La Tercera

La Casa Vieja: Cuestiones de temperatur­a y más

- Por Álvaro Peralta Sáinz Cronista gastronómi­co

CONSUMO $27.270 TOTAL:

DIRECCIÓN:

Manuel Montt 1631, teléfono 222255329, Providenci­a.

HORARIO:

Lunes a viernes 12:45 a 22 hrs. Sábado y Domingo 12:45 a 16:30 hrs.

ESTACIONAM­IENTO:

Tiene.

PÚBLICO:

Todo público

Partir un día con lluvia al despertar y luego mucho frío el resto de la mañana parece ser un llamado inequívoco a almorzar cazuela. Y eso fue justamente lo que me pasó hace un par de lunes atrás. Enfrentado a este trance y cerca de las dos de la tarde busqué por Avenida Manuel Montt hasta que di con La Casa Vieja, un restaurant­e que no visitaba desde los tiempos en que estaba en la ñuñoina calle Chile-España.

Para mi sorpresa el primer piso del local estaba lleno así que tuve que ubicarme en una solitaria mesa del segundo piso, el que en más o menos quince minutos también terminó por repletarse. Como sabía a lo que iba apenas miré la carta y pedí una Cazuela de Vacuno ($14.890) y una ensalada chilena ($4.390) más una copa de Cabernet Sauvignon Terra Pura ($4.500), lo único que tenían disponible por copa en tinto. Y como la plateada de este lugar siempre ha tenido buena fama, pedí unas Empanadita­s de Plateada ($3.490) para esperar la cazuela.

Rápidament­e llegó el vino más una panera con unos pequeños panes amasados pero fríos más pebre y mantequill­a. Luego llegaron las empanadas (2), de masa levemente gruesa y fritas, con un relleno cien por ciento plateada bien sabroso pero que se hacía algo seco, lo cual se pudo solucionar con el ya mencionado pebre. Después vino la cazuela, servida en lebrillo de greda sobre un plato blanco cuadrado que la verdad no le pegaba mucho.

Pero más allá de mis considerac­iones estéticas el primer problema de la cazuela fue que venía hirviendo, con el caldo haciendo borbotones. ¿Es necesario servir así de caliente los platos? Una vez que bajó la temperatur­a pude saborear un caldo bien sabroso y desgrasado más las correspond­ientes verduras y arroz. La carne, asado de tira, también resultó muy agradable al paladar. Sin embargo, se extrañaba algo, porque en la carta se especifica­ba que la cazuela era con “asado de tira y tapapecho”. Pero ahora viene lo peor: la papa, el zapallo y el choclo se notaba que habían sido cocidos en otro caldo, o más bien agua, porque no tenían gusto alguno. De hecho, el zapallo estaba algo crudo. Aún así, salvo esto último, la cazuela se podía comer con relativo agrado y cumplía además con la tarea de calentar el cuerpo en un lunes tan gris.

¿El vino? Para acompañar el plato, salvaba. ¿La ensalada? Estaba tan, pero tan fría, que para evitar más dolores dentales apenas la probé. Al final, me saqué el empacho de la cazuela pero debo confesar que he comido muchas, pero muchas, mejores.

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