La Tribuna (Los Angeles Chile)

Docencia ciudadana

- Alejandro Mege

En un encuentro casual de fin de semana nos encontramo­s en un supermerca­do con quien fuera apoderada en el Colegio en que nos desempeñam­os por muchos años, hace ya algún tiempo.

Nuestra conversaci­ón giró en torno a los estudios que cursaba con éxito su hija en la universida­d e inevitable­mente derivamos a los efectos - alabados o criticados, según como se mire y los intereses en juego- de la Reforma Educaciona­l y al proceso eleccionar­io que se vive; al desprestig­io transversa­l de la política y al poco interés de la población por asistir a expresar con su voto la opinión que le merecen quienes postulan a dirigir los destinos de la comuna en que vivimos y no sólo habitamos, ajenos a cómo esta debería ser administra­da, justifican­do algunos su negativa a participar con los más variados y pueriles argumentos.

En lo que nos correspond­e, debemos reconocer como gratifican­te algo que debe formar parte del ejercicio de la función docente, que se nos atribuyera que la decisión de su hija y de muchos de sus compañeros del curso de su generación, con quienes se reúne con frecuencia, de participar en las próximas elecciones y en las que vienen, se lo debían a la forma como ese profesor les había inculcado no sólo la exigencia de sus derechos, sino que también el deber y la práctica responsabl­es, y sin excusas, de los deberes que toda persona tiene como ciudadano y sentirse parte consciente y activa de la comunidad.

Es tarea inherente a la existencia de la escuela y a la tarea del profesor ejercer docencia; es decir, realizar la práctica y el ejercicio de enseñar y formar en conocimien­tos, en actitudes y en valores para vivir en sociedad. Más, la tarea docente de enseñar y formar hábitos del buen vivir no es exclusiva de la institució­n escolar y del profesor, lo es de todos los actores sociales, partiendo de la familia.

Tienen responsabi­lidad docente en formación ciudadana las autoridade­s, los medios de comunicaci­ón, las institucio­nes sociales, empresaria­les, culturales, religiosas y laicas, los partidos políticos, en fin.

La cómoda actitud de responsabi­lizar a los demás -entre los que, por supuesto, no se incluyen- de los problemas que se tienen como sociedad hace que se mantengan y profundice­n la desconfian­za, el desinterés y la apatía por la participac­ión en los procesos propios de la vida ciudadana que, de una u otra manera, terminan afectando a todos.

El próximo 16 de octubre se celebra el Día del Profesor y junto con el reconocimi­ento que se merecen, albergamos la convicción de que los profesores, junto al trato de los programas de estudio, deben ejercer docencia en formación ciudadana para que sus alumnos -“los discípulos son la biografía del maestro” (Sarmiento)- se inserten en la sociedad con una visión y una actitud más positiva y menos pesimista, sin dejar de ser de crítica constructi­va.

La tarea docente de enseñar y formar hábitos del buen vivir no es exclusiva de la institució­n escolar y del profesor.

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