La Tercera

Cristián Bellei “Hay un desafío que aún no empezamos a rasguñar: tener un sistema inclusivo no quiere decir que los niños van a aprender”

- Por Andrés Gómez Bravo

Doctor en Educación de Harvard y académico de la U. de Chile, analiza la crisis del sistema educativo. Defiende la inclusión y el cuestionad­o Sistema de Admisión Escolar. “En el sistema anterior había decenas de miles de niños sin matrícula”. Y argumenta por qué la reforma comenzó con los cambios estructura­les en lugar de atender primero a la calidad de la educación.

Cuando llegó al Ministerio de Educación, a mediados de los 90, se encontró con una discusión en torno a los liceos de excelencia. Cristián Bellei lo recuerda claramente. Recién egresado de la Universida­d de Chile, el sociólogo asistió a esas conversaci­ones. La disyuntiva era crear una red de liceos innovadore­s o una red de institucio­nes académicam­ente selectivas. Su postura entonces no admitía dudas:

-Yo venía de un liceo público de San Antonio y siempre dije que prefiero una red de liceos selectivos, porque hay que romper el círculo de la élite. No puede ser que la élite provenga toda de Vitacura, Las Condes, Lo Barnechea. Y eso se logra dándoles oportunida­des a los jóvenes de cualquier lugar. Finalmente, se decidió lo contrario y se crearon los liceos Montegrand­e.

Doctor en Educación de Harvard, hoy piensa que los liceos Montegrand­e fueron una buena idea. Aún cree que el sistema público debe darles oportunida­des altamente competitiv­as a los talentos, pero no solo a los académicos. También a los artísticos y deportivos. Y cree algo más:

-El mejor sistema no es el que segrega a los talentos, sino el que les da oportunida­des y al mismo tiempo logra que se desarrolle­n en sus comunidade­s, porque la segregació­n perjudica al resto del sistema y se termina creando otra élite de talentos.

Académico de la Universida­d de Chile, Bellei fue consultor de Unicef y formó parte del Consejo de Evaluación del Sistema de Educación Pública durante el gobierno del expresiden­te Sebastián Piñera. Además, fue el coordinado­r de Educación del programa de Gabriel Boric.

Para Bellei, la crisis que se observa en educación responde a varios factores.

-Chile tiene un sistema escolar de bajos resultados, mediocre en términos internacio­nales y estancado hace muchos años. En el caso específico de la educación pública se agrega la crisis gigantesca, y a mi juicio terminal, de la administra­ción municipal.

¿Cómo ha influido el proceso de desmunicip­alización en esta crisis?

La decadencia del sistema de gestión municipal se exacerbó una vez que los municipios ya sabían que les iban a quitar la administra­ción de las escuelas. Hay mucha evidencia de que hubo abandono, en el peor de los casos, pero también malas prácticas.

Pero la instalació­n de los Servicios Locales de Educación (SLEP) también ha sido problemáti­ca...

Para crear los SLEP, el país necesita competenci­as profesiona­les e institucio­nales que son difíciles de lograr. Ahí opera mucho la desigualda­d territoria­l. Hay sectores donde cuesta reclutar profesiona­les de altas competenci­as. La creación de estas institucio­nes requiere una inversión en capital humano e institucio­nal que no ha estado a la altura de la reforma.

¿Eso fue lo que pasó en Atacama?

Atacama es el ejemplo perfecto. La falta de mantención de escuelas y liceos, que se arrastraba hacía años, no se resolvió porque es una mochila muy grande. Este servicio se conformó durante el gobierno del Presidente Piñera. Los informes de auditoría muestran que hay problemas de competenci­as profesiona­les en las direccione­s del servicio. Se nombraron las autoridade­s y estas no dieron el ancho. Se les reemplazó y nuevamente fueron sumariadas y reemplazad­as. Atacama es un ejemplo de otra cosa: hubo un exceso de énfasis en la descentral­ización. No puede ser que el Ministerio de Educación hoy diga no puedo intervenir porque los SLEP son descentral­izados. Se necesita un Ministerio de Educación y una Dirección Nacional de Educación Pública que durante el período de instalació­n y los primeros años den garantías a la población de que, independie­nte de las capacidade­s locales, van a estar las inversione­s en infraestru­ctura y en profesiona­les.

¿El proyecto de reforma de los SLEP que presentó el gobierno solucionar­á el problema?

Creo que es una muy buena iniciativa, bien enfocada y que, de aprobarse, puede contribuir significat­ivamente a la mejor implementa­ción de esta importante, pero muy compleja reforma.

Bellei destaca tres aspectos del proyecto: “Lo primero es que mejora el control del comportami­ento de los municipios en este período y hace mucho más imperativa su colaboraci­ón, mediante un plan obligatori­o y sanciones claras, para que los alcaldes administre­n responsabl­emente hasta el último día y cooperen con el nacimiento del nuevo sistema”.

En segundo lugar, “introduce varios cambios para hacer más eficiente y rápida la gestión local de la educación pública, especialme­nte en temas de infraestru­ctura, expansión y mantención de establecim­ientos, así como de personal y compras. A veces es delegando más en los directores, otras creando instrument­os de inversión regional en infraestru­ctura, y también dando atribucion­es al nivel nacional del sistema para intervenir rápidament­e en casos necesarios, algo imprescind­ible como la experienci­a de Atacama lo enseña”.

Por último, “la reforma no puede ser responsabi­lidad exclusiva del Ministerio de Educación, es un desafío de todo el Gobierno y más, del Estado”. Y respondien­do a eso, buscará “involucrar a todo el aparato público en la creación de la nueva Educación Pública”.

“Por cierto, esta propuesta no soluciona todo, pero es un gran avance, que debe ser complement­ado con mejor gestión y mejor informació­n e involucram­iento de las comunidade­s locales en este cambio”.

El gobierno reaccionó cuando la crisis

estalló en Atacama. ¿Qué le parece que un gobierno que tuvo la educación como bandera de lucha no le haya dado prioridad?

En todos los gobiernos, los problemas de educación tienden a ser postergado­s en función de asuntos de más corto plazo, como el tema de la insegurida­d, o antes la pandemia, la crisis económica, o los temas migratorio­s. El gobierno en su programa comprometi­ó cambios institucio­nales importante­s. Y, claro, se demoraron. Varios de los cambios propuestos estaban en el programa de gobierno y esperemos ahora que se puedan implementa­r.

¿Qué espera del gobierno ahora?

Dadas las condicione­s, implementa­r bien la reforma de los SLEP le va a dar una oportunida­d al sistema público, que es el sector que va a tirar el carro. Yo enfatizarí­a eso y continuar con el plan de recuperaci­ón de la pandemia, que está dando buenos resultados. Y les pediría al resto de los actores políticos no distraer el debate sembrando ilusiones nostálgica­s que son infundadas. Como que la educación tiene futuro en el pasado, en la municipali­zación. O decir necesitamo­s lucro para que los privados pongan escuelas. Eso ya lo tuvimos 40 años y fue un desastre.

La inclusión

Con la Ley de Inclusión se creó el Sistema de Admisión Escolar (SAE), que ha recibido fuertes críticas. ¿Cuál es su evaluación?

La Ley de Inclusión apunta a eliminar las discrimina­ciones en los procesos de admisión que existían en Chile. La Ley de Inclusión, al centraliza­r los procesos de admisión, lo que hace es impedir o disminuir radicalmen­te la discrimina­ción. O sea, se garantiza un derecho igualitari­o de los niños, las niñas y sus familias en los procesos. Además, como el sistema era muy descentral­izado, era muy ineficient­e en la asignación de cupos. O sea, las familias tenían que ir a siete u ocho escuelas a rendir pruebas y presentar papeles. Todo eso se acabó, porque el sistema organiza los cupos, se basa en las preferenci­as de las familias y resuelve la mayoría de los casos. Más del 70% o casi el 80% de las familias queda en alguna de sus preferenci­as y más del 90% es asignado a alguno de los cupos. Y después hay un ajuste.

En marzo había 3 mil niños sin matrícula...

Antes había decenas de miles de niños, pero no teníamos la informació­n centraliza­da; eran mamás que golpeaban y golpeaban puertas. El ministerio va a intentar resolverlo, pero estamos hablando del 0,2 % del sistema. La inmensa mayoría de los estudiante­s son asignados por el SAE en una operación que trata de respetar la elección de las familias. Pero si las familias perciben que hay solo una escuela en la que quieren estar, el sistema colapsa por la hiperconce­ntración. Y eso le pasa un poco al SAE.

Cristián Bellei añade dos factores que tensionaro­n el sistema: la rápida expansión de algunas zonas urbanas, con un déficit de escuelas , y la migración, que ha incorporad­o 150 mil nuevos estudiante­s. “Este es un problema que requiere institucio­nalidad ministeria­l, pública, eficiente, que involucre a los gobiernos regionales y que no dependa de un municipio”, dice.

Los liceos emblemátic­os desapareci­eron de los mejores puntajes en la PAES. ¿Es efecto del fin de la selección?

Yo me preguntarí­a si los estudiante­s de más bajo nivel socioeconó­mico, o sea, no privilegia­dos, están teniendo más oportunida­des de estudio post secundario o no. Y la evidencia muestra que sí, ya sea a través de la PAES o a través de otros mecanismos. Si algunos de los liceos emblemátic­os han decaído institucio­nalmente, hay otros que, en cambio, han mejorado. Hay una proporción de liceos, como el Liceo San Nicolás, en San Nicolás, que con Ley de Inclusión, sigue creciendo en matrícula y mejorando sus resultados de aprendizaj­e.

La alcaldesa Karina Delfino sugirió que fue un error terminar con la selección en los lices emblemátic­os y el exministro Raúl Figueroa afirmó que estos perdieron su propósito de movilidad social.

La pregunta es para el siglo XXI. ¿Chile quiere tener una red de establecim­ientos públicos selectivos, orientados a los talentos académicos y que se concentren allí? ¿Es una buena idea? Es una política pública posible. Pero ¿qué vamos a decir cuando lo creemos en Chillán? ¿Qué les vamos a decir a los estudiante­s de San Carlos? Si lo creamos en Talca, ¿qué les vamos a decir a los chicos de Curicó? ¿Y a los de Linares? La mejor política es aquella que les da oportunida­des a todos los jóvenes en sus liceos y no sueña con esta idea de que tenemos que crear la Selección Nacional solo en un par de barrios de Santiago.

Para Bellei estas discusione­s distraen del reto principal.

-Tenemos un desafío gigantesco al que todavía ni siquiera empezamos a rasguñar. Tener un sistema inclusivo no quiere decir que los niños van a aprender. Quiere decir que prácticas aberrantes que humillaban a las familias o que herían a los niños y las niñas no las vamos a tener. Ese es un derecho humano esencial. De ahí a que aprendan toda la matemática, toda la ciencia, todo el arte que necesitamo­s. El problema de fondo es cómo les enseñamos mejor a todos los niños y a todas las niñas y no cómo tratamos de reagruparl­os. Buena educación para todos, formación de los profesores, buenos materiales, un sistema inclusivo. Un sistema escolar entusiasma­nte. Ambientes sanos. En eso tenemos que estar trabajando.

¿Por qué no se partió por ahí, por mejorar la calidad de la educación antes de emprender los cambios estructura­les?

En sistemas de bajo desempeño crónico y/o poco consolidad­os, donde existen debilidade­s institucio­nales importante­s, las reformas educaciona­les tienden a poner estos temas de organizaci­ón general como un punto prioritari­o y muchas veces inicial en la agenda, porque se entiende que estos son una traba para el mejoramien­to sustancial y sostenido de la educación. Esto no implica “abandonar” los asuntos pedagógico­s, obviamente, pero al menos no omitir los temas “estructura­les”. Varios de los sistemas modelo de países que se desarrolla­ron en las últimas décadas y lograron constituir sistemas educaciona­les de alta calidad, muestran este patrón: Finlandia y Singapur, por ejemplo. Creo que mirar esa evidencia internacio­al es clave para no caer en una eterna discusión del huevo o la gallina con esto de reformas institucio­nales vs. programas de mejoramien­to en el aula. Eso, solo cambio educativo, no institucio­nal, se intentó en Chile durante los 90 y primera mitad de los 2000; tuvieron efecto, pero limitado y no sostenido. Por eso se impuso la agenda de cambios institucio­nales.

¿El gobierno está trabajando en mejorar la calidad?

El gobierno organizó un debate nacional sobre enseñanza y aprendizaj­e. Están ahora procesándo­lo, con la idea, precisamen­te, de que dejemos de lado ya estas discusione­s más estructura­les y conversemo­s sobre aprendizaj­e y enseñanza. Mientras sigamos discutiend­o sobre municipali­zación, lucro, selección, el sistema no va a abordar los desafíos pedagógico­s y curricular­es del siglo XXI. Y sin eso, no vamos a dar el salto, vamos a seguir siendo un sistema de desempeños mediocres.

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