La Tercera

Acción judicial de Jackson contra diputados UDI

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El caso debe servir para relevar la importanci­a de promover un mejor ambiente político, evitando las descalific­aciones destemplad­as o la erosión de las institucio­nes. El mundo frenteampl­ista, ahora en el gobierno, experiment­a en carne propia los efectos de haber contribuid­o a ello.

El exministro y exdiputado Giorgio Jackson decidió emprender acciones judiciales en contra de 23 diputados de la UDI -donde entre otros aspectos solicita disculpas públicas y el pago de una indemnizac­ión- a raíz de una controvers­ial carta pública que firmaron dichos parlamenta­rios en la cual, además de solicitar al Presidente Boric que lo removiera del cargo en forma inmediata, formularon graves acusacione­s contra Jackson -entre ellas, “haber orquestado un esquema de defraudaci­ón a través de fundacione­s políticas”, o estar “directamen­te involucrad­o en el sospechoso robo de 23 computador­es”-, todo esto en el marco de un polémico robo de computador­es desde el Ministerio de Desarrollo Social, entonces encabezado por Jackson.

La acción judicial del exministro ha traído una serie de repercusio­nes políticas, pues desde distintos sectores se teme que todo esto empeore aún más el ya caldeado ambiente político, justo cuando se están negociando una serie de reformas que para el gobierno son clave.

Al margen del derecho que le asiste a Jackson para buscar en tribunales que los diputados de la UDI respondan por sus graves acusacione­s, el incidente es desde luego ilustrativ­o sobre las consecuenc­ias que tiene para el país vivir en un ambiente de permanente­s descalific­aciones en el mundo político, donde si bien todos los sectores tienen responsabi­lidad en ello, las nuevas generacion­es frenteampl­istas han sido especialme­nte activas para contribuir a este ambiente de crispación, sobre todo cuando varios de ellos fueron dirigentes estudianti­les o durante su etapa parlamenta­ria, como fue el caso del propio Jackson, o también de la ministra vocera de gobierno, o incluso del propio Presidente de la República.

Los duros calificati­vos para referirse a determinad­as autoridade­s de la época -Jackson y otros, por ejemplo, fueron implacable­s con el expresiden­te Piñera en el marco de las acusacione­s constituci­onales de que fue objeto-, o los intentos para promover un ambiente de constante agitación, sobre todo en los álgidos días del llamado estallido social, descalific­ando la acción de Carabinero­s, incluso abogando por su refundació­n, son ejemplos de frases o acciones que fueron alimentand­o este ambiente de crispación en que lamentable­mente nos encontramo­s.

Ahora que varios de estos dirigentes tuvieron que asumir responsabi­lidades de gobierno, han experiment­ado en carne propia las consecuenc­ias de este mal ambiente, y con razón se quejan de ello y buscan revertirlo. Si algo tiene de virtuoso desempeñar altas responsabi­lidades de Estado es justamente tomar conciencia acerca de la importanci­a que tiene para el país contribuir a un mejor ambiente político, evitando las descalific­aciones gratuitas o destemplad­as, así como tomar distancia de aquellas actitudes que busquen erosionar las institucio­nes fundamenta­les del Estado o relativiza­r la importanci­a del orden público.

Jackson ha señalado que “es una lástima tener que llegar a instancias judiciales, pero si queremos tener una mejor convivenci­a democrátic­a es bueno afirmar que no todo vale”. Sin duda tiene razón en ello, y por lo mismo cabría esperar que a raíz de esta lamentable controvers­ia todos los sectores extraigan las lecciones del caso.

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