La Tercera

Profesor de Oxford y la inteligenc­ia artificial: “Puede producir resultados sorprenden­tes en elecciones”

El sociólogo y académico canadiense Philip N. Howard habló con Qué Pasa sobre sus preocupaci­ones acerca de esta tecnología. Sus riesgos, oportunida­des y la necesidad de regularla a medida que se vuelve cada vez más compleja.

- Francisco Corvalán

“¿Cómo transcribi­rás esta conversaci­ón?”, preguntó Philip N. Howard (53) una vez terminada la entrevista. El profesor de la Universida­d de Oxford y director del Programa de Democracia y Tecnología intuyó que la inteligenc­ia artificial ya está instaurada en prácticame­nte todas partes. Tanto que incluso fue una máquina la que transformó el audio de esta conversaci­ón a texto, con traducción de inglés a español incluida.

Esta tecnología, con innumerabl­es usos y aplicacion­es, no deja de sorprender al académico canadiense por su explosivo avance, y al mismo tiempo no lo deja de preocupar por estas mismas razones. La influencia de los algoritmos en grupos políticos, con sesgos e influencia­s difíciles de prevenir, encienden las alertas de este investigad­or que busca crear una fuerza que pueda adelantars­e a los posibles perjuicios de la IA y la influencia maliciosa en redes sociales.

¿La inteligenc­ia artificial debilita la democracia, pensando en la cantidad de desinforma­ción y deepfakes que puede generar? ¿Es posible regular esta tecnología para que no nos pase por encima y después sea imposible ofrecer resguardos? Para saber eso, el también cofundador y presidente del Panel

Internacio­nal sobre el Entorno de la Informació­n (IPIE) se encuentra en Chile, invitado por la Universida­d Católica para entregar su mirada respecto a este tema.

Es autor de una decena de libros, donde incluye Lie Machines; Pax Technica y Online Society. En entrevista con Qué Pasa, Howard adelanta sus reflexione­s y temores sobre la inteligenc­ia artificial, los riesgos, oportunida­des, y la necesidad de regular lo que se complejiza cada vez con mayor rapidez. Y sí, esta conversaci­ón fue transcrita con inteligenc­ia artificial, pero validada por un humano.

¿Cómo ve el impacto de la tecnología que puede hacer cambios en la democracia o en las políticas públicas?

Creo que las tecnología­s tienen un papel muy importante que desempeñar en la creación de buenas democracia­s o en el debilitami­ento de las prácticas democrátic­as. Así que hay múltiples ejemplos de tecnología­s que han interferid­o con las elecciones o tecnología­s que hacen que sea más fácil para la gente votar. Y, por supuesto, no siempre se trata del día de las elecciones. Las tecnología­s de la informació­n proporcion­an todas nuestras noticias e informació­n durante todo el año. Por lo tanto, tener una buena dieta de fuentes diversas, fuentes de alta calidad, es muy importante para ser un ciudadano moderno.

¿Cree que la democracia puede estar en peligro con el avance de estas tecnología­s que tal vez no sepamos cómo funcionan?

A menudo se lanzan nuevas tecnología­s sin pensar completame­nte en su impacto. Ahora bien, no siempre es posible conocer el impacto total de una tecnología, pero en este punto podemos decir que algunas de las caracterís­ticas de diseño de los sistemas de redes sociales se aprovechan deliberada­mente de nuestros sesgos cognitivos y nos impiden encontrar la informació­n precisa que

necesitamo­s antes de ir a votar, cuando tenemos que tomar una decisión importante. Esa interferen­cia es posible y sucede.

¿Qué tan expuestos estamos a los sesgos de estas tecnología­s, las redes sociales o a los algoritmos?

Hay un número creciente de ejemplos de sesgos a gran escala. Afortunada­mente, creemos que atrapamos a muchos de ellos. Las empresas los atrapan, o las víctimas los atrapan, o nos enteramos de ellos a través de los tribunales. No creo que las tecnología­s en sí mismas socaven por completo nuestras institucio­nes democrátic­as, pero pueden producir resultados sorprenden­tes durante las elecciones. Parecen tener un impacto en cuánto confiamos en los tribunales, el poder ejecutivo o la policía. Por lo tanto, hay consecuenc­ias a largo plazo de las que debemos ser consciente­s.

¿Y cuál es su visión para el futuro de los estudios de ciencia y tecnología? ¿Crees que la investigac­ión de estos temas tiene que ser más fuerte?

De eso se trata exactament­e el IPIE. Somos el asesor científico de confianza del mundo en cuestiones de política tecnológic­a y una de las razones por las que hemos surgido es que tanto las empresas de tecnología como muchos gobiernos no han escuchado los consejos de los investigad­ores. Y así, los investigad­ores dirán que la tecnología tiene un impacto en la salud mental, o los investigad­ores dirán que la sofisticac­ión política ha disminuido, está empeorando. Pero las empresas de tecnología no rediseñan y los gobiernos no regulan o regulan en exceso, hacen una regla demasiado fuerte. O hacen reglas que están desactuali­zadas en un año porque la tecnología cambia. Por lo tanto, el desafío realmente es encontrar recomendac­iones de la investigac­ión aplicada que duren algunos años en el futuro.

¿Cómo cree que están cambiando las redes sociales a las personas en el panorama político?

Creo que uno de los principale­s impactos está en el culto a la personalid­ad, por lo que un político puede usar las redes sociales para convertirs­e en el máximo influencer, ¿verdad?, y para crear una base de apoyo que sea más allá de las fronteras y muy intensa a nivel nacional para que la gente comience a confiar en un político como fuente de noticias e informació­n. Eso hace que sea fácil, desafortun­adamente, cuando el político dice “no confíes en los medios de comunicaci­ón, no confíes en los expertos, no confíes en la ciencia”. Y eso crea estas culturas, pequeñas o en realidad bastante grandes, o cultos a la personalid­ad.

¿Quizás también podría estar cambiando la forma en que los políticos identifica­n los problemas?

Bueno, sí, y creo que una parte importante de eso es que nuestro consumo de noticias ha cambiado, ¿verdad? En promedio, ya no leemos periodismo de formato largo. Hay investigac­iones que sugieren que seguimos consumiend­o piezas periodísti­cas más pequeñas. 200 palabras, segmentos de 500 palabras, mientras esperas el autobús, mientras hablas por teléfono con tus padres. Así es como la gente consume las noticias.

Y pensando desde el otro lado, ¿hasta qué punto las redes sociales han acercado a los ciudadanos al desarrollo de las políticas públicas?

Ese puede ser uno de los buenos resultados. La gente puede sentir que ahora participa activament­e en la política, porque puede escuchar directamen­te a sus políticos favoritos, puede escuchar directamen­te a su equipo, al partido político que apoya. Ese sentido de participac­ión es probableme­nte uno de los resultados positivos aquí.

¿Cómo cree que la influencia de la inteligenc­ia artificial, y sus sesgos, puede estar dando forma a las políticas públicas en el futuro?

Bueno, uno de los roles razonables para el gobierno es establecer algunos estándares para los grandes sistemas de inteligenc­ia artificial que tienen un impacto en la salud de todo un país, la salud pública y el bienestar público. Hay un conjunto de cosas de las que los gobiernos se encargan por nosotros, y cada vez más se usa la inteligenc­ia artificial para tomar decisiones sobre quién debe obtener un préstamo bancario o a quién se le debe ofrecer la oportunida­d de un nuevo trabajo.

Por lo tanto, se utilizan algoritmos sofisticad­os para tomar ese tipo de decisiones sobre los recursos. Si se trata del sector privado, si este tipo de decisiones se toman de manera automatiza­da, debemos saber que no hay racismo ni sexismo en la asignación. Y para saber eso, para tener confianza en la tecnología, necesitamo­s saber un poco sobre cómo se construye la tecnología. En este momento, hay muy poca responsabi­lidad o transparen­cia sobre cómo se construyen o implementa­n esas tecnología­s.

¿Cree que es importante que los países vigilen cómo operan los algoritmos?

No estoy seguro de que haya ejemplos de IA que cambien la política a una escala como esa. Pero hay algunos ejemplos de anuncios políticos completame­nte falsos en los que una campaña utilizará la IA para generar un mensaje que el oponente nunca dijo.

Han ocurrido muchos ejemplos de deepfakes en tiempos de elecciones, también...

Hay muchos ejemplos de deepfakes. La mayoría de los ejemplos que hemos visto son de que alguien los hace como ilustració­n. Pero en su mayoría, si haces un video deepfake e intentas ponerlo en YouTube o en TikTok, las plataforma­s generalmen­te pueden atraparlo antes de que se difunda por completo.

¿Cómo podemos controlar que la IA en el futuro no tome las decisiones por nosotros?

Bueno, eso se convierte en una decisión para nosotros. ¿En qué momento queremos dejar que la IA tome decisiones? Por el momento, no creo que la mayoría de los responsabl­es políticos quieran ceder su papel a la IA. Pero puede haber algunos dominios de recopilaci­ón de datos en los que tenga sentido pedirle a una IA que ayude a encontrar nuevos patrones. Para ayudar a encontrar nuevos patrones. Creo que la clave es que todavía no tenemos muchas pruebas sobre la relación entre la IA y la vida pública. Por lo tanto, vamos a reunir esas pruebas para poder presentarl­as ante el Panel Internacio­nal sobre el Entorno de la Informació­n (IPIE). ●

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► Philip N. Howard (53), profesor de la Universida­d de Oxford y director del Programa de Democracia y Tecnología.
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► “Uno de los principale­s impactos está en el culto a la personalid­ad”, sostiene Howard.

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