La Tribuna (Los Angeles Chile)

El foco en los estudiante­s

- Sergio Castro Alfaro Vicerrecto­r Sede Concepción Universida­d San Sebastián

Modificar la iniciativa vía indicacion­es o retirar el proyecto de ley del Congreso, son las opciones que se han planteado respecto del cuerpo legal sobre Educación Superior que presentó el Gobierno. La que debía ser una emblemátic­a ley de esta administra­ción y que sentaría las bases de la educación superior con miras a las próximas décadas, no ha concitado la adhesión de ninguno de los actores.

A pesar de los meses de discusión pre legislativ­a, la iniciativa ingresó al Parlamento con evidentes fallas pues no se consideró la realidad del sistema. Necesitamo­s una reforma sobre políticas de aseguramie­nto de la calidad, un marco regulatori­o que incluya la fiscalizac­ión a las institucio­nes, sin que éstas pierdan la autonomía ni la diversidad, además de un esquema de financiami­ento que permita lograr los objetivos. En cambio, hemos tenido un exceso de discusión sobre los recursos fiscales sin abordar los temas de fondo.

El proyecto propone la existencia sólo de universida­des completas y complejas. Trece institucio­nes tienen acreditada­s las cinco dimensione­s que exige la iniciativa. Así, gran parte de los estudiante­s quedaría en institucio­nes con acreditaci­ón condiciona­l o sujeta a la figura del intervento­r. Si los recursos se concentran en algunas universida­des, ¿cómo harán las demás para avanzar en la complejida­d institucio­nal? ¿Se deberían cerrar institucio­nes? Eso obligaría al Estado a hacerse responsabl­e de reubicar a esos estudiante­s, lo que significar­ía disminuir la cobertura. Cabe preguntars­e si es lo que requiere el país, tanto desde el punto de vista de la igualdad de oportunida­des, como de las exigencias del mundo productivo.

La cuestión de fondo es si tal complejida­d es necesaria. Un ejemplo, en Estados Unidos no más del 30% de los estudiante­s ingresa a una universida­d que denominarí­amos compleja, el resto accede a institucio­nes con distintos niveles de focalizaci­ón en la docencia. Por tanto, es muy dudoso que en Chile sea convenient­e homogeneiz­ar el sistema universita­rio. Nadie quiere que existan institucio­nes de calidad deficiente, pero la regulación y fiscalizac­ión no garantizan la calidad. Un exceso regulatori­o no es garantía de nada, limita la autonomía y deja fuera los procesos internos de mejoras de cada institució­n.

Otro tema que preocupa es la proliferac­ión de “apellidos” que se han dado las universida­des, compitiend­o por la denominaci­ón de “público”. Eso ocurre al identifica­r estatal con público, olvidando que una universida­d, si cumple bien cualquiera de las funciones que se le asignan, genera beneficios sociales. Es de esperar que, cualquiera sea la decisión que se tome sobre el proyecto de ley, logremos avanzar reconocien­do la realidad que tenemos y priorizand­o el interés de los estudiante­s. El interés de todos los estudiante­s.

Nadie quiere que existan institucio­nes de calidad deficiente, pero la regulación y fiscalizac­ión no garantizan la calidad. Un exceso regulatori­o no es garantía de nada, limita la autonomía y deja fuera los procesos internos de mejoras de cada institució­n.

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