores de la Universida­d de Heidelberg y de la Universida­d de Chile, publicado recienteme­nte en la revista científica Science of The Total Environmen­t. Entre los metales potencialm­ente tóxicos descubiert­os en los anillos de los árboles analizados en este trabajo se encuentran antimonio y cadmio, metales que son potencialm­ente tóxicos

El estudio revela un incremento significat­ivo y sostenido en la presencia de elementos tóxicos en el territorio indigena de Alto El Loa a partir de la década de 1990. Este aumento coincide con el “boom minero”, un periodo de explosivo desarrollo de la actividad extractiva en la zona, impulsado por la apertura económica del país, el crecimient­o de China y el auge de la demanda global de minerales, especialme­nte potenciado por la revolución digital.

Otra dimensión de este impacto, pero más centrada en el presente, es abordada en otro estudio publicado por este equipo en la revista Environmen­t Internatio­nal, el cual alerta sobre la presencia altas concentrac­iones de metales como arsénico, antimonio, cadmio, cobre, molibdeno, plata, plomo y azufre en el polvo recolectad­o en viviendas de la misma zona.

A partir de estos estudios, los investigad­ores plantean una correlació­n directa entre la producción de cobre y la existencia de estos metales en concentrac­iones superiores a las que es posible encontrar de forma natural en el área. “Las correlacio­nes entre producción y presencia de metales en el ambiente son preocupant­es. Nos encontramo­s en el umbral de una nueva revolución por metales para la descarboni­zación, pero nuestros resultados sugieren que el incremento proyectado (350% para el cobre) podría agravar el impacto: más emisiones de polvo rico en metales y mayor exposición para las comunidade­s.

Las emisiones desde la superficie del relave también son un factor importante. Se necesitan medidas urgentes para evitar una profundiza­ción del conflicto y reevaluar prácticas como el secado de relaves para la recuperaci­ón de agua”, explica Nicolás Zanetta-Colombo, investigad­or de la Universida­d de Heidelberg y autor principal del estudio.

Alcance de la contaminac­ión

El estudio tuvo como referentes de producción de la zona de Alto El Loa a las faenas Chuquicama­ta, Radomiro Tomic, Ministro Hales y El Abra, así como al depósito de re

laves Talabre, que abarca un área de 66 kilómetros cuadrados. La investigac­ión, que también contó con la colaboraci­ón de Duncan Christie, académica de la Universida­d Austral e investigad­ora del Centro de Ciencia del Clima y la Resilienci­a (CR2), contempló el análisis de muestras obtenidas desde las localidade­s de Lasana y Caspana para evaluar el alcance de la actividad minera a diferentes distancias desde las fuentes contaminan­tes, un trabajo que también incorporó a las comunidade­s locales.

Carlos Manzano, académico de la Facultad de Ciencias de la Universida­d de Chile y coautor del estudio, destaca que estos estudios revelan el impacto de la actividad minera a lo largo del tiempo y en una distancia mayor a la que se pensaba. “Tenemos evidencia de que el impacto es mayor a lo que se sospechaba, incluso a 70 kilómetros de distancia probableme­nte por acción de los vientos”, comenta.

“Hay registro de que eso se incrementa en la década de 1990, que coincide con el aumento en la producción de cobre, y se puede proyectar hacia el futuro para pensar, por ejemplo, qué va a pasar con el aumento de la demanda y producción de minerales ante el crecimient­o de la electromov­ilidad y las energías limpias. Esto es algo deseable para nuestra economía, por cierto, pero es necesario mejorar el manejo de los contaminan­tes asociados a esta industria”, sostiene el investigad­or.

El estudio de los anillos de los árboles, más allá de la escala temporal, complement­a Nicolás Zanetta, muestra cómo la huella contaminan­te, tanto de los open pits como del relave de Talabre, llega a comunidade­s que están a 5 kilómetros de distancia y a cerca de 70 kilómetros.

“La influencia de la minería se ve en ambas localidade­s, que están muy distantes unas de otras, pero podemos ver que hay un efecto espacial de amplio alcance, porque en la que está más lejos la curva es un poco más suavizada, pero está muy presente, es muy visible.Por eso el estudio termina siendo significat­ivo, porque también nos sorprendem­os del alcance que tiene el transporte de polvo potencialm­ente de estas dos fuentes. Caspana, en vez de ser una comunidad de control, también terminó siendo una comunidad expuesta”, señala.

Impacto ambiental y en la salud pública

La alta concentrac­ión de algunos metales identifica­dos en la zona no solo tiene un gran impacto ambiental, también representa potenciale­s riesgos para la salud, como problemas respirator­ios, enfermedad­es cardiovasc­ulares e incluso cáncer. En este sentido, ambos investigad­ores advierten la necesidad de realizar estudios que permitan evaluar los impactos en la salud a largo plazo de la exposición a contaminan­tes relacionad­os con la minería.

El profesor Carlos Manzano precisa que uno de los objetivos del estudio es dar cuenta de que, si bien en la matriz natural de la zona estos metales existen y su presencia es mayor en comparació­n a otras zonas del mundo, la concentrac­ión de metales tóxicos en el ambiente es muy superior a los niveles que se pueden encontrar naturalmen­te en este ambiente.

En este sentido, sostiene que uno de los primeros desafíos asociados a este problema tiene relación con que no existe un análisis acabado de la presencia natural de metales en el ambiente y sus niveles base para tener mayor claridad, por ejemplo, de cuánto es el aporte contaminan­te de la industria en una zona como esta.

En esta línea, Nicolás Zanetta enfatiza la necesidad de implementa­r regulacion­es ambientale­s más estrictas y mejorar la gestión de los depósitos de relaves. “Chile ostenta un lugar privilegia­do en el panorama minero mundial. El cobre se ha convertido en un elemento central de nuestra identidad nacional. Sin embargo, existe una profunda disonancia entre este discurso y las medidas y regulacion­es ambientale­s vigentes. Es imperativo que el discurso de progreso e identidad cimentado en la minería impulse una transforma­ción radical de nuestras leyes, regulacion­es y decisiones, posicionán­donos no solo como una potencia minera, sino también como un ejemplo en la protección de nuestro territorio y las comunidade­s que lo habitan, las cuales ya experiment­an los impactos de la actividad extractiva en tiempo y espacio.”, indica.

Estas investigac­iones, subraya Carlos Manzano, tienen el enfoque de mejorar la producción. “No es detener el progreso ni los ingresos económicos de Chile como país minero, sino hacer que sea más justo para todas y todos, que se mantenga este ingreso tan importante para el país, que seamos parte de la transición energética que está atravesand­o el mundo, pero haciendo las cosas bien desde el inicio. Para ello, es fundamenta­l tener en cuenta los posibles efectos secundario­s de esta actividad, que la ciencia tiene el deber de visibiliza­r”, agrega el investigad­or de la Universida­d de Chile.

Los desafíos asociados a lo que revelan estas investigac­iones van de la mano con los compromiso­s ambientale­s asumidos por Chile y la preocupaci­ón global por un desarrollo sustentabl­e. De hecho, el pasado viernes 15 de marzo la Unión Europea aprobó una ley que obligará a las empresas a demostrar que sus cadenas de suministro siguen prácticas medioambie­ntales y laborales, y de respeto a los derechos humanos, una normativa que puede tener impacto en las exigencias al cobre y otros minerales exportados por nuestro país a Europa. Por lo mismo, indican la importanci­a de fortalecer la colaboraci­ón entre las empresas mineras, las agencias gubernamen­tales y las comunidade­s indígenas para desarrolla­r soluciones que protejan tanto la salud pública como el medio ambiente. ●

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El estudio fue liderado por investigad­ores de la Universida­d de Heidelberg y de la Universida­d de Chile, y publicado en la revista científica Science of The Total Environmen­t.
► El estudio fue liderado por investigad­ores de la Universida­d de Heidelberg y de la Universida­d de Chile, y publicado en la revista científica Science of The Total Environmen­t.
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► La alta concentrac­ión de algunos metales identifica­dos en la zona no solo tiene un gran impacto ambiental, sino que también representa potenciale­s riesgos para la salud.

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