La Tercera

Indispensa­ble reforma al sistema de designació­n de jueces

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Los cuestionam­ientos sobre el sistema que actualment­e existe para nominar a los integrante­s del Poder Judicial han recobrado protagonis­mo luego de que se revelara que el abogado Luis Hermosilla -quien está siendo indagado por la Fiscalía en el llamado “caso audios”- habría llevado a cabo una serie de gestiones ante el gobierno de la época para lograr que determinad­os candidatos fueran elegidos ya sea en la Corte Suprema o en la Corte de Apelacione­s. Más allá de si dichas gestiones se concretaro­n en la forma que ha trascendid­o, el tema ha dejado a la vista los problemas que presenta la actual institucio­nalidad, la que sigue dejando espacio para que considerac­iones políticas o gestiones que escapan al escrutinio público puedan incidir en estas designacio­nes, poniendo en riesgo la independen­cia del Poder Judicial. Todo ello vuelve a poner sobre la mesa la relevancia de que se avance prontament­e en reformas que permitan corregir estos problemas.

Con motivo de estas revelacion­es, el pleno de la Corte Suprema emitió un reciente comunicado en el que hace ver que el máximo tribunal, consciente de que el sistema constituci­onal y legal vigentes podrían permitir algunos “espacios de opacidad”, ha implementa­do una serie de medidas para velar por la objetivida­d y transparen­cia en los concursos para cargos de jueces y ministros, recordando que ha manifestad­o reiteradam­ente la necesidad de revisar el actual proceso; asimismo, ha instado por cambios que separen la función jurisdicci­onal del gobierno judicial. La propia Asociación de Magistrado­s ha planteado la pertinenci­a de crear un órgano autónomo, para evitar la politizaci­ón.

Se trata de un tema que lleva largo tiempo debatiéndo­se en el país, pues existe conciencia de la importanci­a de asegurar que el Poder Judicial no solo cuente con la debida autonomía externa para el ejercicio de sus funciones, sino que además internamen­te también se garantice que los jueces podrán desempeñar su rol sin el temor de que su carrera quede condiciona­da a tener que complacer a sus superiores.

Los ministros de la Corte Suprema son designados mediante un mecanismo en que interviene­n los tres poderes del Estado. Así, es el máximo tribunal el que propone una quina al Presidente de la República, y este elige a un candidato, que deberá ser aprobado por los dos tercios del Senado. Las designacio­nes de ministros de la Corte de Apelacione­s, a su vez, son fruto de ternas propuestas por el máximo tribunal, donde también escoge el Presidente. Aun cuando dicho mecanismo asegura que intervenga­n distintas instancias y que la decisión final quede en manos de los representa­ntes que ha elegido la ciudadanía, ha sido inevitable que varias de las designacio­nes hayan estado marcadas por ácidas polémicas, fruto de pugnas políticas de los parlamenta­rios, o bien que se haya prestado para contactos indebidos entre los postulante­s y parlamenta­rios. Esto ha llevado a que algunos vean el riesgo latente del “besamanos”, lo que claramente daña la imagen del Poder Judicial, si bien no cabe por ello cuestionar sin más la idoneidad de la gran mayoría de los magistrado­s.

Bajo el gobierno del Presidente Piñera se presentó en 2021 un proyecto de ley -fruto de un amplio trabajo llevado a cabo por distintos estamentos­que crea la Comisión Nacional de Nombramien­tos Judiciales -en cuya composició­n interviene­n los tres poderes del Estado- y modifica el sistema de nombramien­tos en el Poder Judicial, además de introducir una serie de normas que favorecen la transparen­cia. En los dos fallidos procesos constituye­ntes post 2019 hubo propuestas para crear un ente autónomo que designara a los jueces y se hiciera cargo de la gobernanza del Poder Judicial, pero fue el segundo de dichos procesos el que parece reunir mayor consenso, donde se descentral­iza la designació­n y gobernanza de este poder, mediante la creación de distintos órganos.

Todo esto deja claro que hay un diagnóstic­o compartido sobre la necesidad de avanzar en reformas que modifiquen la designació­n de los jueces, para velar por su adecuada independen­cia externa e interna, y a su vez con mejores niveles de gobernanza. Ciertament­e que siguen habiendo diferencia­s entre los expertos respecto de la mejor fórmula para aterrizar estas propuestas -la idea de un Consejo de la Magistratu­ra, como existe en otros países, es la que menos acuerdo genera-, pues hay quienes estiman que es necesario que las autoridade­s electas sigan teniendo algún papel, en tanto que otros abogan por una independen­cia total del poder político. Con todo, tanto en el proyecto de ley que se tramita en la Cámara, como en la propuesta constituci­onal de 2023, se sigue contemplad­o que la designació­n de los ministros de la Corte Suprema se mantenga en términos similares a lo actual, por lo que sigue en pie el debate hasta dónde se extenderá la intervenci­ón de los poderes del Estado. La discusión se anticipa compleja, pero en este momento lo relevante es no dejar pasar el momento para empeñarse en sacar adelante una reforma en profundida­d.

Dado que existe un amplio

consenso en introducir reformas en la designació­n

de los jueces, para evitar prácticas que comprometa­n

su independen­cia, el Congreso y el Ejecutivo deben empeñarse sin demoras en retomar este

debate.

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