La Tribuna (Los Angeles Chile)
Encomendarse a San Isidro
Aunque se ha evidenciado un aumento en la presencia de lluvias en la provincia de Biobío, la escasez hídrica sigue siendo una amenaza latente para la zona, donde –igualmente- se prevé un nebuloso panorama para los próximos meses y las temporadas de riego. Es que el pequeño volumen de agua que se ve en algunos embalses, ríos, lagos, cascadas, entre otra, no pasan desapercibidas, llegando algunos –incluso- a presentar su nivel más bajo de toda su historia, en determinadas épocas del año.
El problema es que las necesidades de ayuda perduran y son –justamente- más intensivos en enero y febrero, época en que las temperaturas llegan a sus niveles máximos- en cultivos de alta demanda hídrica, como la remolacha y el maíz, que suman miles y miles de hectáreas sembradas en la provincia de Biobío.
¿Qué puede suceder con este escenario? De acuerdo a algunos economistas, habrá un efecto económico negativo en la actividad productiva, -principalmente- por un encarecimiento de los procesos, debido a las acciones para paliar la menor disponibilidad de agua.
Curiosamente, una posibilidad para aminorar este impacto en la actividad agrícola es encomendarse a “San Isidro” para que la primavera y el inicio del verano sean particularmente lluviosos.
Algo debiera ocurrir, aunque la realidad es que acontecimientos así sean excepcionales y que la normalidad es que falten las precipitaciones durante la primavera.
En ese marco, el crítico contexto de falta de agua no sólo debiera inquietar a los agricultores, sino que a la comunidad en su conjunto –especialmente- a nivel de las autoridades, para que comprendan que se trata de un asunto serio, que afecta uno de los pilares productivos de la zona.