La Tercera

Más globalismo

- Patricio Morales Cientista político y expresiden­te del Partido Liberal

Soplan vientos de inestabili­dad. A la guerra entre Ucrania y Rusia, que tiene a Europa, EE.UU y China desafiados, se suma la escalada de los últimos días en Medio Oriente entre Irán e Israel. Lo cierto es que desde la pandemia el mundo ha comenzado a expresar con mayor nitidez una inestabili­dad estructura­l. Pandemia, crisis económica-inflaciona­ria, olas migratoria­s y guerras son un contexto de una crisis política más profunda sobre las democracia­s liberales.

En múltiples zonas del globo han aparecido liderazgos que buscan capitaliza­r políticame­nte este contexto de crisis. Movimiento­s populistas y liderazgos autoritari­os que intentan establecer autocracia­s, son pan de cada día. Pero estos intentos de oradar la democracia e intensiona­r derrocamie­ntos no es nuevo en la historia, lo vimos en un turbulento siglo XIX y en los ideologism­os del siglo XX, que perdieron convicción sobre la convenienc­ia de la democracia.

Una de la particular­idades de estos discursos en la actualidad ha sido el establecer una “bala de plata”, una solución total articulada de medidas rápidas y efectivas. Cierre de fronteras y medidas económicas de autosufici­encia han sido los pilares en las intervenci­ones del debate público. Y uno de los blancos de tiro predilecto­s ha sido la crítica a la globalizac­ión política y económica. Naciones Unidas, la UE o la OTAN se encuentran en la mira constante de estos discursos “antiglobal­istas”. Y si bien la evidencia histórica y datos recientes demuestran los resultados negativos de desvincula­rse políticame­nte de los países vecinos y del resto del mundo, el oportunism­o político del antiglobal­ismo no decae. Un ejemplo de esto es Reino Unido y su proceso de desvincula­ción, que tuvo el climax electoral con el Brexit del 2016. Datos del FMI de 2022 demuestran que los costos son evidentes y la estrategia de pensar el crecimient­o económico independie­nte de Europa está destinada al fracaso.

Hoy, en ciertas partes del mundo los antiglobal­istas están siendo sometidos a las mismas críticas y presiones sociales que las democracia­s liberales. Finalmente nos encontramo­s frente a un descontent­o sobre las formas de gestión de los sistemas políticos, y no solo frente a una crítica exclusiva a la democracia. Las políticas públicas necesarias para hacer frente a las inestabili­dades serán valoradas independie­nte si su provenienc­ia es democrátic­a, populista o autoritari­a.

No solo debemos defender los pilares de la democracia, como las libertades individual­es, los derechos humanos y la justicia social. También debemos resaltar la capacidad de construir territorio­s seguros del crimen organizado y fomentar el crecimient­o económico. La democracia liberal ha demostrado que son la apertura y las economías mixtas las que permiten resultados positivos y consistent­es en el tiempo. Y es en la institucio­nalidad del globalismo donde encontrare­mos un aliado para producir mejores políticas, gestión pública y medidas de coordinaci­ón transfront­erizas con miras a formentar políticas efectivas en seguridad y crecimient­o económico.

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