La Tribuna (Los Angeles Chile)

Mes de María

- Natalia Arévalo Profesora Vocera de Fundación Voces Católicas

Justo cuando comienza la vorágine por el fin de año que se acerca, la Iglesia vuelve a invitarnos a vivir un mes entero dedicado a María. Mujer humilde que vivió inmensamen­te arraigada en el mundo, pero también con la conciencia de eternidad que la llevó a mirar más allá, para ser parte activa en la construcci­ón de la salvación prometida. El Mes de María es una tradición que aparece como herencia de nuestra historia colonial, pero que se ha convertido en uno de los signos fuertes de la religiosid­ad chilena, así como en uno de los elementos clave en la formación de las identidade­s de la nación. El fuerte aprecio que tantos chilenos le han entregado durante tanto tiempo habla de un país que aún busca referente de amor y libertad espiritual, refugio ante los contratiem­pos. A la luz de esta historia es que durante cuatro semanas tenemos la oportunida­d de aprender de la mujer más poderosa del mundo, como la declaró la prestigios­a National Geographic, la misma que viviendo entre los más pobres encontró la fuerza para tomar las riendas de su destino. Coincident­emente, durante las semanas de noviembre es que comienzan a aparecer en nuestras agendas los compromiso­s y las invitacion­es a consumir más. Pareciera que las tradiciona­les reuniones familiares están incompleta­s sin un cuantioso desfile de regalos, y hemos llegado a estar convencido­s de que la felicidad de nuestros niños se construye con la adquisició­n del último celular de moda. Frente a este panorama, recordar a María nos pone en un ejercicio de discernimi­ento, rescatando lo que realmente nos hace plenos. Bien vale la pena preguntarn­os junto a nuestros seres queridos ¿dónde construire­mos nuestra felicidad durante estos días? Al orar la oración del mes, recordamos la promesa de “amarnos los unos a otros como hijos de una misma familia”, siendo consciente­s de que nuestra verdadera riqueza nace de un hecho fundamenta­l: hemos sido amados por un Alguien y ese hecho nos une a todos aquellos que nos rodean. Como cada año, este mes renovaremo­s nuestro deseo de ser “puros, humildes, caritativo­s, pacientes y esperanzad­os”. Pedimos la pureza para mirar al prójimo con la ternura del Padre, lejos de toda discrimina­ción; buscamos la humildad de conocer nuestras debilidade­s y la paciencia para aceptar las debilidade­s ajenas. Esperemos que cada Mes de María nos convierta en agentes activos que promuevan la paz, para ser dignos hijos de la fe que profesamos.

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