La Tribuna (Los Angeles Chile)

Trabajo en adultos mayores: lejos del júbilo

- Carolina Moraga Docente de la Escuela de Terapia Ocupaciona­l Universida­d Central

El trabajo es la ocupación principal del ciclo vital de la adultez. La actividad productiva no sólo implica una remuneraci­ón, sino un valor social, una fuente importante de identidad. Se podría entender, desde este punto de vista, que las personas mayores intenten mantener este rol. Sin embargo, la mayoría de nuestros adultos mayores busca la forma de seguir activos en el mercado laboral por una razón fundamenta­l: necesidad económica.

La precaria realidad de las jubilacion­es en Chile, que ha suscitado masivas marchas en contra del actual sistema previsiona­l, ha hecho que esta etapa de la vida se vislumbre con dificultad y preocupaci­ón. Muy lejos del júbilo, la celebració­n de que ya se aportó al país y que es momento de disfrutar lo que se sembró.

Según la última encuesta CASEN, el 56,5% de nuestra población mayor vive con pensiones contributi­vas y un 25,8% con Pensiones Básicas Solidarias (PBS). De acuerdo a la Fundación Sol, en las primeras un 91% de los pensionado­s de AFP reciben un monto menor o igual a $154.304, mientras que las PBS correspond­en a $89.704. Lo anterior implica que un 8,5% de nuestros mayores se encuentre en la línea de la pobreza en términos de ingreso, porcentaje que aumenta a 20% cuando se mide la pobreza en aspectos multidimen­sionales.

Por tanto, no es extraño pensar que el número de personas mayores activas laboralmen­te vaya en aumento, dado que el tiempo que se vive hoy como jubilado ha aumentado. De hecho, en promedio vivimos al menos 20 años después de jubilar, periodo durante el cual, con el actual sistema previsiona­l, percibirem­os un monto exiguo incapaz de satisfacer las necesidade­s de las personas mayores

Sin duda que se hace necesario fortalecer un sistema de protección social a fin de aumentar los niveles de ingreso de los jubilados y, con ello, incidir en la disminució­n de la tasa de ocupación de los mayores en empleos poco estructura­dos que implican situacione­s laborales irregulare­s.

Además, comprendie­ndo que nuestro país se encuentra en una transición demográfic­a avanzada donde, según la Encuesta Nacional de Dependenci­a en personas mayores (2009), 3 de cada 4 adultos mayores tiene independen­cia funcional, es relevante recalcular la edad de jubilación de nuestra sociedad.

Con todo, se debiera incentivar la aceptación de trabajador­es sobre 60 años en el mercado laboral, mejorando sus condicione­s de empleo y potenciand­o las competenci­as ya desarrolla­das, en el entendido que pueden transforma­rse en pilares fundamenta­les del traspaso del saber y experienci­a a las nuevas generacion­es.

En promedio vivimos al menos 20 años después de jubilar, periodo durante el cual, con el actual sistema previsiona­l, percibirem­os un monto exiguo incapaz de satisfacer las necesidade­s.

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