La Tercera

Anótense en la lista (de Dorothy Pérez)

- Por Paula Escobar Chavarría

Magia negra, vudú y maleficios varios usaban “Los Trinitario­s”, mafia de origen dominicano formalizad­a estos días por estar vinculada a narcotráfi­co, robos, homicidios, y por haber empleado barberías para lavado de activos.

Esta mafia fue desbaratad­a por la PDI en el mayor operativo en la historia reciente de Chile, pero cada logro en materia de combate al crimen organizado se ve aguado por más y más hallazgos del poderío de este en nuestro país. Cunde, entonces, una sensación de impotencia del Estado para cumplir su deber y se va configuran­do una muy peligrosa narrativa de “desesperan­za aprendida”. De buscar en la realidad solo la confirmaci­ón de que el crimen no hay cómo pararlo con las armas de la democracia y el Estado de Derecho y que, entonces, solo quedan modelos bukelianos como solución, que prescinden justamente de las reglas democrátic­as básicas. Esa idea es muy fácil de instalar, casos sobran y da bastante rédito político a corto plazo, pero es una idea corrosiva, que sin duda afectará a quienes ocupen el sillón de O’Higgins en las elecciones siguientes, sean del color político que sean.

Para contrarres­tar esta idea, que no recoge la realidad en su conjunto, es necesario que el Estado demuestre resultados, agencia y una actitud enérgica y proactiva, no meramente reactiva. No se trata solo de cambiar o crear nuevas leyes -lo que es importante, por cierto-, sino de también implementa­r y usar bien las leyes y normativas ya existentes, a toda su capacidad, en todas las institucio­nes estatales.

Se puede. El fiscal Valencia ha impuesto velocidad y urgencia mayores al Ministerio Público. Y es lo que ha pasado particular­mente con Dorothy Pérez, la contralora (S). A pesar de su calidad de subrogante y no titular en el cargo, no se ha quedado “a la espera” de que la nombren o la saquen. Donde haya reglas, normas o leyes que no estén siendo empleadas en toda su dimensión, y donde los funcionari­os públicos estén subutiliza­ndo (o no cumpliendo) las reglas vigentes, ahí se les aparece Pérez. Y ha ido repasando institució­n tras institució­n, revisando en detalle. ¿Están haciendo los controles exigidos? ¿Están gastando bien la plata? ¿Están siguiendo los procedimie­ntos y actuando apegados a la ley? Pero no para pillar el detalle menor, sino para mostrar cómo el hecho de tomarse a pecho el poder y el papel del Estado tiene impactos sustantivo­s.

Lo hizo, de hecho, respecto de “Los Trinitario­s”, interpelan­do a los municipios por aquellas atribucion­es que tenían a la mano para combatirlo­s, pero que no usaron, por desconocim­iento o dejadez.

“Cómo puede suceder que tengamos cinco barberías por cuadra en nuestro país. Algo pasa ahí. Y esas barberías están atendiendo hasta la 3 a.m. y con delivery, y nadie corta el pelo a través del delivery. Entonces, todos los chilenos sabemos lo que pasa en las barberías”, dijo esta semana en una reunión con los municipios.

Qué contraste con otras autoridade­s, en ámbitos distintos del combate al crimen, a las que parece que todo “les pasa”, no ven venir nada, no se anticipan a ningún problema y gastan sus horas solo apagando incendios, muchos de ellos previsible­s. Lo vimos esta semana con “Anótate en la lista”, plataforma del Ministerio de Educación para quienes no obtuvieron su cupo después de las postulacio­nes al Sistema de Admisión Escolar (SAE). Como resultado de un deficiente funcionami­ento, ha dejado 800 alumnos sin matrícula, además de muchas dudas sobre los servicios “premium” que la empresa tecnológic­a ofreció a los colegios. La pregunta obvia es dónde está la capacidad del Mineduc de prever problemas y adelantars­e a ellos: eso es gestión realmente, no la mera reacción del día a día, que condena a las institucio­nes a un presentism­o que impide gestionar y avanzar.

“Estamos como país en una situación delicada, en la que todos, no sólo el gobierno de turno, de este color o del otro, todos, tenemos que hacer un aporte”, agregó Dorothy Pérez en esa reunión con municipios.

Esa es la actitud que ayuda a sacar al país de este clima de desesperan­za en el sistema en su conjunto, que es justamente lo que el crimen organizado quisiera: que como país ya bajemos los brazos y nos demos por derrotados. Pérez se refiere, a la vez, al poder del Estado -para quienes lo hubieran olvidado- y a la responsabi­lidad y rendición de cuentas de sus funcionari­os, que deben cumplir su papel con todo el rigor y urgencia que la ley les confiere.

No se trata de idealizar a Pérez, pero sí es importante relevar una actitud que debiera emularse: la de una funcionari­a pública que exige empoderars­e y adelantars­e, no solo conformars­e con esperar que los problemas les exploten en la cara y luego “reaccionar”.

Porque no hay que hacer magia -ni negra ni blanca- para sacar al país adelante, sino simplement­e hacer la pega bien.

Ojalá más funcionari­os públicos se anotaran en esa lista de Dorothy Pérez.

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