La Tribuna (Los Angeles Chile)
EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS
Señor director: ¿ El 12 de octubre tiene para nosotros algún significado especial? De seguro, aparte de que gracias a él tenemos un día feriado (corrido al lunes 10), nada más.
Ello es reflejo de nuestro desconocimiento e infravaloración de lo que significa para toda Hispanoamérica este hito de su historia, aquella que por siglos fue común, es decir, de intereses mutuos entre los habitantes de nuestro continente y de la España ibérica.
Isabel de Castilla, Fernando de Aragón, Cristóbal Colón, el jefe tribal de los lucayos en la isla de Guanahani ( bautizada como San Salvador por Colón), ignoraban, de seguro, a lo que estaban dando origen con el encuentro entre estos dos mundos, tan disímiles es cierto, pero que el tiempo los forzó –literalmente- a convertirse en complementarios: fue el nacimiento del mestizaje, base de nuestra cultura iberoamericana (esto es, castellano-lusitana).
Con el descubrimiento de América (o más bien, el encuentro de dos mundos) se dio inicio a una de las páginas más importantes de la historia mundial, momento desde el cual se entremezclaron intereses económicos, políticos, sociales y culturales, los que dieron origen a lo que hoy somos como sociedad latinoamericana con nuestras tres vertientes sanguíneas: aborigen, hispano-lusitana y africana.
Pero junto con Castilla, Aragón y Portugal, hubo otros reinos que compitieron por conquistar estas tierras, entre los cuales estaban Inglaterra, Francia y los Países Bajos (Holanda principalmente). De ahí que en el Caribe aún existan islas donde el inglés y el francés son lengua común.
Pero si bien el descubrimiento dio paso a la creación de una cultura riquísima, ello se hizo a un alto costo en vidas. Nadie desconoce al día de hoy que el encuentro tiene su lado oscuro: nuestro pueblos originarios han sido golpeados con los atropellos más infames, quitándoles sus tierras comunitarias, cultura, identidad y razón de vivir; peor aún: su vida ( por enfermedades principalmente, con guerras en menor medida). No obstante, entre ambas sumaron millones de víctimas.
En fin: América es tierra de contrastes; nació así, fue construida con sangre, sudor y lágrimas, sin cuyo coste nosotros, sencillamente, no existiríamos, y esta última idea es razón más que necesaria para recordar por los siglos venideros a este hito en la historia universal.