La Tribuna (Los Angeles Chile)

Los 90 mil omitidos del sistema educativo

- Antonia Madrid Investigad­ora de Política Educativa Educación 2020

En Chile la matrícula alcanza un 95% en educación básica y un 92% en educación media (Mineduc, 2013), y hay sólo un 3,1% de estudiante­s fuera de la escuela. A simple vista, esta informació­n parece positiva. “Estamos bien, porque tenemos cifras cercanas a la OCDE y mejores que nuestros países vecinos”. Pero los porcentaje­s esconden los verdaderos números: hay 90 mil estudiante­s que cada año abandonan el colegio.

Son 90 mil niños y niñas con una historia, una vida y una trayectori­a educativa diferente, que en su mayoría estudió en escuelas municipale­s y que pertenece a los quintiles más pobres.

¿ Por qué abandonan el colegio? La mal llamada “deserción escolar” es producto de un proceso de exclusión educativa que comienza tempraname­nte y se arrastra hasta expulsar a niños y niñas de la escuela: bullying, bajo rendi- miento académico, currículos y programas de estudios poco flexibles o el sistema de “repetir de curso”, que te hace perder a tus amigos y cuestionar si sirves para los estudios.

Y no es que alguien sirva o no sirva para los estudios, sino que el sistema no está dando las condicione­s adecuadas para que el estudiante se desarrolle. La responsabl­e de la deserción es esta estructura segregada y poco inclusiva de escuela tradiciona­l, que se ha configurad­o de la misma forma hace más de 150 años.

Entonces no es que alguien “elija” desertar, es el sistema educativo el que lo ha expulsado.

Pese a las múltiples reformas educativas en desarrollo, como la Ley de Inclusión, de Carrera Docente y de Nueva Educación Pública (que se discute en el Senado), hoy no existe una política pública dirigida a quienes están fuera de la escuela. Lo que hay es una oferta programáti­ca y desarticul­ada, llevada por diversos organismos públicos, que no tiene una línea clara de acción para reintegrar y prevenir que niños y niñas abandonen el colegio.

Iniciativa­s como la Beca de Apoyo a la Retención Escolar (BARE) y la Subvención Pro Retención (SPR) para establecim­ientos educaciona­les destacan por su deficiente efectivida­d e impacto. Las becas no contrarres­tan el “beneficio” de dejar la escuela y las subvencion­es se diluyen, y nadie fiscaliza que realmente se utilicen para retener a niños y niñas.

Los programas de reinserció­n no están en manos directas de organismos públicos, sino que se entrega financiami­ento a institucio­nes públicas y privadas para que desarrolle­n estos proyectos educativos. Ese financiami­ento sólo alcanza para unas pocas institucio­nes y no logra cubrir a esos 90 mil jóvenes omitidos.

Así, las organizaci­ones de la sociedad civil han asumido el problema con las mismas dificultad­es de financiami­ento y la misma piedra de tope: colegios con evaluacion­es estandariz­adas que no se adecúan a los aprendizaj­es de los estudiante­s o docentes, a quienes no se les entregaron las herramient­as suficiente­s para trabajar en estos contextos.

A esto apunta la campaña “La escuela siempre es el camino”, de Reduca y de Educación 2020: a la necesidad de atender los factores estructura­les que producen la exclusión educativa (que son difíciles y lentos), pero especialme­nte a los factores internos de la escuela.

Urge cambiar el paradigma y pensar nuevas metodologí­as que se adapten a los intereses de los estudiante­s para que se reencanten con la escuela y encuentren en ella una verdadera posibilida­d de desarrollo.

Pese a las múltiples reformas educativas en desarrollo, como la Ley de Inclusión, de Carrera Docente y de Nueva Educación Pública (que se discute en el Senado), hoy no existe una política pública dirigida a quienes están fuera de la escuela.

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