La Tercera

Pablo Zalaquett

“Si a mi casa hubieran ido puros ministros del Socialismo Democrátic­o no habría habido escándalo”

- Por Eugenia Fernández G.

A tres meses de la polémica que se abrió por las citas que realizó en su departamen­to -en específico, en las que participar­on ministros con sectores regulados-, el exalcalde evalúa qué pudo haber hecho distinto. Dice que aprendió “una lección”, insiste en que no hubo lobby, reivindica los encuentros y asegura que el escándalo prendió, sobre todo, por el mal manejo del gobierno.

“No soy un ángel de la guarda”, confiesa Pablo Zalaquett. Pero a tres meses de que estallara la fuerte polémica por los encuentros que realizó en su casa -sobre todo aquellos en los que se juntaron ministros con sectores regulados-, sigue defendiend­o su iniciativa. Dice que faltaba diálogo y que no hay confianzas. Pero también asegura que aprendió una lección: no haber calibrado que las reuniones de los ministros Nicolás Grau, Maisa Rojas y Jeannette Jara -tres de los seis miembros del gabinete que visitaron su departamen­to en Lo Barnechea- levantaría­n suspicacia­s. “Lo haría distinto”, dice el exalcalde.

Durante el verano pescó sus cosas y se fue por un mes a Bali, donde vive uno de sus hijos. Ya de vuelta, e instalado en su oficina en la calle Luis Carrera, en Vitacura, no descarta retomar la organizaci­ón de estas citas. Y responsabi­liza a “comentaris­tas” y “lobistas” de la polémica que se levantó y que, según él, lo sorprendió.

Pero también apunta al gobierno, a los matices del Presidente Boric y al hecho de que los tres ministros en cuestión vinieran de Apruebo Dignidad, “que renegaban del mundo empresaria­l”.

¿Sigue pensando que no había nada cuestionab­le en las reuniones que organizó con los ministros?

Estoy convencido, y lo he reflexiona­do mucho, de que jamás hubo lobby. Para que haya lobby tiene que haber una gestión de intereses, que una persona, una institució­n con o sin fines de lucro, privada, quiera solicitar algo, buscar algún tipo de beneficio frente a una autoridad pública. Y aquí jamás ocurrió eso. Acá el motivo de la reunión era básicament­e conocerse, entenderse, entre personas que venían de distintos mundos. Era pasar un poco del personaje a la persona y eso permitiría, algún día, me imagino, generar condicione­s para una disposició­n a conversar. Y si algún día se llegase a un acuerdo en algo, bueno, eso ya es materia de los canales formales e institucio­nales. Para generar lobby o gestiones de acuerdos, hay canales institucio­nales y yo creo 100% en ello.

Usted asegura que no hubo lobby, pero ¿no fue un escenario arriesgado al menos?

Lo voy a poner al revés. Era y es un escenario súper necesario. Yo creo que estamos en un momento de polarizaci­ón, de desconfian­za, en que los chilenos y el país sufren mucho. En donde hay una insegurida­d frente a la delincuenc­ia, al futuro financiero, el tema de la salud, la calidad de la educación. Entonces, no puede ser que la élite política, la élite económica, no sea capaz de conversar, de escucharse, de pensar que el que está al frente no es su enemigo. Que a la larga, más allá de la posición ideológica, ambos supuestame­nte buscan el bien común. Porque no se recibían, no conversaba­n.

La discusión se circunscri­bió a las reuniones que tuvieron los ministros, particular­mente Nicolás Grau, Maisa Rojas y Jeannette Jara. Específica­mente, en el caso de Jara, ¿no vio un riesgo de que eso fuera materia de lobby? Porque se reunió con sectores regulados.

Parto diciendo, y lo vuelvo a repetir acá: jamás hubo lobby, y lo puedo decir frente a quien me pongan, porque yo estaba ahí y porque no represento, no he trabajado nunca ni trabajo para ninguna AFP.

Pero está inscrito como lobista…

¿Por el trabajo que hago en comunicaci­ones? Pero no estoy vinculado con ningún sector. Lo más gracioso es que algunas personas que me criticaron trabajaban para esos sectores. Y si le preguntan al mundo parlamenta­rio o de gobierno si he trabajado o los he contactado para esos gremios, saben que no. ¿Algún ministro habría ido a mi casa a hablar si yo trabajara para ese mundo? Jamás habrían ido, porque lo habrían tenido que declarar.

¿Y por qué prendió tanto este episodio?

A ver, primero, reivindico la necesidad de estos encuentros. Pero tal como creo que lo que hice ha sido un gran aporte, aprendí una lección.

¿Cuál sería?

Que solo en dos de las 50 reuniones que hice hubo solamente personas de una industria. Una de ellas, en que estuvo la ministra Maisa Rojas con el ministro Grau y una de la ministra Jara. Sobre esas dos, mirando en perspectiv­a, digo: guau, aprendí que las cosas, a pesar de que parezcan naturales, hay que pensarlas tres veces mejor. Y, por lo tanto, ¿las volvería a hacer igual así? No, no las volvería a hacer igual.

¿Y cómo las haría?

Tal como todo el resto. La ministra Jara también estuvo con personas de distintos gremios, la ministra Maisa también.

* “Para un mundo de la izquierda o para ministros de esos mundos es pecado capital recibir a empresario­s, conversar en mi casa o en cualquier lugar. Y que fuera donde un UDI, que tiene una historia de vida, era peor”.

¿Por qué no las volvería a hacer así? ¿Considera que fue un error? ¿Fue al límite?

No, porque entiendo las suspicacia­s de afuera. Nada más que por eso.

Pero no considera que hubo un error ni que estuvieron al límite.

No, no, no. Ese fue el error. Considero que el error fue no haber pensado en que alguien podía decir que había una gestión de intereses, que se trabajaba para una industria. En esos dos casos, entiendo las suspicacia­s.

Pecado capital

Y si son solo dos casos, ¿por qué prendió tanto este escándalo?

A ver, primero me sorprendió el tamaño del escándalo, como si nunca conversara­n las autoridade­s con el mundo empresaria­l. Han conversado toda la vida y me imagino que siguen conversand­o, y no era mi casa el único lugar de encuentro. Conversan en los Chile Day, en las giras presidenci­ales, lo que es muy bueno, porque tiene que haber espacios de confianza y no todo es lobby. Pero en este caso, se trataba de tres ministros que renegaron del mundo empresaria­l. O sea, si hubieran sido puros ministros del Socialismo Democrátic­o créeme que no habría habido escándalo. Entonces, primero que nada, está vinculado a una de las dos almas del gobierno que renegaba del mundo empresaria­l y que ahora conversaba, y obviamente a la gente le cuesta creerlo, entonces dice por qué no se hacía de otra forma. Dos, por las barras bravas. Yo entiendo que para un mundo de la izquierda o para ministros de esos mundos es un pecado capital.

¿Particular­mente para ministros del Frente Amplio?

Sí, y también del mundo de la izquierda, eso es pecado capital. Pero es pecado capital que recibieran a empresario­s, que conversara­n en mi casa o en cualquier lugar. Lógicament­e que conversara­n en la casa de un UDI, que tiene una historia de vida, era peor.

¿Entonces el episodio prende más bien por el ruido que genera en la interna del gobierno, de la izquierda?

Yo creo que prende primero por quienes son. Dos, porque conversaro­n con personas de un solo sector, porque esas dos reuniones son las que prenden y son temas que son candentes, porque hoy nadie cree en nadie. Hay un tema de desconfian­za total. Como nadie cree en nadie, entonces la gente piensa que lo que ocurrió es malo. Pero resulta que para volver a creer hay que generar lazos de confianza.

¿Pero no cree que esta polémica lo que hizo fue aumentar la desconfian­za que la gente tiene en la política? Como que generó el efecto contrario…

Yo creo que los comentaris­tas, y escuché ahí a muchos dando clases, ayudaron a eso. Pero la gente de la calle es distinta y me paraba en todas partes. La gran mayoría pensaba que era mejor conversar, porque estábamos tan mal, que valía la pena el riesgo.

Ahora, tú me dices, esto suma a la poca credibilid­ad… Y yo te pregunto, ¿qué suma más credibilid­ad? ¿Esto? ¿O lo que vemos hoy como se pelean en el Parlamento, que no llegan a acuerdos? Quien hizo de esto una gran suspicacia no fue la gente común, fueron personas ideologiza­das, comentaris­tas, algunas personas que jamás habían escrito una columna. Y lo más importante es destacar que el ente más relevante para decir esto, la Contralorí­a, dijo que no era lobby. Aquí todos opinaron, sin esperar el fallo de la Contralorí­a. Todos dieron cátedra.

¿Por qué razón ministros del Frente Amplio terminaron yendo a su casa y estas reuniones no pudieron ocurrir en otro lado?

Porque desde el 2019 era un lugar en que se podía conversar. Creo que había demostrado ser un lugar donde se generaban las condicione­s humanas, donde se generaban las condicione­s de que no era lobby, que estaban las personas correctas, de muy buen trato.

¿Estas reuniones cómo se generaban? ¿Las solicitó usted, algún ejecutivo o empresario? ¿O alguna vez los propios ministros?

No, no las solicitó ninguna otra persona que haya ido. Se generaban, ya sea por relaciones que yo conocía, o también a veces yo les dije a personas del mundo del Socialismo Democrátic­o que contactara­n a una determinad­a persona, etc.

¿Descarta que hayan sido solicitada­s por los propios ministros?

Yo no voy a decir cómo se generaban las reuniones, pero… te puedo decir que jamás hubo lobby y que jamás un empresario solicitó una reunión.

Lo pregunto porque algunos asistentes a las reuniones con la ministra Jara dicen que ella las solicitó.

No voy a hablar de cómo se generaban las reuniones. Solamente he dicho que no la pidió ningún empresario, porque habría sido lobby. Eso es lo que puedo dejar claro.

¿Cree que esto lo sabía el Presidente? Porque fueron seis ministros, incluyendo a la titular de Interior.

Habría que preguntárs­elo a él.

¿Hubo autorizaci­ón de La Moneda para que

fueran?

Yo me quedo con las palabras del Presidente. Él dijo: “Hay que dialogar hasta que duela”. Yo estoy seguro de que eso es lo que él piensa. También entiendo que en la política en general, no solamente el Presidente, sino que muchos, lamentable­mente, se dejan llevar por las redes sociales. Entonces, terminan matizando, cambiando. El Presidente nunca cambió, sí matizó, porque las redes sociales... es su sector, es su 30%, que es obvio que no lo acompañó...

¿No lo acompañó en defender estos diálogos?

Algunos sí, otros no. Aquí hay una cosa que entender. La gente que está de acuerdo no va por las redes sociales. No, está de acuerdo nomás. Y hay grupos pequeños, que son los que vociferan y ocupan todo, y la gente cree que ellos son la sociedad.

Y entonces el Presidente se equivocó al escuchar tanto las redes sociales en este caso.

Yo creo que sí. Uno de los temas que hoy día les hace muy mal a muchos políticos es pensar que para sacar un país adelante hay que escuchar demasiado las redes sociales. Yo creo que hay que escucharse más a uno mismo. Y ser coherente con sus conviccion­es. Y eso no es un tema del Presidente, sino de muchos políticos.

¿El gobierno debió haber defendido hasta el final el haber ido a estas reuniones?

Yo creo que la Contralorí­a fue súper clara. Todos los ministros saben que no hubo lobby y lo dijeron. Posiblemen­te la más enfática fue la ministra Tohá, pero todos lo dijeron. El mayor error que veo en el gobierno es que por qué no dijeron altiro todos que habían ido, cuándo y con quién… Si hubiera podido asesorar a alguien, yo le habría dicho, oigan, altiro todos, si no hay nada que esconder. Ese cuentagota­s también ayudó a generar un clima de desconfian­za.

Azuzó la polémica…

Sí, pues, lógico, cuando parece que alguien está escondiend­o algo, si era tan fácil. Porque aquí no hubo lobby, tal como lo dijo la Contralorí­a. Pero se fue creando un clima y lo fueron instalando medios de comunicaci­ón, abogados que escribían, lobistas que daban cátedra.

¿Enrique Correa?

Da lo mismo, lobistas. Yo solo he dicho de un principio, y vuelvo a repetir, que no hubo lobby... que va a ser muy difícil llegar a acuerdo mientras no se rompan las desconfian­zas humanas. Porque ese diálogo humano es solo el inicio de un proceso que podría llevar a un acuerdo. Dos, los acuerdos entre el mundo empresaria­l y el mundo político se llevan a cabo a través de los canales formales, de los gremios o en el Parlamento. Nada de eso era materia de la reunión en mi casa.

“Al gobierno no le quedó otra que conversar...”

¿Qué resultados arrojaron finalmente estas reuniones? ¿Se logró algo de lo que dice o no?

Mira, esto no buscaba resultados.

Pero si buscaba que se entablara una conversaci­ón, que hubiera algún nivel de confianza, ¿eso ocurrió?

Yo creo que en algunos casos se generaba una cosa humana muy buena, en otros no tanto, como siempre. Y si eso habrá o no seguido por canales institucio­nales, no lo sé. Yo no represento a ninguno de esos canales, no hago seguimient­o. Sólo sé que al menos en algunos casos, autoridade­s que jamás habían recibido, recibieron.

¿Y por qué los empresario­s necesitaro­n de un intermedia­rio para acceder a los ministros de este gobierno?

No, no necesitaro­n. Es que eso es bien importante aclararlo. Yo no he trabajado jamás por los empresario­s, ni trabajé para el gobierno, esto es una iniciativa mía.

Ya, pero al margen de eso, usted dice que el gobierno no recibía a nadie.

Dejemos claro que hay una falencia de comunicaci­ón a nivel total. Primero, el mundo político no conversa. En los programas políticos, ¿qué vemos? Ya no solamente la diferencia. Vemos pasar a llevar y hasta insultos. ¿En el gobierno? Vemos que hay un sector que sí ha tenido una disposició­n a recibir al mundo empresaria­l, pero que era el minoritari­o, y otro que jamás la tuvo, que era el alma más grande del gobierno. Este es un gobierno que desde su génesis, en el mundo de Apruebo Dignidad, tiene una mirada negativa hacia el mundo empresaria­l y una mirada estatista, tiene una mirada de que el mundo empresaria­l tiene que dejar el menor espacio posible, que otra cosa es hacer las cosas bien, exigir altos estándares, etcétera. Es cosa de ver las propuestas que hacen. Y fracasó porque se rechazó su proyecto de Constituci­ón. Digamos las cosas como son; que ese mundo haya querido después conversar es porque fracasó su proyecto...

¿No le quedó otra?

Yo creo que no le quedó otra, porque además se dieron cuenta de que otra cosa es con guitarra, entonces pueden pensar lo que quieran, pero tienen que sacar a Chile adelante. ¿Qué tienen que hacer? Conversar.

¿Que se abriera esta polémica dañó las confianzas entre estos dos mundos, el mundo del FA y el mundo empresaria­l?

Te lo pongo al revés. No se conocían estos mundos. O sea, no había confianza. Hay un tema ideológico, pero también generacion­al, de estilo de vida, de todo. Entonces aquí no solo se entendió el pensamient­o, se entendió hasta por qué viven así. O sea aquí, ¿qué confianza se iba a romper? Al revés, se pudo entender más. Aquí queda todo por construir.

Esta es una generación a la que le queda mucho tiempo en la política y, por lo tanto, tienen que conocerse con el mundo empresaria­l, entenderse y conocerse hasta los estilos de vida, cómo son cada uno. Mi reflexión es que no sé cuál va a ser el momento, pero esto va a volver a suceder. Van a volver a generarse estas instancias.

¿Piensa retomarlas?

Yo volví de mis vacaciones, retomé mi empresa... recién ahora espero pensar y ver qué hacer. No le he dado vuelta todavía al tema. Pero esto se requiere más que nunca, incluso más que antes.

* “El error fue no haber pensado en que alguien podía decir que había una gestión de intereses, que se trabajaba para una industria. En esos dos casos, las reuniones de los ministros Grau y Rojas, y una de Jara, entiendo las suspicacia­s”.

¿Qué beneficios tuvo para usted este tipo de reuniones? ¿Le subieron mucho los bonos ante el mundo empresaria­l al mostrar esta capacidad de convocator­ia?

No tengo idea y no me interesa...

¿Pero hay más demanda por sus charlas de actualidad?

Yo no soy un ángel de la guarda, nunca lo he sido. Aquí lo que más me llenaba era lo que aprendía, lo que sabía y obviamente con quién te podías contactar, escuchar y todo. En ese sentido fui la única persona que estuvo en todas las reuniones. Es una ganancia muy grande como persona entender los temas, analizarlo­s, comprender­los. Entonces si gané más clientes, eso fue lo único que gané. Si ganar bonos es tener más clientes en algo que yo ya venía haciendo desde el estallido, la respuesta es sí, ahora quién sabe si lo habría tenido igual, porque lo que yo hago es bueno.

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