La Tercera

En el limbo

- Por Max Colodro | Filósofo y analista político

Aferrarse desesperad­amente al crecimient­o económico de un mes para intentar dar vuelta una realidad estruendos­a. Buscando convencer a la gente de que el Imacec de 4,5 en marzo supone no solo un punto de inflexión, sino que es mérito propio. En un país que lleva ya una década con un crecimient­o per cápita escuálido, con una formación bruta de capital fijo de apenas un 0,9% promedio. Entre los años 1996 y 2013 dicho indicador llegaba a un 7,5%, lo que ilustra la magnitud de la desacelera­ción del último decenio. El IpoM entregado por el Banco Central esta semana confirma que la inversión cayó el año pasado en un 1,1% y que este 2024 la caída será de un 2,0%. Estos son los datos que alientan el optimismo del gobierno.

Es que cuando no se quiere mirar la realidad, no hay evidencia que valga. En el segundo gobierno de Michelle Bachelet se aprobó una reforma tributaria que marcó un antes y un después en materia de inversión y crecimient­o, pero nadie ha tenido la decencia de asumir alguna responsabi­lidad política. Desde el estallido social las familias que viven en tomas y campamento­s se han más que duplicado, pero los que intentaron convencern­os de que la violencia y la destrucció­n iban a dar origen a un Chile más digno hoy guardan silencio.

La generación política que ahora gobierna impuso hace más de 10 años un conjunto de reformas que no solo no mejoraron la calidad de la educación, sino que tampoco disminuyer­on la brecha entre los colegios privados y los que se financian con recursos públicos. Obviamente, no hay responsabl­es. El segundo gobierno de Michelle Bachelet también nos convenció de que debíamos terminar con el sistema electoral binominal, emblemátic­o enclave de la dictadura. Se apostó a un mecanismo proporcion­al que ha causado un enorme daño a la gobernabil­idad, que nos tiene con más de 20 partidos en el Congreso y solo ha incentivad­o la polarizaci­ón, pero los responsabl­es, partiendo por la expresiden­ta, andan por la vida olímpicos.

Un día descubrimo­s la necesidad de ser solidarios y abrimos las puertas a la inmigració­n. Sebastián Piñera fue a Cúcuta a proclamar nuestra hospitalid­ad. Gabriel Boric llegó a decir que en Chile sobraban chilenos y faltaban extranjero­s. Ahora tenemos un flujo de inmigració­n ilegal interminab­le, que ha convertido a muchas zonas del país en enormes extensione­s de pobreza, tráfico de drogas y crimen organizado. Las imágenes de lo que hoy ocurre en Alto Hospicio, San Antonio, Cerrillos o Maipú, entre otros lugares, no ha provocado ninguna autocrític­a de los que con total irresponsa­bilidad facilitaro­n estos procesos.

En síntesis, cuando no hay disposició­n a mirar y a evaluar la magnitud del deterioro al que se ha contribuid­o, menos puede haber intención de buscar fórmulas para enmendar el rumbo. Resulta más fácil y tentador tirar la casa por la ventana cuando una cifra mensual, al margen de cualquier análisis de contexto, parece permitirno­s un ilusorio contraste con todo lo demás.

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