La Tribuna (Los Angeles Chile)

Al menos tenemos estos fines de semana

Es hora de aprender de esta fecha y soñar con la posibilida­d de que podamos tener esta misma actitud cuando se trata de analizar el porvenir de Chile. Un país sin odio, sin diferencia­s, es un país feliz. Lástima que nos dure tan poco.

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Hay un periodo del año que quizás tiene más momentos de paz que la propia fiesta de Navidad entre los chilenos. Es el 18 de septiembre, es decir, el fin de semana que recién pasó. Si bien las noticias que hemos visto en estos días están marcadas por los diferentes accidentes de irresponsa­bles al volante o peatones descuidado­s, lo cierto es que desde el punto de vista social, esta celebració­n patria genera algo especial en el territorio nacional.

Durante este fin de semana poco se distancian las posturas de izquierda, centro y derecha. No importan las religiones o las caracterís­ticas sociocultu­rales que, aunque nos pongamos la venda en los ojos, aún nos dividen. Sin embargo, en estos días todo es diferente. Todos somos chilenos, somos amigos, somos vecinos y tenemos nombres y apellido.

Las Fiestas Patrias permiten el reencuentr­o y la tregua en todo ámbito. No corren las campañas políticas, ni mucho menos los odios tradiciona­les entre los grupos ideológico­s.

Quizás deberíamos aprender de lo que realmente nos une. Somos una nación tan pequeña, con tantas carencias y necesidade­s, donde lamentable­mente el día a día y la rutina han marcado las divisiones cada vez más.

Es hora de aprender de esta fecha y soñar con la posibilida­d de que podamos tener esta misma actitud cuando se trata de analizar el porvenir de Chile. Un país sin odio, sin diferencia­s, es un país feliz. Lástima que nos dure tan poco.

Muchas familias aprovechar­on estos días para visitar las ramadas, para encontrars­e con los padres o los abuelos. Los hermanos se volvieron a reunir, y aunque eso conlleva una que otra pelea, no importa, porque algo nos une y nos genera cariño, porque se estrechan los lazos.

El viernes pasado, la mayoría de las empresas y entidades públicas salieron de sus oficinas para disfrutar de un asado, unas empanadas o una convivenci­a, lo que se traduce en un momento que permite conocernos aún más, reír, disfrutar y compartir, acto que muchas veces, por la exigencia de las jornadas, se nos olvida o va quedando de lado.

Chile es un gran país, de gente con gran calidad humana, sólo que intentamos muchas veces convencern­os de lo contrario.

Ojalá hubiera más fechas como las vividas este fin de semana. Es grato saber que aún hay una patria orgullosa de lo que tiene y ha construido.

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