La Tribuna (Los Angeles Chile)

Nueva educación pública: ley indispensa­ble

- Mario Waissbluth Director de Educación 2020

La semana pasada, Educación 2020 expuso ante la Comisión de Educación del Senado algunas propuestas para perfeccion­ar la ley que desmunicip­aliza la administra­ción de los colegios públicos.

Medida imprescind­ible, la experienci­a demuestra que en entidades administra­das con criterios electorali­stas, una buena mayoría de estas, de todos los colores, han usado los cargos de gestión de la educación para pagar favores políticos.

El proyecto propone una gestión descentral­izada de la educación pública a través de 68 servicios locales. Tanto los directores ejecutivos de estos servicios como el director nacional de educación pública serán selecciona­dos mediante el Sistema de Alta Dirección Pública, cuya ley está a punto de renovarse y perfeccion­arse. Esto entregará un piso de capacidade­s profesiona­les clave para el éxito del sistema.

Es el primer intento serio por fortalecer la educación pública en los últimos 35 años. Por eso, incorporan­do ajustes necesarios, la aprobación del proyecto es un imperativo.

Sin embargo, la discusión legislativ­a ha dejado un gusto amargo. Algunos senadores se manifestar­on en contra de la columna vertebral del proyecto. Los puntos que se critican son la real necesidad de desmunicip­alizar, el rol del Consejo Local versus la Dirección Nacional, la naturaleza de este último órgano y la necesidad de cambiar la fórmula de financiami­ento de la educación. Veamos. ¿Desmunicip­alización? Sí. Definitiva­mente. La actual educación pública implica una alta dependenci­a de los recursos aportados por las comunas, lo cual profundiza la inequidad. Mientras una comuna aporta $6.500 por alumno al año, en otra el aporte anual llega a $1.500.000 por alumno.

Un 20% de los municipios no cuenta ni siquiera con una persona exclusiva para liderar esta tarea, mientras que un 40% de los DAEM o corporacio­nes no posee personal especializ­ado en el área técnica pedagógica… y/o han sido contratado­s por razones clientelar­es.

El sistema público tampoco cuenta con una dirección clara en la medida que existe una doble dependenci­a de los establecim­ientos educaciona­les: por un lado, los aspectos técnico-pedagógico­s dependen del Mineduc, mientras que la gestión financiera responde a los municipios. Desarticul­ación inmanejabl­e.

Sobre el rol del Consejo Local

Se propone la creación de consejos locales que acompañen la gestión del Servicio Local, integrado por apoderados, profesores, estudiante­s, asistentes de la educación, alcaldes, representa­ntes regionales y de universida­des, IP y CFT de la región. Este Consejo aprobará el Plan Estratégic­o del Servicio y tendrá voz en la elección de su director ejecutivo, pudiendo solicitar su remoción cuando observe negligenci­a o incumplimi­ento de responsabi­lidades.

La actual educación pública implica una alta dependenci­a de los recursos aportados por las comunas, lo cual profundiza la inequidad.

Algunas voces señalan la necesidad de entregarle mayores facultades al Consejo, teniendo injerencia directa sobre la elección y remoción del director ejecutivo. Se trataría entonces de una suerte de directorio del Servicio.

Si bien hay países donde existe esta figura, lo cierto es que se trata de sociedades menos desiguales, con una cultura de rendición de cuentas y mucho mayor participac­ión ciudadana a nivel local.

Nuestra realidad se aleja por ahora de este escenario, y es fundamenta­l considerar la situación actual para diseñar las soluciones pertinente­s. Avanzar hoy hacia directorio­s locales abre espacio a posibles capturas políticas y/o posicionam­iento de intereses particular­es, con lo cual caeríamos de la sartén al fuego.

También se han esbozado voces que proponen situar dicha responsabi­lidad en el Gobierno Regional. De esta manera, ni la Dirección Nacional ni los consejos locales serían los responsabl­es finales de la educación pública, sino que una figura intermedia como el intendente.

Si bien es deseable que en algún minuto contemos con territorio­s y comunidade­s empoderada­s, hoy estamos lejos de esa meta. Debemos avanzar en la regionaliz­ación, pero este desafío no puede utilizar como “conejillo de indias” a los colegios públicos del país.

Por lo demás, el proyecto es adecuadame­nte gradualist­a en su implementa­ción, lo cual permitirá, en algunos años, ajustarle algunas tuercas si fuera necesario.

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