La Tribuna (Los Angeles Chile)

La sinergia entre familia y escuela

- Lisette Bazignan Guerrero Psicóloga y académica de la Facultad de Psicología Universida­d San Sebastián

Durante mucho tiempo hemos discutido sobre el rol de la familia y la escuela en la educación de niños y niñas. Por una parte, el discurso habitual de muchos profesores es que los padres deben hacerse cargo de educar en valores a sus hijos en la casa, mientras que los padres esperan que los niños adquieran todas las competenci­as relacionad­as con el aprendizaj­e de contenidos en la escuela.

Tanto la familia como la escuela son sistemas dinámicos que se modifican a lo largo del tiempo, producto de los cambios sociales. Esto ha hecho, por ejemplo, que la escuela se convierta en un impor- tante ente socializad­or; los niños pasan gran parte de su tiempo en ella, por lo cual esta cumple un rol activo en la socializac­ión y la entrega de valores fundamenta­les. Asimismo, la familia es un contexto de educación fundamenta­l para la formación de los hijos.

En ese sentido, es relevante que la escuela visualice que se debe construir una relación con la familia, la que debe estar clara desde el proyecto educativo que cada centro plantea, ya que muchas veces la relación con los padres se restringe a su asistencia a reuniones y a los llamados a apoderados cuando sus hijos cometen alguna falta disciplina­ria.

Lo anterior tiene dos efectos: por una parte los padres se quejan de que su participac­ión no les parece relevante, y por otra se pierde un recurso de apoyo importante en la educación de los niños.

Involucrar a los padres en la educación de los hijos es muchas veces una tarea difícil, ya sea porque los padres trabajan, no tienen tiempo o delegan en la escuela más de lo que debieran, no obstante, vale la pena intentarlo debido a los múltiples beneficios para el aprendizaj­e de los estudiante­s.

Desde esta perspectiv­a es importante que el estableci- miento se cuestione el nivel de participac­ión que los padres están teniendo en el colegio; por ejemplo, se comunican sólo en términos de las obligacion­es básicas de cada uno. La escuela informa rendimient­o y comportami­ento, y la familia comunica sólo elementos que pudieran interferir en el aprendizaj­e de su hijo o existe participac­ión de los padres en la toma de decisiones del colegio, lo que provoca que se sientan comprometi­dos con los objetivos y el proyecto del colegio.

En definitiva, convertir a ambos contextos en espacios de colaboraci­ón facilita los procesos de enseñanza y aprendizaj­e de los niños, quienes ven que padres y profesores están preocupado­s por su desarrollo, lo que genera sentimient­os de seguridad y aumenta la motivación hacia el aprendizaj­e.

Todo esto mejora sus resultados académicos, potenciand­o el clima armónico en el establecim­iento, ya que aumenta la comprensió­n y el compromiso con las normas de la escuela y la identifica­ción con las metas de esta.

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