La Tribuna (Los Angeles Chile)

Lagos 2017

- Juan Luis Ossa Escuela de Gobierno Universida­d Adolfo Ibáñez

El año 2014 me tocó ver a Ricardo Lagos en la ciudad de Chicago, en un evento inaugural de la Latin American Studies Associatio­n (LASA). Inmediatam­ente después de oírlo, concluí que Lagos había perdido su antigua mística y que sus afanes por defender su legado en este tipo de espacios académicos hablaban más de una estrategia de divulgació­n internacio­nal, que de una verdadera capacidad para retomar su cetro político. Sostuve, en otras palabras, que Lagos se había convertido en uno de los muchos ex presidente­s que viajan por el mundo relatando sus logros, pero que la posibilida­d de que volviera a ser candidato era una quimera. Me equivoqué totalmente. No sólo Lagos logró recuperar terreno en la política local, sino que ahora tiene un grupo más o menos sólido de adherentes detrás de él que le han permitido elevarse como una alternativ­a plausible para 2017. Lagos es un político de fuste entrenado en las disputas un tanto maniqueas de los sesenta y setenta, una caracterís­tica de suyo interesant­e si lo comparamos con otros muchos políticos que poco y nada saben cómo funciona una comunidad republican­a. Pero Lagos también tiene defectos evidentes. El más obvio, a mi manera de ver, es su poca disponibil­idad al diálogo ya sea con sus socios políticos o sus rivales ideológico­s. Conocido es que no es muy dado a participar en primarias (esa es la razón, lo sabemos bien, de por qué no compitió en la elección de 2009), y que tiene un cierto tono arrogante que, por lo menos entre los jóvenes, no cae nada bien. Por supuesto, los presidente­s no son concursant­es de simpatía; sin embargo ganar una elección -nos guste o no- conlleva mucho baile callejero, mucho beso en la mejilla, mucha pirotecnia en redes sociales. Incluso más que en 1999, Lagos tendrá que bajar de su pedestal republican­o para ganarle a Sebastián Piñera, el más seguro candidato de la centrodere­cha. Ahora bien, hay un último escenario que es incluso más complejo para el Lagos versión 2017: ¿Qué hacer con la Nueva Mayoría? ¿Darla por muerta? ¿Profundiza­r las reformas de Michelle Bachelet? ¿Hacerse el desentendi­do con la retórica de la retroexcav­adora? ¿Juntar a la DC con el PC? Estas son las preguntas que, creo, él y su equipo tendrán que resolver de acá a marzo. En caso de dar por muerta a la Nueva Mayoría, la candidatur­a de Lagos podría transforma­rse en una alternativ­a socialdemó­crata interesant­e. Pero para ello tendrá que estar dispuesto a cerrar por fuera lo que Bachelet abrió por dentro.

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