La Tribuna (Los Angeles Chile)
La sinergia entre familia y escuela
Durante mucho tiempo hemos discutido sobre el rol de la familia y la escuela en la educación de niños y niñas. Por una parte, el discurso habitual de muchos profesores es que los padres deben hacerse cargo de educar en valores a sus hijos en la casa, mientras que los padres esperan que los niños adquieran todas las competencias relacionadas con el aprendizaje de contenidos en la escuela.
Tanto la familia como la escuela son sistemas dinámicos que se modifican a lo largo del tiempo, producto de los cambios sociales. Esto ha hecho, por ejemplo, que la escuela se convierta en un impor- tante ente socializador; los niños pasan gran parte de su tiempo en ella, por lo cual esta cumple un rol activo en la socialización y la entrega de valores fundamentales. Asimismo, la familia es un contexto de educación fundamental para la formación de los hijos.
En ese sentido, es relevante que la escuela visualice que se debe construir una relación con la familia, la que debe estar clara desde el proyecto educativo que cada centro plantea, ya que muchas veces la relación con los padres se restringe a su asistencia a reuniones y a los llamados a apoderados cuando sus hijos cometen alguna falta disciplinaria.
Lo anterior tiene dos efectos: por una parte los padres se quejan de que su participación no les parece relevante, y por otra se pierde un recurso de apoyo importante en la educación de los niños.
Involucrar a los padres en la educación de los hijos es muchas veces una tarea difícil, ya sea porque los padres trabajan, no tienen tiempo o delegan en la escuela más de lo que debieran, no obstante, vale la pena intentarlo debido a los múltiples beneficios para el aprendizaje de los estudiantes.
Desde esta perspectiva es importante que el estableci- miento se cuestione el nivel de participación que los padres están teniendo en el colegio; por ejemplo, se comunican sólo en términos de las obligaciones básicas de cada uno. La escuela informa rendimiento y comportamiento, y la familia comunica sólo elementos que pudieran interferir en el aprendizaje de su hijo o existe participación de los padres en la toma de decisiones del colegio, lo que provoca que se sientan comprometidos con los objetivos y el proyecto del colegio.
En definitiva, convertir a ambos contextos en espacios de colaboración facilita los procesos de enseñanza y aprendizaje de los niños, quienes ven que padres y profesores están preocupados por su desarrollo, lo que genera sentimientos de seguridad y aumenta la motivación hacia el aprendizaje.
Todo esto mejora sus resultados académicos, potenciando el clima armónico en el establecimiento, ya que aumenta la comprensión y el compromiso con las normas de la escuela y la identificación con las metas de esta.