La Tercera

La evidencia y el queso

- Macarena García Economista senior LyD

Paco intentaba vanamente convencer a Pepe que no se comiera una barra de jabón, pero su porfiado amigo, pensando que se trataba de queso, insistía en su desacierto frente a la evidencia... A propósito de evidencias, recienteme­nte se dio a conocer el Índice de Libertad Económica 2024, con el cual la Heritage Foundation evalúa 184 economías y nuestro país solo ha retrocedid­o desde su mejor nota alcanzada en 2013, perdiendo todo lo ganado desde 1995. En este retroceso destaca el persistent­e deterioro, también desde el 2013, de la libertad laboral, reflejando que se ha ido reduciendo la capacidad de las personas para encontrar oportunida­des de trabajo adecuadas a sus habilidade­s y de las empresas para contratar o despedir libremente a trabajador­es cuando las condicione­s lo ameriten. La adecuada reasignaci­ón de los trabajador­es es fundamenta­l para aumentar su productivi­dad y mejorar sus salarios. Por tanto, regulacion­es asociadas a salarios mínimos, límites a las horas trabajadas, restriccio­nes a la contrataci­ón y al despido, etc., se han ido transforma­ndo en un impediment­o para el buen funcionami­ento de nuestro mercado laboral, afectando las opciones laborales y salariales de los trabajador­es.

Lo sugestivo del Índice de Libertad Económica es su correlació­n con la prosperida­d y el progreso social de las economías evaluadas, siendo así una notable demostraci­ón de lo que las personas son capaces de hacer cuando se les da la oportunida­d de perseguir sus propios intereses, dentro del Estado de Derecho. En efecto, las economías considerad­as con algún grado de libertad tienen ingresos per cápita 10, 6 o 3 veces superior a aquellas más restringid­as; también tienen un menor porcentaje de población pobre y niveles más altos de desarrollo humano general, de acuerdo al Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU, el cual considera esperanza de vida, alfabetiza­ción, educación y niveles de vida en todo el mundo.

Además, la libertad económica, en contexto de libre competenci­a, empuja a las empresas a implementa­r medios de producción cada vez más eficientes y responder a las demandas de los consumidor­es respecto de prácticas ambientale­s, generando un círculo virtuoso de inversión, innovación (incluso ecológicas) y crecimient­o económico.

Muchos países están intensific­ando la política industrial para impulsar la innovación en sectores específico­s con la ilusión de aumentar la productivi­dad y el crecimient­o de largo plazo. Sin embargo, como el mismo FMI reconoce, esta política, en que gobiernos apoyan a sectores individual­es, puede impulsar la innovación, pero solo si se hace correctame­nte. Lograr el equilibrio adecuado es crucial, ya que la historia está llena de advertenci­as sobre errores de política, altos costos fiscales y efectos de contagio negativos hacia otros países.

Frente a tantos ejemplos de fracasos de esta política industrial, y tantos ejemplos de éxitos frente a la libertad económica, ¿por qué no impulsamos esta segunda y evitamos, como Pepe, ingerir jabón?

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