La Tercera

Insuficien­tes cambios a ley de educación pública

Si bien el proyecto del Ejecutivo contiene algunas medidas que favorecen una mejor instalació­n de los nuevos SLEP, en lo grueso es insuficien­te para hacer frente a los problemas estructura­les que exhibe el Sistema de Educación Pública.

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Luego de los lamentable­s episodios ocurridos en el último año, como fue el paro de 83 días que sufrieron los colegios en Atacama y que dejaron en evidencia la fragilidad con la que operan algunos de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), el gobierno presentó un proyecto de ley que tiene como propósito principal resolver varios de los nudos críticos que han perjudicad­o la correcta instalació­n y funcionami­ento del nuevo sistema de administra­ción de la educación de provisión estatal.

En primer lugar, es posible que la iniciativa presentada signifique una contribuci­ón necesaria en cuanto a facilitar un mejor traspaso del servicio educativo desde los municipios a los SLEP, al dar obligatori­edad a los planes de transición que hasta ahora habían sido voluntario­s para los alcaldes.

En segundo lugar, el proyecto propone varias modificaci­ones que buscan dar mayor agilidad a la gestión de los nuevos SLEP, las que van desde la definición de plazos, hasta cambios en la estructura orgánica y atribucion­es de los propios servicios. Si bien es posible que algunas de ellas efectivame­nte favorezcan una correcta puesta en marcha de estos, no parece tratarse de cambios suficiente­mente profundos como para incidir más allá, es decir, en la eficacia de la gestión educativa en adelante.

Más aún, se contemplan una serie de instancias superiores de coordinaci­ón que, más que agilizar, previsible­mente terminarán burocratiz­ando y, lo que es peor, diluyendo las responsabi­lidades en desmedro de la necesaria autonomía local. Entre éstas se cuenta la conformaci­ón de un Comité de Ministros para la Educación Pública y el reforzamie­nto de las atribucion­es del Ministerio de Educación sobre los SLEP, que podrían ser un retroceso en términos de la necesaria separación de funciones, convirtien­do a este organismo en juez y parte a la vez. Asimismo, es discutible que, en vez de dar mayores grados de descentral­ización a los establecim­ientos para responder a sus variados desafíos, se pretenda que estos se resuelvan desde el nivel central.

Con todo, si bien el proyecto contiene algunas medidas que apuntan en la dirección correcta para favorecer una mejor instalació­n de los nuevos SLEP, en definitiva se trata de un proyecto insuficien­te para hacer frente a los problemas estructura­les que exhibe el Sistema de Educación Pública. Esto, pues deja fuera las modificaci­ones necesarias para solucionar materias como la politizaci­ón de las autoridade­s, la sobredotac­ión docente o la insuficien­te autonomía en la gestión local de la educación, todo lo cual, tal como se ha visto desde que se creó el primer SLEP en 2018, es esencial si se pretende que el nuevo sistema se constituya como una mejor alternativ­a a la administra­ción municipal. Lo que se ha visto hasta ahora es que el desempeño de los SLEP es tan heterogéne­o como el de los municipios, de lo que se desprende que la nueva institucio­nalidad no estaría ofreciendo necesariam­ente mejores condicione­s para la gestión de la educación pública. Mientras no se hagan cambios profundos, no parece que ello vaya a cambiar.

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