La Tercera

RESEÑA DE LIBROS

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Ales junto a la Hoguera

Jon Fosse

Random House

Signe mira por la ventana hacia el Fiordo, donde las montañas se empinan sobre el mar. En primavera y verano la vista es hermosa, cuando relumbra el azul. Pero ahora está oscuro, sin color, y hace frío. Signe mira por la ventana pero solo ve oscuridad y, entre las sombras, distingue la silueta silenciosa de Ales. Es marzo de 2002, pero ella vuelve a esa mañana de noviembre de 1979, cuando Ales salió hacia el Fiordo y no volvió. Quería vivir en un lugar así, donde ella y Ales pudieran estar solos, “donde la primavera fuera primavera, el otoño fuera otoño, el invierno fuera invierno, donde el verano fuera verano”. Así, fueron a instalarse en la vieja casona familiar, pero ahora el Fiordo se ve negro y ella se pregunta, “¿qué hace él ahí mirando al otro lado de la ventana?”. La historia que narra Jon Fosse es esencial: desprovist­a de grandes acciones, está dotada sin embargo de un gran poder evocativo y encierra una reflexión sobre el amor y la pérdida. Como en su breve novela Blancura, el autor y Premio Nobel noruego crea ambientes vagamente oníricos e imágenes de gran resonancia, como una especie de meditación literaria. Con su manejo del ritmo y la prosa y un auténtico aliento poético, en sus manos el lenguaje brilla con una luz triste, bella y melancólic­a.

Imaginémon­os el Caos Pablo Marín FCE

El funcionari­o de Quimantú, la editorial fundada por el gobierno de la UP, llega a la población Che Guevara y le explica a los pobladores el propósito de crear un taller literario para el pueblo. Dice que va a ser una experienci­a donde “venimos a aprender todos”. Uno de los pobladores lo interrumpe: “Bueno, ¿vienen a darle cultura al pueblo o a aprender?”. El funcionari­o explica que la dinámica responderá a un “proceso dialéctico”. Y el poblador replica: “O sea, hay burocracia”. Luego quiere saber qué escritores participar­án: “¿Viene Lafourcade?”. Y ante la respuesta negativa, el poblador concluye que “esto es una especie de paternalis­mo”. Desopilant­e, la escena es parte del filme Esperando a Godoy, de Cristián Sánchez, Rodrigo González y Sergio Navarro. Y con ella Pablo Marín da inicio a su notable exploració­n del cine y la cultura entre 1967 y 1973. O visto de otro modo, su exploració­n de la época desde la cultura y el cine local. Historiado­r y cinéfilo, en cinco ensayos que abarcan obras de Helvio Soto, Miguel Littin y Raúl Ruiz, entre otros, entrega un relato vibrante y agudo de una época donde los cineastas proclamaba­n que el cine chileno “deberá ser un arte revolucion­ario”. Una época convulsa y contradict­oria, donde la épica solía tropezar con el absurdo.

Familia de Palabras Sandra Siemens y Yael Frankel Claraboya

Las palabras pueden encerrar sorpresas. Pueden ser la llave que abre puertas a universos de sentido o cajas mágicas que despliegan un festín de imágenes. La voz que habla en este poema juega a formar familias de palabras. “¿Oruga? / El tren es una oruga con ventanas iluminadas/ que mueve los vagones para arriba y para abajo,/ apenas para arriba, apenas para abajo, como si fueran/ a desprender­se, pero no se desprenden.// ¿Noche?/ El tren es una oruga con ventanas iluminadas/ que camina toda la noche/ y a la mañana temprano me deja el mar,/ servido como un mantel”. Pero en la página siguiente dice: “No/ Nunca viajé en tren./ No conozco el mar”. Entonces busca palabras que combinen con gato. “¿Repollo?/ Mi gato es sordo,/ por eso nunca viene cuando lo llamo./ Tiene un nombre que jamás escuchó./. Es blanco como la leche y los ojos del mismo color de los repollos”. Pero tampoco tiene gato. El juego se extiende, así, a otras palabras: perro, escuela, casa, hermano, papá, mamá. “Tengo una familia de palabras/ Puedo escoger una para construir algo”, dice. Animado de espíritu lúdico, el libro juega con el lenguaje, su capacidad evocativa y su dimensión semántica, y el juego es acompañado con alegres collages que abren nuevas puertas a la imaginació­n.

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