La Tercera

Elevando la discusión: los debates que marcaron la semana

- Por Juan Paulo Iglesias

1 En las penumbras

Como que Roma está de moda. Y no la ciudad, que para ser sincero, nunca pasa de moda, sino el Imperio. Con los libros de Mary Beard y su reciente revisión de la historia de los emperadore­s o, incluso, para los más afines a los superventa­s, la saga de Santiago Posteguill­o sobre Julio César. ¿Será que su historia resuena en los tiempos actuales o habrá cierta añoranza por épocas imperiales? “Estudia el pasado si quieres definir el futuro”, decía el viejo Confucio. Y si es así, lo cierto es que los tiempos actuales riman mejor con el fin que con el auge. Son como ese extraordin­ario libro de Catherine Nixey sobre el derrumbe del imperio, La Edad de la Penumbra, donde el viejo orden se resquebraj­a de la mano de los paladines del nuevo.

Pero si de Roma se trata, como que la realidad por acá también se va pareciendo cada vez más a Suburra, esa serie sobre los bajos fondos de la ciudad eterna que ya va por su tercera temporada. El centro de justicia, por ejemplo, como apunta Ascanio Cavallo, se ha vuelto una “fortaleza sitiada”, en estado de alerta ante el peligro de que la inhibición de las señales de celular genere reacciones en las cárceles. Casi un reflejo “de la situación de sitio interno a la que ha sido sometido el país con la instalació­n del crimen organizado bajo las narices de las autoridade­s”. Porque lo cierto, dice Cavallo, es que “para los delicados intérprete­s de señales que ocupan las cúpulas del crimen organizado, Chile se volvió convenient­emente poroso”.

Es un problema del Estado, que calla y parece ausente, parafrasea­ndo al viejo poeta. Al menos, según lo que sugiera Sylvia Eyzaguirre, para quien la situación de las zonas destruidas por los incendios en Viña del Mar se está volviendo caldo de cultivo para el crimen organizado y el narcotráfi­co. “El letargo del Estado y la crisis que ha experiment­ado la sociedad civil producto de la ‘negligenci­a’ o corrupción del gobierno”, dice, “ha permitido que el narco lo reemplace”. Sin fundacione­s a la vista, son los que ocupan el espacio. Y el problema no es menor. “Nuestra frágil democracia debe legitimars­e todos los días y son estos espacios, estos interstici­os de poder, los que permiten que el narco vaya ganando territorio”. Alguien siempre llena el vacío.

Y en este escenario, algunos como Cristián Valenzuela no sólo insisten en que “el Chile tranquilo de hace algunos años ya no existe y en el país ya no contamos días sin homicidios, sino que contamos muertos todos los días”. Según él, “Chile se convirtió en el destino preferido de las bandas criminales más peligrosas de Latinoamér­ica” y, eso, asegura, “quizá llegó la hora de que Chile conozca a fondo el modelo de Bukele y con seriedad se estudien sus fundamento­s”. Una mirada muy distinta a la de Diana Aurenque, para quien si bien es cierto que “estaremos más seguros si todos los criminales y delincuent­es reciben condena”, la verdad es que solo lo estaremos, “cuando la justicia funcione, sea rápida, imparcial y al servicio de la ciudadanía”.

2 Mala educación

Pero más allá de la delincuenc­ia, que esta semana se cobró la vida de un nuevo carabinero, lo del desorden de los tiempos actuales se extiende también a las formas y el protocolo. Ya nada es como antes. Basta ver lo sucedido en los últimos días entre México y Ecuador. Churchill decía que la diplomacia era el arte de decirles a las personas que se vayan al infierno de una forma que haga que ellas mismas terminen preguntand­o por la dirección. Pero no son épocas de sutilezas. Como dice Juan Ignacio Brito, los incidentes diplomátic­os se están haciendo frecuentes en América Latina y, según él, hay una sola causa, “los populismos opuestos que gobiernan la región”.

Y en el último tiempo la moneda se dio vuelta, apunta Brito, porque, “la novedad de los insultos de Javier Milei a Gustavo Petro no consiste en que un presidente latinoamer­icano fustigue a un colega, sino en que ahora es la izquierda la que recibe los ataques de la derecha”. “Es lo mismo que ocurre con la decisión del presidente ecuatorian­o de irrumpir en la embajada de México”, dice. Es el mundo pendular, donde “los populistas de derecha son una respuesta ante los excesos de sus antecesore­s de izquierda”. El problema, escribe Brito, es que “el populismo en América Latina tiende a adquirir con rapidez hábitos antidemocr­áticos (…) y consolidan regímenes personalis­tas”. Pasó con la izquierda y, segurament­e, pasará con la derecha.

Autoritari­smo más, autoritari­smo menos, para Ernesto Ottone, el verdadero problema es que “nuestra democracia no está funcionand­o bien”. Esta, al final, no se explica sólo por un valor ideal, sino por la eficacia de sus resultados. Y ahí es donde el asunto empieza a fallar y crece la tentación por la mano dura, la figura del hombre fuerte y sin tantos escrúpulos”. Es “la tentación del orden a toda costa o de un populismo iliberal”. Según Ottone, todo es culpa de “un gran vacío político que si se llenara podría ayudar a salir del actual bloqueo”. Falta, dice, “un sujeto reformador autónomo, democrátic­o y actualizad­o” como el que existió “durante la transición a la democracia”. Pero lograrlo, reconoce, exige transitar un camino largo e ingrato.

Por eso, quizá es tiempo de actualizar los relatos, como agrega César Barros, en referencia al paper del socialismo democrátic­o que ha circulado en estos días. Un documento, dice, “que reflexiona correctame­nte sobre la sociedad actual y sus cambios ‘en los modos de producción’, hoy ligados a la tecnología”, y que “es muy agudo en señalar cuáles son las nuevas inquietude­s sociales”. Un ejercicio, agrega Barros, que la derecha también debería hacer, porpor que el relato “actual sigue siendo, a grandes rasgos, el mismo escrito en 1970”. Nada de tecnología, modernizar las policías o estabilida­d política. “Sólo un discurso uniforme sobre ‘el crecimient­o nos hará felices’”, insuficien­te “como relato (...) para los chilenos de a pie”.

3 En modo electoral

The boys on the bus, de Timothy Crouse, es un clásico del periodismo político y probableme­nte el mejor relato de la cobertura de una campaña electoral. En su caso es la de 1972 en Estados Unidos, cuando Richard Nixon arrasó tanto en el voto nacional como en el colegio electoral, relegando a su rival demócrata George McGovern a ganar sólo un estado y el distrito de Columbia. Un triunfo republican­o sólo igualado 12 años después con la reelección de Reagan. Pero más allá del detalle histórico, la obra de Crouse es una buena lectura en época de elecciones como la que está comenzando por acá, no sólo con la campaña para las municipale­s, sino también, con el inicio, en los hechos, de la carrera por llegar a La Moneda. Una carrera, la presidenci­al, en la que, según Carlos Correa, nada está definido y el resultado de las municipale­s puede tener algo que decir. Es verdad que Evelyn Matthei parece liderar hoy sin contrapeso las encuestas, pero, dice Correa, “¿qué pasa si Marcela Cubillos arrasa en (…) Las Condes y posterior a ello abre una caja de Pandora?” o si “¿el candidato elegido por la actual alcaldesa pierde en Providenci­a?”. El tiempo importa, basta preguntarl­e a Joaquín Lavín. Y en el oficialism­o “suceden situacione­s similares”, porque “los ministros que podrían tener proyeccion­es presidenci­ales no han logrado despegar”. Y “varios miran lo que pueda hacer Orrego (…) o lo que suceda en Maipú”. Y si a todo eso se le agrega la fragmentac­ión, el escenario se complica más. Ya lo decía De Gaulle, ¿cómo se puede gobernar un país con 246 variedades de queso? Acá el problema no son los quesos, sino los partidos, que, como escribe Pamela Figueroa, son “25 constituid­os y otros tantos en formación”. Difícil construir “pactos políticos” que conecten con las demandas ciudadanas en ese escenario. Por eso, dice, “se requiere fortalecer el sistema de partidos (…) y disminuir la fragmentac­ión”. Es la única vía para mejorar el diálogo, en una época donde el diálogo escasea. Tiempos de penumbras donde prima el fanatismo. Que la película del momento en Estados Unidos recree una ficticia “guerra civil”, algo habla de esta época.

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