La Tribuna (Los Angeles Chile)

LA REBELIÓN DE LOS VOTOS

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Señor Director: Ad portas de una elección, los señores candidatos a estos cercanos comicios hacen todo lo imposible para que los potenciale­s adherentes acudan a las urnas a manifestar su intenciona­lidad del sufragio, suponiendo que allí están depositada­s las esperanzas y promesas a quien los representa­rá en el concejo con un dejo de ingenuidad.

Voy a hacer un paréntesis y tratar de dar una, aunque no certeramen­te, explicació­n del valor que tiene el voto y como este se ha desvirtuad­o a través del tiempo. Yo les planteo la siguiente pregunta: cuando el voto era obligatori­o y los postulante­s a algún cargo de escrutinio público eran expuesto al sufragio, el voto ¿era un deber o un derecho que debíamos que ejercer como voluntad del pueblo en la conducción de una nación?, si decimos que era un deber entonces estábamos sujetos a los mandatos de las cúpulas y sólo hacemos lo que se nos ordena y la voluntad mal llamada del pueblo es un decir; ahora, si bien fuera un derecho este debiera ejercerse de tal forma que el pueblo en una rebelión mandataria a quienes nos representa­n cumplir con los postulados por el cual fueron colocados en los cargos referidos y no habría intromisió­n de las cúpulas o poderes facticos al cual hemos estado sometidos a lo largo de siglos. Bien, ahora volviendo al presente próximo y haciendo una reflexión ¿es menester ejercer este derecho voluntaria­mente sabiendo sobre el divorcio que existe entre la ciudadanía y los postulante­s a un cargo público?

Se nos llama a ejercer nuestro derecho como personas a elegir a quienes serán los que lleven a discusión todas nuestras inquietude­s anhelos proyectos, etcétera, con cierto dejo de ilusión o candidez sabiendo que en nuestro interior muy interiorme­nte esto no pasa ser más que una utopía y que una vez situados los “elegidos” harán causa común con las concesione­s que se crean entre sus pares de forma transversa­l y la voluntad del pueblo estará esperando a la puerta por un mendrugo de atención. Entonces, si vas a ir a votar, no vaya cargado de proyectos ni ilusiones, anda en blanco, vuelve en blanco, pero que no encuentres en un cesto de la basura tus sueños tu inocencia y tu decepción por querer ejercer un supuesto derecho o debo decir deber ya ni se cuál es, y cada vez veo más distante el acercamien­to de quienes están allá con los de acá. No demos carta blanca o un cheque si no tenemos la certeza plena que harán la voluntad del soberano pueblo y les aseguro que no ha caído un gobierno por no ir a las urnas ya que cuando el pueblo es unido jamás es vencido y eso temen “los señores”. Abelardo Campillay

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