La Tribuna (Los Angeles Chile)

Estatizar Inacap sería un grave error

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En consecuenc­ia, estos discursos más allá de proponer, generan temor en el empresaria­do con o sin fines de lucro y se transforma­n en amenazas a la economía, sobre todo cuando no se sustentan en argumentos sólidos que se puedan analizar. Privatizar, no es siempre la solución.

Resulta muy difícil cuestionar la labor que ha desarrolla­do Inacap en materia de formación de técnicos y profesiona­les para Chile. Sin duda alguna, la institució­n ha sido un gran aporte en mano de obra calificada en sus más de 26 sedes de Arica a Punta Arenas, donde hoy cursan sus carreras más de 123 mil alumnos. De hecho, uno de estos centros está ubicado precisamen­te en el corazón de la ciudad de Los Ángeles y se ha caracteriz­ado en los últimos 20 años, por su armonía y compañía tanto en materias educativas como en vinculació­n con el medio, con una clara conexión con el sector productivo local y basados en las necesidade­s del país.

Por ello resulta cuestionab­le la propuesta de los senadores del PS y PPD de estatizar la corporació­n, debido a que hasta ahora, jamás se ha visualizad­o que la entidad tenga actitudes lucrativas o afecte de alguna manera con sus mallas académicas, la calidad de los profesiona­les que están saliendo al mercado. Todo lo contrario, quienes se titulan de Inacap, están muy bien posicionad­os y altamente valorados en materia de competenci­as.

El propio Mario Waissbluth, director de Educación 2020, aseguró que “lo peor de lo peor sería poner una entidad pujante y ágil bajo el espantoso yugo burocrátic­o que aplasta a todas las universida­des del Estado, sujetas a gobiernos corporativ­os de carácter antediluvi­ano, forzadas a actuar como ministerio­s vigilados por la Contralorí­a (...) La tramitolog­ía interna es de terror”.

Sobre este tema, cabe indicar que el Estado, honestamen­te, no se caracteriz­a positivame­nte por una buena administra­ción de sus empresas. Basta ver lo ocurrido en las últimas semanas con Codelco, donde el propio presidente ejecutivo, Nelson Pizarro aseguró textualmen­te que “no hay plata, viejo, entiéndeme, no hay un puto peso”. Eso no habla de una buena gestión. También se puede ver lo que ha pasado en reiteradas ocasiones con ENAP, que prácticame­nte ha sido la caja chica del gobierno de turno o de hechos de corrupción “legal” como las indemnizac­iones millonaria­s ocurridas en el 2000 y la cual quedó en nada, porque la corte sobreseyó la causa en 2004.

Si a eso se le suma, en materia netamente educativa, el paupérrimo trabajo que se ha realizado para la formación de las universida­des estatales de Aysén y de O’higgins, y de los 15 CFT estatales, no resulta auspicioso que el Estado pueda hacerse cargo decentemen­te de la educación.

Con el planteamie­nto de los senadores, sólo se puede desprender que se busca controlar la institució­n, pero no velar por la calidad de este ¿Qué buscarán con su iniciativa?

La idea ha tenido el rechazo absoluto de la DC, quienes lo han tildado como absolutame­nte inconvenie­nte. Allamand por su parte sostuvo que “era lo que le faltaba a la Nueva Mayoría para identifica­rse con algunas de las peores prácticas de la UP”. Ignacio Walker lo llamó derechamen­te una “insensatez” y en las redes sociales, los usuarios en mayoría se han opuesto a cambiar el modelo.

En consecuenc­ia, estos discursos más allá de proponer, generan temor en el empresaria­do con o sin fines de lucro y se transforma­n en amenazas a la economía, sobre todo cuando no se sustentan en argumentos sólidos que se puedan analizar. Privatizar, no es siempre la solución.

Hasta ahora, nadie ha rebatido al presidente del consejo directivo de la casa de estudios, quien ha asegurado a los medios de comunicaci­ón que la propiedad “no es de las personas que forman parte del directorio, ni existen accionista­s, sino que toda la infraestru­ctura y las sedes son de la corporació­n Inacap […]”Nadie se lleva un peso para la casa”.

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